Abril 5, 2025
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25 de mayo del 2002
Una
fortaleza para Bush
Osvaldo Bayer
P�gina 12 �
Los berlineses se levantaron ayer con dolor de cabeza por pura desorientaci�n.
Ver ese espect�culo de tres d�as, su ciudad convertida en fortaleza por la
visita de apenas dieciocho horas de George W. Bush, los hizo comprobar cu�n
artificial se ha convertido la pol�tica, la democracia, la seguridad, los
sentimientos cristianos, la hermandad entre los pueblos y toda esa artiller�a
de palabras con que se los bombarde� constantemente durante la existencia
del muro y despu�s. Diez mil polic�as y 600 empleados de la CIA cerraron todo
el centro herm�ticamente. �Qu� tiempos aquellos cuando las carrozas de las
visitas reales se paseaban a paso de trote de los caballos por la Unter den
Linden! No: aqu�, todo cerrado, herm�tico, con tiradores en los techos, con
polic�as femeninas revisando los pastos del Tiergarten, con sospechosos en
vestimenta civil abriendo las cajas de las columnas de alumbrado. Todo berlin�s
pas� a ser sospechoso. Es que ven�a el hombre de Texas, George Doublei� Bush.
�
Toda la escenificaci�n sirvi� s�lo para mostrar qu� encadenada est� la pol�tica
alemana a la de Estados Unidos. Pero qu� alejados est�n sus sentimientos.
No existen ya relaciones carnales de las culturas. El hombre de Texas no pudo
conquistar Berl�n. Se lo vio pasar al cowboy como un adelanto de una muestra
pr�xima de un film del Lejano Oeste. Es que Bush puede despertar simpat�a,
pero ni tranquilidad ni confianza. "Viene a buscar aliados para su pr�xima
guerra", fue la desconfiada interpretaci�n del hombre medio que tiene
miedo que le manden a sus hijos a la pr�xima guerra con Irak. �
Su discurso en el Reichstag no fue ni hist�rico ni una pieza brillante. Fue
un esquema sin tut�as para continuar con los misiles y bombardeos. No hay
otra interpretaci�n: habl� de inseguridades para hacer notar a�n m�s su papel
protector. Su discurso fue un proleg�meno, redactado por alg�n experto en
clima psicol�gico. Y sirvi� para comprobar qu� sometidos est�n los pol�ticos
alemanes a la influencia del inmenso poder�o que viene del Oeste. Fue hasta
lamentable ver los esfuerzos de Gerhard Schroeder, el primer ministro alem�n,
por mantenerle la sonrisa a su amigo George Doublei�. No s�lo del partido
mayoritario sino tambi�n de su asociado en el poder, el Partido Verde. Ver
las interrupciones del discurso con aplausos met�dicos mostr� las ganas de
quedar bien con el gran patr�n. Tan luego los verdes, aquella vanguardia combativa
en las calles estudiantiles del '68. Pareciera que alcanzar el poder, disciplina.
O�r al ministro de Asuntos Extranjeros, Joschka Fischer, recomendar con voz
teatral a los j�venes comportarse bien y ser disciplinados, cuando fotos de
su juventud revolucionaria lo muestran con piedras en las dos manos. �
S�lo un diputado verde abandon� la sala de sesiones �"ante tanta estupidez",
como dijo�, y tres ex comunistas �que hoy cogobiernan la ciudad de Berl�n�
mostraron un cartel pacifista: "Terminen con las guerras, se�ores Bush
y Schroeder". En las calles, los j�venes demostraron su desprecio hacia
todo aquello que se califique como globalizaci�n, preparaci�n para la guerra,
perjuicios a la naturaleza (EE.UU. no firm� el protocolo de Kyoto sobre da�os
a la biosfera); ment�s a los derechos humanos (Estados Unidos no acepta la
Corte Suprema Internacional de Justicia). Saludable fue ver a los j�venes
marchar sin autodefensas ante los miles de polic�as armados hasta los dientes
y con sus rostros desfigurados por las escafandras. J�venes que mostraban
su humor y su b�squeda de paz contra todos los anuncios del hombre de Texas,
en el Bundestag, guardado por las barricadas conformadas por los custodias
y una gama pat�tica de hombres vestidos de negro y el pelo a bocha mirando
con ojos de animales venenosos a los j�venes de la protesta. �
Diez escritores alemanes les enviaron cartas a Bush tratando con dolorosa
iron�a este carnaval tr�gico de sus apariciones y sus discursosfluctuantes.
