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3 de febrero del 2002
Más de 10.000 protestan contra el FMI en Nueva York
Bajo la sombra de la estatua de Cristóbal Colón, miles
de manifestantes bailaron samba y tango, colocaron un bandera anarquista en
el monumento a la guerra contra España de 1898, y lanzaron la protesta
más grande contra la globalización empresarial desde el 11 de
septiembre.
La marcha salió desde dos puntos en Central Park, cruzó la Quinta
Avenida y, por una ruta serpenteante, llegó a dos cuadras de la sede
de la reunión anual del Foro Económico Mundial (o como se le calificó
en una pancarta, "Fracaso Económico Mundial") en el hotel Waldorf Astoria.
"Capitalista malo, ni un martini" era un lema entre mil coreados durante el
recorrido, al que se sumaron punks, ambientalistas, sindicalistas, reverendos,
estudiantes y hasta las Abuelas Furiosas.
La manifestación era acompañada también por un dragón
de 15 metros de largo cargado por 30 personas -"todos despierten", demandaba-
enormes títeres, "tiburones empresariales", un buitre parado sobre un
globo del mundo, grandísimas mantas contra el Foro Económico Mundial
(FEM), y otras en las que se leía "Todos somos palestinos" y "La protesta
no es terrorismo".
Pero más que todo, era la música la que marcaba la presencia y
el júbilo de los manifestantes. Brigadas de personas tocando de todo,
desde tambores, tamborines, bongoes, cacerolas, botes de basura y cualquier
otro objeto que pudo usarse como percusión, lo que provocaba que la marcha
se convirtiera, de pronto, en baile. También este ruido rítmico
fue usado como arma, al lanzarse un asalto musical contra una tienda Gap. Y
a diferencia de muchas otras marchas, ésta tuvo un tema unitario: "Otro
mundo es posible".
Un enorme pene de plástico de siete metros de alto tenía inscrito:
"el FEM nos chinga a todos". También había un número de
enormes pretzels y uno decía "el pretzel de la verdad", en referencia
a este tipo de botana con la cual casi se sofocó el presidente George
W. Bush.
La marcha y manifestación fue escoltada por miles de policías
que buscaron asegurar un control constante sobre el movimiento y actividad de
los participantes, y a pesar de unos cuantos enfrentamientos verbales aislados,
todo procedió sin violencia, como habían prometido los manifestantes.
Al final de este día, el comisionado de Policía de Nueva York,
Raymond Kelly, informó que se habían realizado 36 arrestos, y
que los manifestantes habían sido "generalmente pacíficos".
"No somos un movimiento antiglobalizacion. Somos un movimiento por la justicia
global", reiteró Beka Economopolous, de la coalición que organizó
este acto, durante el mitin al iniciar la marcha. Dijo que los participantes
del Foro Social Mundial de Porto Alegre habían enviado su amor y apoyo
a los manifestantes en Nueva York.
El cantautor británico Billy Bragg fue uno de los músicos que
participaron, e interpretró una canción sobre la falta de democracia
en el modelo económico internacional, que incluyó una estrofa
sobre el Banco Mundial y México: "El Banco Mundial le dice a México
tienes que mantener bajos tus impuestos a las empresas; no tienen derecho de
usar esa espada; reciban sus órdenes de los presidentes de las juntas
directivas".
Al avanzar la marcha por las principales calles y avenidas del centro de Manhattan,
acabando sobre la lujosa Park Avenue -sede de varias de las matrices de empresas
trasnacionales, bancos internacionales y hoteles suntuosos-, los curiosos se
detenían para ver pasar los contingentes, y en algunas ocasiones para
expresar su apoyo. Un vendedor de cigarros ofreció su mercancía
gratis a un fotógrafo que cubría el acto, y un policía
dijo a un compañero: "¿Por qué no estamos marchando con ellos?"
Después de ver que entre las demandas había una por salarios más
altos para trabajadores del sector público.
"¡Ay, qué emocionante! -exclamó una mujer bien vestida al ver
pasar la marcha- me recuerda mis tiempos en los años sesenta. Me sumaría
a ellos si no tuviera que regresar a mi oficina".
Entre los manifestantes había de todo, desde 50 trabajadores del sindicato
siderúrgico de Canadá hasta una banda de 30 universitarias con
pelo multicolor que llegaron de Boston. Grupos comunitarios, activistas sociales,
religiosos y familias con niños conformaron lo que parecía más
un desfile festivo. También un contingente de la agrupación Abuelas
Furiosas, muchas de ellas veteranas de luchas sociales durante décadas,
entonando canciones sobre los peligros del poder empresarial. "No rompemos ventanas,
no nos arresten. Sólo cantamos", decía una de la "abuelitas" que
ha participado en luchas sindicales durante buena parte de sus 82 años.
David Levy, un vocero de la coalición Otro mundo es posible, declaró
a La Jornada : "en los pasados dos días todos preguntaban ¿dónde
están los manifestantes? Pero siempre habíamos dicho que las manifestaciones
principales se realizarían hoy". Lo impresionante de este sábado,
añadió, fue "que a pesar de semanas de retórica de intimidación
de la policía y de su abrumadora presencia, más de 10 mil personas
acudieron hoy para hacerse escuchar".