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14 de abril del 2002
Insurrección civil y militar termina con el golpe; Chávez, en Miraflores
La Jornada
Caracas, domingo 14 de abril. El presidente constitucional de Venezuela,
Hugo Chávez, retornó esta madrugada al Palacio de Miraflores,
donde fue recibido por decenas de miles de personas que se congregaron a lo
largo del sábado en rechazo al régimen golpista que encabezó
durante poco más de 24 horas Pedro Carmona.
A las tres de la mañana, 10 minutos después de que el helicóptero
aterrizó en el Palacio de Miraflores, Chávez fue aclamado por
miles de personas que entonaron el himno nacional, mientras tomaba formación
la guardia de honor presidencial.
A la 1:45 de la madrugada local de este domingo, Chávez partió
de la isla caribeña de Orchila a bordo de un helicóptero militar
en dirección a Caracas para reasumir al poder, anunció la ministra
de Trabajo, María Cristina Iglesias.
"Ya está en nuestras manos", anunció la funcionaria en referencia
al presidente constitucional del país, en declaraciones al canal estatal
de Televisión de Venezuela. Añadió que tres helicópteros
escoltaban al que transportaba a Chávez, y que por razones de seguridad
no podía revelar el itinerario de retorno del mandatario.
La cifra oficial de muertos de la jornada del sábado durante las manifestaciones
de partidarios de Chávez fue, según el gobierno golpista, de tres
muertos y 18 heridos, pero por la noche el vicepresidente Diosdado Cabello,
luego de asumir funciones como interino, en espera del regreso del mandatario
constitucional, afirmó que el saldo en realidad fue de aproximadamente
40 muertos, a raíz de la represión de las mismas fuerzas que dispararon
contra opositores a Chávez durante las protestas del jueves.
Decenas de miles de venezolanos tomaron las calles de esta capital y diversas
carreteras para exigir el retorno del presidente constitucional Hugo Chávez,
un día después que el líder de la poderosa asociación
empresarial Fedecámaras se proclamó presidente de Venezuela ante
el arzobispo caraqueño, Luis Ignacio Velasco; el empresario Luis Enrique
Vall; el político democristiano José Curiel, y algunos gobernadores
como el de Zulia, Manuel Rosales, y el sindicalista Alfredo Ramos.
Las televisoras y las estaciones de radio, que en los últimos meses denunciaron
la falta de libertad de expresión del gobierno del presidente Chávez,
no dieron cuenta de las movilizaciones en favor del retorno de la democracia,
y en su mayoría dedicaron la programación a trasmitir telenovelas
y programas de entretenimiento.
Sin embargo, desde las primeras horas de ayer, el populoso suburbio caraqueño
de Guaremas y otras zonas del interior como Maracay fueron escenario de protestas,
que de acuerdo con la agencia Dpa, fueron reprimidas con gases lacrimógenos
por uniformados al considerar que los manifestantes intentaban realizar saqueos.
Al mismo tiempo, la autopista que comunica Caracas con Guaremas fue bloqueada
por cientos de manifestantes que incendiaron neumáticos; una situación
similar se registró en la ciudad dormitorio de Guaremas.
Un policía reportó a la agencia Afp que los comerciantes estaban
entregando su mercancía a los manifestantes para evitar saqueos. A partir
de entonces miles de venezolanos comenzaron a bajar de los cerros que rodean
esta capital, mientras fuerzas golpistas continuaban con los allanamientos;
fuentes consultadas por La Jornada indicaron que se estima que entre jueves
y viernes hubo 140 allanamientos.
Asimismo, otras fuentes dijeron a este diario que en zonas rurales del país
cientos de familias de agricultores fueron desalojadas de las tierras que les
había otorgado el gobierno de Chávez en años anteriores.
Las manifestaciones pacíficas se extendieron hasta los alrededores del
Fuerte Tiuna, de donde el presidente Chávez fue sacado con rumbo desconocido
en las primeras horas del viernes. Después, el presidente del Congreso,
William Lara, aseguró que el mandatario había sido llevado a la
isla de Orchila, base naval de difícil acceso al norte de Caracas. A
esas horas, Lara advirtió que la vida de Chávez estaba "en peligro".