"Am�rica y Europa se necesitan mutuamente para llevar a cabo y ganar
la guerra contra el terror global", dijo su majestad Doublei� en el Bundestag
con mirada fantasmal de meter miedo. No, se�or presidente, lo que necesitamos
definitivamente es ganar la paz para vivir en dignidad. Usted habla de las
armas que tienen los terroristas. Habr�a que ver qui�n les vendi� esas armas
o c�mo llegaron a obtener las f�rmulas para fabricarlas. Ustedes venden todo,
empezando por la propia conciencia, y despu�s hacen la guerra para destruir
esas armas que vendieron. Llam� al "terrorismo internacional" el
"eje del mal". Algo b�blico para asustar a disciplinados aprovechadores
de su sistema para que lo sigan apoyando. Creemos que el eje del mal est�
en manos de la naci�n que tiene todos los poderes y que maneja universalmente
la econom�a como se le da la gana. "Tenemos que obrar con decisi�n",
nos dice con respecto a lo que �l llama guerra. No, antes tenemos que obrar
con decisi�n en toda la pol�tica financiera que llevan a cabo los organismos
internacionales. Nos asusta con la guerra �que habr�a que deslindar bien qui�n
la provoc� o la est� provocando� para que todo el actual panorama en el tercer
mundo de miseria y explotaci�n no se mueva, y los grandes consorcios internacionales
sigan con sus habituales negocios. �
El discurso "hist�rico" de Bush en Berl�n es una p�gina c�nica de
toda una pol�tica que habla mucho de modificar para que nada cambie. �
La mejor muestra de lo que es el miedo y la violencia la mostr� esa ciudad
de Berl�n, vac�a y custodiada, esa fortaleza inicua. �Qui�n inici� esa violencia
para provocar tanto miedo? �C�mo viviremos en el futuro si, al parecer, la
violencia est� cada vez m�s cerca y en cinco a�os se van a necesitar 20 mil
polic�as y gendarmes para cuidar a su majestad, el emperador de Washington
y de sus tierras lacayas? �
Lo de Berl�n fue un teatro descomunal de algo que es lo irracional-pat�tico.
Doublei� ha pasado a ser el verdadero Papa occidental. Faltaba el jueves que
se le batiera incienso en el Bundestag. Todos le sonre�an: dem�crata-cristianos,
socialdem�cratas, liberales, verdes, esposas, esposos, embajadores, ordenanzas,
polic�as, gendarmes. Todos con la sonrisa estampada para el hombre surgido
de tierras de horca y cartuchos. �
�D�nde ha quedado la sabidur�a del mundo? En el cinismo. �Por qu� no est�n
los hombres de la �tica y del estudio profundo del ser humano? �Por qu�, en
cambio, dictadorzuelos o "presidentes" como los que nos toca soportar
desde hace siglos? �Por qu� hombres de pistola al cinto y no los seres de
la palabra y el debate? Uno de los paseantes con quien me detuve en el Tiergarten
me dijo: "Pensar que dependemos de �l". Otro paseante contest� a
un periodista sobre la figura: "Simp�tico, pero peligroso"; otro
(en traducci�n porte�a): "Ese, �de qu� la va el tipo �se?"; y otro
m�s all�: "Es el que tiene la manija". Buenas definiciones. �
Segu� caminando por las calles de ese Berl�n fortificado y pens� en aquel
muro y en estos muros invisibles. Por esas calles de Berl�n desfilaron los
mariscales prusianos de Bismarck y m�s tarde los soldados del '14 como ganado
directo al matadero. Pero tambi�n anduvo Rosa Luxemburgo repartiendo volantes
y los marineros de Kiel, revolucionarios, llevando la esperanza roja y s�,
tambi�n, los hombres de uniforme pardo con paso de ganso, y otra vez las guerras.
Estamos en guerra, dice Doublei� y nos har�n marchar de nuevo. "Defendemos
la civilizaci�n misma", dijo con voz tonante en el Bundestag. El hace
la guerra y los pueblos pagan con su hambre los pr�stamos del Fondo Monetario
Internacional. �O eso es pura casualidad? "Los buenos prop�sitos pueden
traer consuelo, pero ninguna seguridad." Seguridad, �sa es la palabra.
Ahora s�: por eso el hombre de Texas con la pistola al cinto. Seguridad: por
eso fabricar armas, preparar los misiles y tambi�n fundar el ALCA. Todo es
seguridad, principalmente la seguridad de Estados Unidos. Doublei� saluda
a todos y todos sonr�en embobados. Habla todav�a otra vez de "seguridad".
"Nos une una meta seria, en la cual descansan la seguridad de nuestros
pueblos y el destino de nuestra Libertad." Palabras que pueden decir
todo, pero que casi siempre no significan nada. Se dicen para el aplauso final.
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Nosotros aplaudimos, nuestro destino est� entre ser mamarrachos u oler a cad�ver.
Los mamarrachos agitan las manos obsecuentes con el presidente que parte.
Los estudiantes, a una calavera que le han puesto el sombrero de cowboy de
Texas. �
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