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Otorga "amplia autoridad"
a la CIA
para acciones militares letales en 80 países
EU podría extender a Colombia y Filipinas sus operaciones contrainsurgentes,
según analistas
Posible, que participe en ataques, más allá de su papel de apoyo
y asesoramiento
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES / La Jornada
Washington, 12 de febrero. Alentado por el éxito de la guerra
en Afganistán, el gobierno de George W. Bush está ampliando operaciones
contrainsurgentes en varios países, incluyendo Colombia y Filipinas,
donde podría participar directamente en ataques y no sólo ejercer
su papel de apoyo y asesoramiento, según funcionarios gubernamentales
y analistas independientes consultados por La Jornada.
Las fuerzas armadas de Estados Unidos están planeando otorgar un papel
más activo a sus "asesores" militares en países como Colombia
y Filipinas, entre otros, donde no sólo brindarán capacitación,
sino que participarán en la dirección de ataques contra guerrilleros,
según varias fuentes gubernamentales entrevistadas durante los días
recientes.
Además, el gobierno de Bush ha aprobado un nuevo programa de la CIA que
otorga a la agencia amplia autoridad para realizar operaciones militares letales
en unos 80 países, como parte de la nueva "guerra contra el terrorismo".
Más allá de estas iniciativas, la Casa Blanca, según algunas
versiones, ha discutido la opción de acciones militares en Irak, Yemen,
Sudán, Líbano, Somalia y Corea del Norte.
Hasta la fecha, la Casa Blanca ya ha enviado 650 militares a una "misión
de capacitación" al sur de Filipinas, en lo que funcionarios ya conceden
se trata más de fortalecer el esfuerzo contrainsurgente que de entrenar
tropas filipinas; habrá un "instructor" estadunidense para cada dos soldados
filipinos en la misión. También hay versiones periodísticas
de que nuevos equipos militares estadunidenses se están desplegando para
ofrecer capacitación y recaudar inteligencia en Africa oriental y en
el lejano Oriente.
Largo historial
Estados Unidos tiene una larga historia en capacitación y participación
en operaciones de contrainsurgencia, pero las dimensiones de estas iniciativas
a veces han sido limitadas por presiones del Congreso y la opinión pública
estadunidense preocupados por relaciones entre los militares estadunidenses
y gobiernos opresivos y que violan derechos humanos. En la última parte
de los años 90, Estados Unidos silenciosa pero drásticamente había
ampliado la capacitación de tropas de operaciones especiales de varios
países mediante un programa conocido como Entrenamiento de Ejercicio
Combinado Conjunto (JCET, por sus siglas en inglés), informo Michael
McClintock, autor del libro Instruments of Statecraft.
Este programa, que operó en las sombras en más de 150 países,
ayudó a nutrir relaciones entre las fuerzas de operaciones especiales
de Estados Unidos y las fuerzas armadas de países como Uzbekistán
y Turquía, donde constantemente los militares han sido acusados de actos
de brutalidad. Desde los ataques del 11 de septiembre, comentó McClintock,
"estos programas han sido sacados de las sombras".
Además, según varias entrevistas con funcionarios estadunidenses,
las propuestas para este tipo de programas se han ampliado y, por lo menos en
algunos casos, la línea entre capacitación y participación
activa en operaciones militares casi ha desaparecido.
Un ejemplo de este cambio fue cuando el gobierno de Bush emitió una nueva
propuesta presupuestal de asistencia a Colombia. En el pasado, toda la asistencia
militar para ese país había sido definida como "antinarcóticos",
pero la semana pasada, cuando el presupuesto federal fue enviado al Congreso,
funcionarios del gobierno de Bush señalaron que deseaban ampliar la asistencia
para permitir que las fuerzas colombianas entrenadas por Estados Unidos enfrentaran
directamente a la guerrilla no involucrada en el narcotráfico.
