10 de diciembre del 2002
El contoneo del gallo
Antonio Maira
Cádiz Rebelde
¡Ay triquitraque!
paticorto, pájaro tripón,
sin pluma y con espolones
de peleón.
Moreno Galván. José Meneses
Bush -paticorto y peleón como el "gorrión Franco" al que
cantaba José Meneses- camina contoneándose y mirando de lado a
lado como los gallos, y se ríe divertido escondiendo su cara de tramposo.
Sonríe con las complicidades muy gozosas como las de Blair, Berlusconi
o Aznar y se desternilla con las complicidades más forzadas. El presidente
de los EEUU se pavonea sobre una larga alfombra de gobernantes serviles. Bush
se celebra a sí mismo y a su chulería tabernaria con una sonrisa
de autocomplacencia siempre que se acerca a los micros.
El capitalismo y las madres
Después de la puesta en escena de contoneo bravucón y sonrisa
triunfante, Bush repite por donde quiera un manualito corto, bien vivido y asimilado,
sobre la libertad de empresa y de mercado que para él es la única
libertad y expresión de humanidad: "principio moral" y "condición
humana" en palabras que le gusta repetir al presidente. Comprar y vender es
sin duda el principio de toda relación social para este multimillonario
tejano que maneja la política mundial con un selecto grupo de multimillonarios.
En nombre de todos ellos habla George: "En la base de mi política exterior
se encuentra un sistema de valores innegociable, el de los valores que más
apreciamos. Y si los valores son beneficiosos para nuestra gente, tienen que
serlo para otros pueblos, no es que haya que imponerlos porque son valores de
origen divino. No son una creación de los Estados Unidos. Son los valores
de la libertad, y la condición humana, y el amor de las madres por sus
hijos".(1) Libertad de negocio y amor de madres. Todo un complejo mundo de valores
con el que ese pequeño comité de magnates dan respuesta a los
problemas del mundo: economía capitalista y sentimiento maternal.
Guerras preventivas, de destrucción masiva y sin límites
En Praga, Bush impone a sus "incondicionales" socios mayores y menores de
la OTAN la norma suprema de conducta: "El mundo necesita que las naciones de
este continente sean activas en defensa de la libertad (léase: estén
dispuestas a atacar a Irak, Irán, Corea, Siria, Libia, Cuba o cualquier
otro enemigo de los EEUU, o a sumarse a bloqueos genocidas contra los rebeldes
del Imperio o contra los enemigos de los "mercados abiertos") y no mirándose
hacia dentro o aislados por la indiferencia". "Europa decidirá su lugar
en los sucesos del mundo... afrontará sus responsabilidades mundiales
o elegirá vivir aislada de los retos de nuestro tiempo".(2) Todos sus
oyentes saben que el presidente de los EEUU se refiere específicamente
al apoyo incondicionado a una guerra contra Irak para responder a unas amenazas
inverosímiles que han fabricado completamente los Estados Unidos. Por
si hubiera alguna duda añade, refiriéndose ya directamente a la
próxima campaña y a las colaboraciones militares que ha "pedido"
a unos cincuenta países del mundo: "Se trata de una opción que
debe tomar cada país para decidir cómo, en qué medida y
cuándo prefieren participar". Cómo, en qué medida y
cuándo. De ninguna manera la opción incluye la negativa a
esa participación. Una lucha por la libertad que empieza con la coacción
a los amigos y la imposición de hacer la guerra.
Las responsabilidades de los socios menores de la OTAN incluyen además
la aceptación de la guerra preventiva en cualquier lugar del orbe, de
destrucción masiva, por supuesto. Los EEUU no se implican en guerras
de destrucción limitada sino de toda la "destrucción necesaria",
con armas que tienen esa capacidad. Ésta es otra de las aportaciones
de Washington a la cultura y a la civilización occidentales –complementaria
de la libre empresa, y también del buen libre comercio: el que funciona
en la dirección favorable a la economía norteamericana- .