En ese marco, se informó que el ministro del Interior, Ramón Rodríguez,
fue arrestado y presentado a un tribunal que lo encausaría, aunque el
efímero gobierno golpista de Carmona no precisó los cargos de
que se le acusaba. También se informó de la detención del
diputado Tarek William Saab.
El vicepresidente del gobierno constitucional, Diosdado Cabello, quien fue uno
de los testigos en el Palacio de Miraflores de que el presidente nunca dimitió,
declaró desde la clandestinidad y en calidad de perseguido político
que tampoco él renunció nunca a la vicepresidencia, con lo que
rechazó las afirmaciones de la junta golpista de que había dimitido
también para justificar la imposición del empresario Pedro Carmona
como "gobernante".
Cabello declaró al diario caraqueño El Universal que es "ilegal
la persecución que está haciendo" el régimen golpista por
conducto de la policía política (Disip) en contra de los funcionarios
del gobierno constitucional, el desconocimiento de gobernadores y alcaldes electos,
de los legisladores a la Asamblea Nacional, de los titulares de la Fiscalía,
la Contraloría, del organismo electoral y de los magistrados del Tribunal
Supremo de Justicia.
Para el vicepresidente Cabello lo que había en ese momento era el "riesgo
inminente de un golpe militar de derecha", en medio del bloqueo informativo
de las manifestaciones de apoyo a Chávez, mientras que para el ministro
de Defensa, José Vicente Rangel, en Venezuela "obviamente" hubo un pronunciamiento
de militares, con lo que "evidentemente" se rompió el hilo constitucional.
Tanto Cabello como sus colaboradores expresaron el temor de que Chávez
pudiera ser asesinado, con lo que se sumaron a la preocupación de la
esposa del mandatario, Marisabel Chávez, quien llamó a la comunidad
internacional para que actuara como "garante de los derechos humanos de todos
los venezolanos y venezolanas".
La señora de Chávez refirió a la CNN que el viernes tuvo
una breve comunicación con su esposo, y que le dejó claro que
"no renunció" y que si lo hacía tenía que ser ante la Asamblea
Legislativa, como establece la Constitución del país. Y entre
los testigos, además de sus colaboradores y los militares golpistas,
dijo que figuraba el sacerdote Baltazar Porras.
"Mi vida, la de mis hijos y la de mi madre están en manos de la comunidad
internacional", afirmó con la voz quebrada y visiblemente emocionada.
"La vida tiene que ser garantizada", expresó en momentos en que los militares
golpistas y el empresario Carmona comenzaban a afirmar que el presidente constitucional
sería dejado en libertad una vez que "firme la renuncia" y que se le
aceptararía partir al extranjero, como "es su deseo".
Indicó que no sólo el presidente estaba incomunicado, sino que
además la vida de sus ministros corría peligro ante la persecución
desatada por el régimen golpista.
Al insistir en que ocurrió un golpe de Estado, denunció que las
televisoras venezolanas ?que se quejaban de falta de libertad de expresión
con Chávez? no están difundiendo lo que hoy está sucediendo
en las calles de Venezuela, por lo cual llamó a la cordura y deploró
la violencia que ha generado víctimas.
"Por favor no me corte...", fueron las últimas palabras que se escucharon
a través de CNN, que interrumpió abruptamente la entrevista con
la esposa del presidente constitucional.
Por su parte, el ministro de la Secretaría de la Presidencia del gobierno
constitucional, Rafael Vargas, denunció el "golpe de Estado de tendencia
fascista", y aseguró haber sido testigo de que el presidente Chávez
"no renunció".
Apuntó que el mandatario "se negó a renunciar, y yo fui testigo
de esta negativa en el palacio presidencial hasta su salida con los militares".
Tras denunciar que hoy "la represión es terrible" en Venezuela y que
ante este golpe "volvemos a la época del fascismo nazi", agregó:
"me dirijo al mundo entero, al Grupo de los 77, a Los Quince ?de la Unión
Europea?, a la Organización de Estados Americanos (OEA) y a los organismo
de defensa de los derechos humanos, para decirles que Hugo Chávez en
ningún momento renunció de sus funciones".