"Por primera vez, la administración (de Bush) está proponiendo
cruzar la línea de antinarcóticos a contrainsurgencia. Como asunto
de nuestra política nacional, esto ya no se trata de parar drogas sino
de luchar contra las guerrillas", advirtió el senador Patrick Leahy al
conocer la propuesta.
Varios funcionarios del gobierno confirmaron a La Jornada que este año
el gobierno de Bush planea otorgar un nivel mucho más alto de apoyo militar
a las fuerzas armadas colombianas. De hecho, unos 98 millones de dólares
la nueva asistencia solicitada por el gobierno de Bush para Colombia este año,
ni siquiera será llamada "antinarcóticos", sino que será
canalizada mediante un programa de financiamiento militar extranjero, cuyo propósito
será otorgar protección a un oleoducto operado por una empresa
petrolera estadunidense.
Drogas, la justificación
Cuando funcionarios del gobierno de Bush realizaban una sesión informativa
al Congreso unos días después, dos asesores legislativos los cuestionaron
sobre si esta expansión de la guerra en Colombia podría llevar
a Estados Unidos a una situación parecida a la desastrosa guerra en Vietnam,
indican versiones de lo que transcurrió en la reunión a puerta
cerrada.
"Han abandonado la justificación de que esto se trata de la guerra contra
las drogas", explicó Adam Isacson, analista principal del Centro de Política
Internacional, en Washington. "Esta es la primera asistencia militar significativa
a Colombia no relacionada con la droga desde finales de la guerra fría",
apuntó en entrevista con La Jornada. Varios personajes, dentro
y fuera del gobierno, han cuestionado si la gente de Bush ha dedicado suficiente
atención a las consecuencias potenciales de tal expansión de la
guerra en Colombia.
"Aún no sabemos si desean seguir el modelo de los asesores estadunidenses
en El Salvador (en los años 80) a una escala bastante grande en Colombia,
y sólo proteger algunos pocos intereses económicos estadunidenses",
dijo Isacson.
Si los militares estadunidenses, señaló, estuvieran considerando
sumarse en forma activa y directa en el esfuerzo militar colombiano supuestamente
para obligar al FARC a sentarse en la mesa de negociaciones, deberían
recordar que Colombia es 53 veces más grande que El Salvador, con una
población ocho veces más numerosa. "Eso sería un compromiso
enorme", dijo.
El Centro de Política Internacional, comentó Isacson, está
preocupado tanto por el tamaño de este posible compromiso como por la
implicación de que las fuerzas estadunidenses pudieran acercarse más
a las fuerzas militares colombianas con su terrible historial de abusos de derechos
humanos.
Aun dentro del propio gobierno hay desacuerdo sobre si Estados Unidos ha desarrollado
una justificación coherente para el programa en Colombia, en particular,
y la guerra más amplia contra el terrorismo, en general. "No estoy seguro
que proteger un oleoducto puede llamarse lucha contra el terrorismo", comentó
una fuente republicana conservadora del gobierno a este diario. "El terrorismo
trata de aterrorizar a individuos, no a oleoductos". El gobierno de Bush, insistió
la fuente, aún no cuenta con una propuesta coherente para justificar
su presencia militar en Colombia.
Pero hay muy poco debate público sobre la expansión de la guerra
en Colombia o alrededor del mundo. Cuando el veterano reportero de The Washington
Post, Bob Woodward, informó la semana pasada que la CIA había
solicitado y recibido aprobación para una nueva estrategia conocida como
"Matriz mundial de ataque", que considera acciones encubiertas en 80 países
donde se dice que operan células "terroristas", la revelación
no logró despertar casi ningún debate público.
"Nadie va a enfrentar a este presidente, ahora, particularmente por un asunto
de política exterior", insistió una fuente gubernamental crítica
de estas nuevas propuestas. "Simplemente no sucederá cuando él
tiene niveles de aprobación de 80 por ciento en las encuestas", concluyó.