|
2 de mayo del 2002
Angola, una gran esperanza
José Carlos García Fajardo
Centro de Colaboraciones Solidarias
El presidente de Angola, Eduardo dos Santos, se ha dirigido al Papa solicitándole
ayuda económica para la reconstrucción de su país, después
de la muerte de Savimbi, líder del grupo rebelde UNITA. La historia de
Angola es un paradigma de la prepotencia europea responsable de una reparación
adecuada a la explotación que ejercieron. Uno de los países más
ricos de Africa y con inmensas posibilidades se ve empobrecido y endeudado por
una labor alevosa e inhumana de los portugueses y de los grandes intereses transnacionales
necesitados de vender armas para guerras que les permitan las materias primas
para el desarrollo del Norte.
En 1482, portugueses llegaron a lo que había de ser denominado Angola
y que formaba parte del reino del Congo. Después, vendría la misión
evangelizadora y comercial cuando los reyes de Portugal conocieron las riquezas
inmensas de aquellos territorios. Las expediciones militares para conquistar
a los pueblos del interior en una labor "pacificadora" no cumplieron sus objetivos
hasta 1921. Así, hasta el 11 de noviembre de 1975, en que se vieron obligados
a abandonar por la fuerza esas tierras que consideraron como "provincias de
ultramar" y que fueron expoliadas como pocas colonias en África.
La esclavitud y las guerras de "pacificación" redujeron la población
angoleña de unos dieciocho millones, en el siglo XV, a menos de ocho
millones en el siglo XIX. En 1900 había diez mil colonos portugueses,
en 1975, eran más de trescientos cincuenta mil. Eran tierras para enriquecerse
con una economía basada en la explotación de los recursos minerales
y agrícolas, diamantes y café. Pero los portugueses, en quinientos
años de colonización, no prepararon a los angoleños con
vistas al pretexto del Congreso de Berlín: Civilización, comercio
y cristianización.
Portugal consideró a sus territorios de ultramar como despensas de las
cuales mantener una metrópoli que dependía de esas colonias. Semejante
fue la conquista de Mozambique y las sanguinarias expediciones de los marinos
portugueses Almeida, Ravaiso, Saldaña, Soares, Barbosa, considerados
como héroes en la metrópoli.
Pero Angola es ahora noticia al haber muerto Jonas Savimbi sin haber conseguido
el puesto que les pertenece en el concierto mundial por las guerras civiles
movidas por los intereses foráneos que intervienen en sus asuntos internos
con la complicidad de antiguos colonos. Es la estrategia de un pueblo pequeño
que siempre se consideró por encima de sus posibilidades reales. Su lema:
"Portugal non è un país pequenho". Sólo su toma de conciencia
hará de Angola uno de los países más desarrollados de Africa.
Entre el siglo XII y XVI se vivieron los grandes siglos del África negra
con imperios bien organizados como los de Malí, los estados Hausa, los
reinos Yoruba y Benin, y los de los bantús y el Congo en el África
Central y los de Zimbabwe y el Monomotapa, en el sur. La cuenca del río
Congo incluía los actuales Congo Brazza, Congo Zaire y Angola, además
de Zambia y Gabón. El Manicongo reinaba directamente sobre su territorio
e indirectamente sobre sus vecinos por medio de vasallos tributarios y ejercían
una especie de arbitraje en sus querellas y de tribunal de suprema instancia.
Cuando llegaron los portugueses, al mando de Diego Cao, prometieron relaciones
amistosas y de cooperación al rey Nzanga Nkuwu. Las armas portuguesas
apoyaron al rey y al poder ya existente - luego, nada de "tierra de nadie" -,
pero introdujeron la intensificación brutal de la esclavitud que hasta
entonces era un asunto doméstico que sólo afectaba a los vencidos
en guerras, pero que no constituía el comercio que iba a diezmar a la
población pues las sacas eran de unos 5.000 esclavos por año entre
los más jóvenes y fuertes.
Portugal no secundó la política descolonizadora de Inglaterra
y de Francia en los años 60. Perdido el Brasil, su fuente de riqueza
la constituían las "provincias portuguesas de ultramar": Angola, Mozambique,
Guinea Bissau, San Tomé y hasta Macao. Fue con motivo de la Revolución
de los Claveles, el 25 de abril de 1974, que un Ejército harto de servir
de gendarmes de un imperio colonialista derrocaron el régimen de Oliveira
Salazar y Marcelo Caetano.
Se habían constituido varios frentes: el MPLA (Movimiento Popular para
la Liberación de Angola) presidido por Agostinho Neto, que luchaba por
la independencia y que se alinearía con los países socialistas;
el FNLA (Frente Nacional para la Liberación de Angola) dirigido por Holden
Roberto abiertamente financiado por la CIA después de la revolución
portuguesa; y la siniestra UNITA (Unión para la independencia total de
Angola) dirigida por Jonas Savimbi sostenido por el régimen racista de
Sudáfrica y por los antiguos colonos portugueses hasta que Mandela alcanzó
el triunfo sobre el régimen del apartheid.
Cuando el MPLA proclamó la independencia en 1975, el Zaire invadió
Angola por el norte y Sudáfrica por el Sur con la complicidad de UNITA.
En 1976, la ONU reconoció al gobierno de Agostinho Neto como legítima
autoridad pero los colonizadores no lo aceptaron, emigraron llevándose
lo que pudieron y desmantelaron las instalaciones productivas.
La guerra civil estaba servida: angoleños socialistas defendían
al Gobierno ayudados por los países del Este y por tropas cubanas, UNITA
se apoyaba en los sudafricanos, en Mobutu y en los Estados Unidos. En 1979,
Agostinho Neto murió y le sucedió el ingeniero José Eduardo
dos Santos que ha vivido en plena guerra civil, fomentada desde el exterior
y con una economía que no pudo levantar cabeza. La caída del muro
de Berlín y la llegada al poder de Nelson Mandela parecieron poner término
a esa sangrienta guerra. Se firmaron treguas en 1989 y acuerdos de paz en 1990.
Hubo elecciones en 1992 que ganó José Eduardo dos Santos, pero
que Jonás Savimbi no aceptó y ocupó la zona de las minas
de diamantes. En 1993, por los acuerdos de Lusaka, se aprobó una Ley
de Amnistía para que todos los soldados para que formaron un ejército
nacional, se ofreció la vicepresidencia del país a Savimbi, que
nunca llegó a ocupar por las presiones de los grupos de intereses que
de los cuales era testaferro.
La responsabilidad de la Organización para la Unidad Africana (OUA) y
de las agencias de la ONU es inmensa y factible mediante un Plan Marshall recompensado
en pocos años, dadas sus riquezas. No es cuestión de acudir a
atavismos romanos.