Internacional
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30 de noviembre del 2002
¡Pero si es un zopenco!
John Chuckman
YellowTimes
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Françoise Ducros, directora de comunicaciones del Primer Ministro de Canadá, Jean Chretien, dijo en una conversación privada que Mr. Bush era un zopenco por la manera como impuso su obsesión respecto a Irak en una reunión de la OTAN en Praga, que tenía otros temas importantes que resolver. La mayoría de la gente informada del planeta clasificaría su observación en la misma categoría que "los cereales azucarados son un desayuno horrible," pero es tan raro que se escuche aunque sea la más ligera verdad sobre el patético director gerente de EE.UU., que se ha provocado un cierto revuelo.
Sucedió sólo porque su observación privada fue reproducida por un periódico fundado por el magnate de la prensa canadiense Conrad Black, un hombre que renunció a su ciudadanía para que lo aceptaran en la Cámara de los Lores de Gran Bretaña, que le otorga la posibilidad de pontificar en salas neogóticas disfrazado con una amplia toga escarlata rematada por bullones de pelusas blancas. Pero sus buenas obras en Canadá lo siguen de cerca, así como el periódico absurdamente tendencioso que creó, The National Post, sigue cumpliendo con su deber –en este caso, informar sobre una observación indudablemente privada, únicamente para crearle problemas al Primer Ministro liberal de Canadá.
No sé qué pasa con los "neocons", tal vez sea su afinidad con la extraña derecha religiosa, tal vez sea un desarrollo emocional atrofiado, pero sufren de esa necesidad de andar husmeando en los asuntos privados de otros. Husmean en los cubículos de los aseos, bajo las camas, o en los contenidos de las canastas de ropa sucia buscando material político adecuado –la absurda acusación contra el Presidente Clinton fue el mayor resultado del siglo de esta extraña necesidad.
Una mancha sobre un vestido, unas pocas palabras deshonestas de un Presidente, obviamente ansioso por evitarse bochornos, y ya está, se gastan cien millones de dólares, se inmoviliza a toda una nación durante meses, y se publican como si fueran documentos gubernamentales oficiales, palabras y descripciones más adecuadas para el tipo de literatura conocida como 'ficción romántica', a la disposición de cualquier niñito para que los lea.
Uno de los advenedizos yanquis-neocon, reuniendo cada gramo de autoridad que sus facciones tirando a rosa, regordetas, de bebé, son capaces de exteriorizar (¿se han dado cuenta cuántos de estos tipos se parecen a bebés regordetes? –Gingrich, Falwell, Robertson, Limbaugh, etc. Probablemente exista alguna clave concreta en el asunto que nos lleve hacia algún síndrome desconocido de anormalidad genética.) exigió una disculpa y el despido de Ms. Ducros. Pero el Primer Ministro Chretien está hecho de material más sólido. Lo fotografiaron en el Parlamento, con su mano ocultando un bostezo.
Pienso que estos eventos suman considerable fuerza a los argumentos por una mayor participación de las mujeres en la política. Las mujeres han demostrado una superior capacidad para reconocer la desnudez vergonzante de un emperador muy excéntrico.
La Ministro del Exterior de Japón Makiko Tanaka, hija de un antiguo primer ministro, hizo el año pasado la observación privada en una cena en EE.UU. que Bush "es un imbécil perfecto." Esto, de nuevo, difundido, por cierto, por los "neocons", incluyó precisamente la palabra que el mismo Bush había utilizado durante su campaña electoral para describir a un reportero periodístico, no a un político que amenazaba la paz mundial, cuya honradez le molestaba. Bush se negó a pedir disculpas por lo que fue una observación privada hecha ante un micrófono abierto. La observación de Tanaka, asimismo, fue privada, pero fue rápidamente forzada a abandonar el gobierno japonés.
La ministro de justicia alemana Herta Däubler-Gmelin, otra mujer dura, astuta, hizo recientemente la observación que el truco de Bush de evitar dificultades interiores mediante la guerra había sido previamente probada por Hitler. Los estudiantes de historia sabrán que su declaración no fue más que la manifestación de un hecho indiscutible, pero, hasta hoy, el Jefe-cara-de-bebé de Washington se niega incluso a reunirse con el canciller alemán, una actitud patética por parte de un hombre con semejante poder. Cualquier político con algo de inteligencia real dejaría pasar las cosas, basándose en una calidad que generalmente se llama gentileza, o esplendidez, o clase, pero no hay que perder el tiempo buscando una calidad semejante en los tipos "neocon" de EE.UU.
La petulancia de Bush por una observación intrascendente, subraya el motivo por el que se nos obliga a orbitar peligrosamente alrededor de Irak, un país bastante intrascendente, aplastado ya por la guerra y el embargo. Sadam lo hizo pasar mal a papá, y eso basta para poner en peligro, literalmente, el futuro de la paz mundial. Habría que repetir la acusación de Clinton en una escala épica, con música wagneriana bañada en sangre y mística.
La obsesión es particularmente angustiosa cuando procede ante un fondo de revelaciones de que Corea del Norte, un régimen extraño, como el que más, ya tiene un par de bombas atómicas y ciertamente tiene un programa muy activo de fabricación de material fusible. Corea del Norte también posee misiles que pueden alcanzar varios de los principales centros poblados de Asia.
La obsesión se presenta, también, ante un fondo de explosiva inestabilidad en el Oriente Próximo. Mr. Bush simplemente pasa por alto las inmensas obligaciones que EE.UU. tiene en esa área. Se niega a ver que sus teutónicos caballeros de la guerra contra el terror, vistos por muchos como perdidamente infectados con prejuicios anti- musulmanes, sólo hacen que una situación letal, se haya más letal todavía.
Mientras tanto, EE.UU. pasa el tiempo desplegando inmensos recursos para matar una mosca.
Zopenco, sin duda.
25 de noviembre de 2002
[John Chuckman es ex economista jefe de una gran compañía petrolera canadiense. Tiene muchos intereses y es un estudiante de historia de toda la vida. Escribe con un deseo apasionado de honradez, del dominio de la razón, y de la preocupación por la decencia humana. No es miembro de algún partido político y rechaza lo que ha sido llamado la "cultura de la queja" de EE.UU. con su costumbre de reducir todo tema importante a una discusión improductiva entre dos grupos simplistamente definidos. John considera que lo honra el haber abandonado Estados Unidos como un joven pobre del lado Sur de Chicago, cuando el país se lanzó en el asesinato sin sentido de unos tres millones de vietnamitas en su propio país, porque sucedía que optaron por posiciones económicas equivocadas. Vive en Canadá, país al que gusta de calificar de "reino amante de la paz".]
El correo de John Chuckman es: jchuckman@YellowTimes.org
[Nota del traductor para angloparlantes: la palabra original en inglés, por supuesto, en el caso de la Sra. Tanaka, fue "asshole".]