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16 de abril del 2002
Mentiras abiertas y sutiles eufemismos
Radialistas Apasionadas
Hace unos días, la revista Venezuela Analítica, publicó
una entrevista con Ignacio Ramonet. El prestigioso director de Le Monde Diplomatique,
que meses atrás había apoyado a Hugo Chávez, hacía
durísimas críticas contra su gobierno.
Esta entrevista, puesta en internet y reproducida con entusiasmo por El Nacional
de Caracas, resultó ser un texto totalmente inventado por un tal Emiliano
Payares, un mexicano al servicio de la campaña internacional contra Chávez.
Independientemente de las simpatías o antipatías que tengamos
hacia Hugo Chávez, hemos sido testigos en estos días de una auténtica
campaña de desinformación, una escalada de mentiras.
Los principales noticieros venezolanos informaron que el Presidente Hugo Chávez
había presentado su renuncia irrevocable ante el alto mando militar.
Pero Chávez, secuestrado por los militares golpistas, no había
firmado nada.
También informaron que el Vicepresidente Diosdado Cabello había
huido. Y que la Asamblea Nacional había sido disuelta por el mismo Chávez.
Todas estas falsedades buscaban legitimar la usurpación del poder por
una junta de empresarios y militares.
Dijeron que el Presidente Chávez, arrinconado en el Palacio de Miraflores,
había dado la orden de disparar sobre la multitud. Incluso, el portavoz
de la Casa Blanca se hizo eco de esta noticia y acusó a Chávez
de haber provocado la crisis ordenando disparar sobre los manifestantes de oposición.
Poco después se supo que los francotiradores eran de los golpistas. Y
que la mayoría de los muertos eran partidarios de Chávez.
Mentiras abiertas. Y eufemismos sutiles. La CNN caracterizó como "gobierno
de transición lo que no tenía otro nombre que golpe de Estado.
También habló de "interrupción del proceso democrático"
para calificar una dictadura, la del empresario Pedro Carmona, que, en su primer
y único día de funciones, disolvió el poder legislativo
y el judicial, desconoció la Constitución, se dedicó a
perseguir a los chavistas y clausurar los medios de comunicación comunitarios.
Con razón se habla de un golpe mediático. Las televisoras, las
empresas radiales, los diarios, todos los grandes medios privados se confabularon
contra las reformas sociales promovidas por Chávez.
Programado el golpe por un grupo de empresarios y militares, con la la venia
de la embajada norteamericana, los medios de comunicación olvidaron su
responsabilidad social y se convirtieron en conspiradores, azuzadores de manifestaciones
y huelgas. No informaban. Hacían propaganda.
Gustavo Cisneros, dueño de la poderosa Venevisión, prestó
su avión particular para desterrar a Hugo Chávez, detenido en
La Orchila.
Hace unos años, la prensa venezolana puso el grito en el cielo cuando
se habló del derecho a la "información veraz".
Es cierto que el código de ética periodística no lo impone
ni fiscaliza ningún gobierno. Pero tampoco puede quedar al antojo de
los empresarios. Libertad de expresión no es libertad para mentir. Ni
privilegio de unos cuantos.
Sin televisoras ni radios propias, miles y miles de ciudadanos y ciudadanas
de Caracas, no de turbas como decían los medios, se autoconvocaron, bajaron
de los cerros sin armas, rodearon el Palacio de Miraflores y restituyeron el
derecho constitucional en Venezuela.
La patria de Simón Bolívar ha dado un ejemplo a América
Latina y al mundo. El pueblo venezolano, democrático por vocación,
ha ejercido su libertad de expresión y su soberanía.