Además los gobiernos de esos aliados, independientemente del entusiasmo
en la colaboración con el ejército de los Estados Unidos, se comprometen
a guerrear codo con codo con unas fuerzas armadas que niegan los límites
de la guerra: no otra cosa supone la negativa a aceptar la jurisdicción
del Tribunal Penal Internacional contra la crímenes de guerra, lesa humanidad
y genocidio.
La fuerza y la vehemencia humanitaria del comandante en jefe
Bush es un predicador de la guerra como instrumento para el logro de "la
paz": "la acción (se refiere a la fuerza) proporciona una especie de
estela tras la que se pueden colocar los dirigentes y países reacios
para comprobar que se ha producido un paso positivo hacia la paz". E insiste
en el derecho al uso de la fuerza y en su potencial coactivo: "Todo el éxito
que EEUU logre por su cuenta fortalecerá su capacidad de construir una
coalición internacional". Y con absoluta brutalidad indica cuál
es el papel del presidente en este uso de la violencia: "mi tarea consiste en
hacer que la hoja permanezca afilada". Claro que quien mejor expresa la función
de la fuerza es Richard Perle: "Si destruimos a los talibanes y destruimos el
régimen de Sadam, el mensaje para los otros está claro: el próximo
serás tú. Dos palabras ("you´re next") que son una diplomacia
muy efectiva".
El sentido de la autoridad del gallo Bush es absoluta: "Soy el comandante en
jefe, no necesito explicar por que digo las cosas que digo... Es lo bueno de
ser presidente... no le debo una explicación a nadie". Aunque las declaraciones
fueron hechas en el contexto del gobierno de los EEUU, es obvio que esa concepción
del "comandante en jefe" es aplicada por Bush a las relaciones exteriores.
Pero no exageremos la pasión bélica de Bush. El presidente de
los EEUU modera su condición de autócrata del mundo con un fuerte
"sentido humanitario". Él insistió para que la aviación
estadounidense llevase ayuda alimenticia a Afganistán –algunos miles
de raciones diseminadas por el territorio- antes de que empezaran los terribles
bombardeos: "Yo quería que nos considerasen los libertadores".
"Los intereses humanitarios –afirma con desparpajo- también influyeron
en la necesidad de enfrentarme a Irak... es claro que el cambio de régimen
en Irak tendrá repercusiones estratégicas. Pero hay algo más
profundo en lo que a mí respecta. El profundo sufrimiento".(3) Pocos
meses después de estas declaraciones filantrópicas, a mediados
de noviembre, la Unicef hacía una advertencia sobre algo muy sabido –sobre
todo por el gobierno de los EEUU-, la agravación de la crisis humanitaria
provocada por la destrucción sistemática de todo el sistema de
conducción y depuración de aguas, y por un embargo que impide,
entre otras casas, la restauración de ese sistema y la compra de alimentos
y medicamentos: cinco millones de niños menores de 5 años sufren
en Irak de desnutrición crónica.(4) Toda una generación
infantil adaptada violentamente a una "condición humana" peculiar por
los sucesivos gobiernos de Washington.(5)
Claro que, ¿qué son en realidad entre 700 mil y un millón de niños
muertos y cinco millones de niños desnutridos ante los valores innegociables
del mercado libre y del amor de las madres?
Notas
1- Entrevista con G. W. Bush realizada por Bob Woodward y resumida por El
País 20 noviembre 2002
2- Discurso ante el plenario de la OTAN en Praga.
3- Tal vez Bush, rizando el rizo de un cinismo absoluto, se refiera a que la
derrota de Irak –algunas decenas o centenares de miles de muertos más,
según cálculos muy variados- y el establecimiento de un gobierno
bajo mando militar de los EEUU supondrá el fin del embargo.
4- La Jornada, 22 de noviembre.
5- "O uno cree en la libertad y se preocupa de la condición humana, o
no", dice Bush a Woodward para señalar que los problemas "no pueden solucionarse
con meras palabras".