El ministro de Educación, Aristóbulo Iztúriz, al denunciar
la persecución de los funcionarios del gobierno constitucional acusó
a Carmona de ser un "pichón de la dictadura". Anotó su parecer
de que se trata de "una burla y un atropello" al preguntarse: "¿Qué facultad
puede tener un gobierno nombrado por una componenda para destituir a la Asamblea
Nacional".
Y mientras continuaba la población volcándose a las calles en
demanda del retorno de su presidente constitucional, y pese a pronunciamientos
de militares leales a Chávez, el empresario golpista, Pedro Carmona,
declaró a CNN que el país se encontraba "en normalidad y control".
Caracterizó las protestas como "algunos focos de perturbación",
grupos minoritarios exaltados". Ante la sorpresa de su entrevistadora, aseveró
que juraría ante la Asamblea Nacional que él mismo disolvió
el día anterior. Aseguró que Chávez estaba "bajo custodia,
no arrestado", y agregó que en breve viajaría "conforme su deseo,
al exterior", aunque no precisó a qué país.
Interrogado sobre "una rebelión en Maracay", el golpista respondió:
"No, esa es una situación por la cual, efectivamente, un oficial, un
policía, expresó su inquietud de incertidumbre que pudo dar la
sensación de una rebelión".
Pero Carmona dio su entrevista a CNN poco antes de las cinco de la tarde local
desde el Fuerte Tiuna, mientras ministros del gobierno constitucional recuperaban
sus despachos en el palacio presidencial de Miraflores, de donde Carmona tuvo
que salir apresurado previamente, luego de que las fuerzas golpistas fueron
superadas por miles de venezolanos, que acompañados de militares recuperaron
la sede presidencial.
El cambio de fuerzas
El equilibrio de las fuerzas se invirtió después del mediodía
al consolidarse la rebelión de militares leales a Chávez en Maracay,
al mando del comandante Isaías Baduel, a quien se sumaron los generales
Julio Josi Montoya, Luis Acevedo Quintero y el capitán retirado William
Fariqas. En la base de Maracay, Baduel tiene a su mando a unos 2 mil soldados
y en la base se aloja la escuadra de los cazas F-16 de la fuerza aérea
venezolana.
El fiscal general de las fuerzas armadas nacionales, coronel Ricardo Reyes,
leal al presidente Chávez, aseguró horas después que "17
de las 23 guarniciones del país están con nosotros".
En ese momento, el empresario Pedro Carmona sostenía reuniones con colaboradores
suyos y sindicalistas en Miraflores, tratando de organizar los mandos militares;
un vocero de su régimen admitió que existía inestabilidad
en el país y que las autoridades estaban saliendo a las calles a tratar
de controlar los focos de disturbios en Caracas.
Sin embargo, Carmona fue sacado de Miraflores cuando cientos de manifestantes
chavistas seguían arribando al palacio presidencial en marchas que provenían
desde el oeste hacia el centro de la ciudad y que se unían a otros manifestantes
que ya estaban frente al palacio.
Carmona fue trasladado al Fuerte Tiuna para ser resguardado por los golpistas,
donde también ya se congregaban otros miles de personas pidiendo la liberación
de Chávez.
A medida que crecían las protestas populares en apoyo a la reinstauración
del gobierno constitucional de Chávez y que los militares leales al mandatario
seguían resistiendo, el comandante del ejército, general Efraín
Vásquez, anunció que las fuerzas armadas condicionaban la permanencia
del llamado gobierno de transición de Carmona a que se cumplieran 12
puntos, que incluían que se restituyeran los poderes del Estado legalmente
establecidos y la Constitución, y prometió garantías de
seguridad y respeto a la integridad de Chávez y sus familiares.
El empresario anunció su renuncia luego de que la Asamblea Nacional designara
presidente interino al vicepresidente constitucional, Diosdado Cabello. Diez
minutos después de su dimisión, Carmona fue arrestado, junto con
todos sus ministros y su estado mayor, por fuerzas leales a Hugo Chávez,
y se les trasladó al Fuerte Tiuna.
Poco antes de las seis de la tarde la Guardia Nacional anunció que se
unía al ejército en condicionar a que Carmona restituyera la institucionalidad.
A las 20:51 hora local, el vicepresidente Diosdado Cabello juramentó
como presidente en funciones ante la ausencia temporal del mandatario Chávez
en el Palacio de Miraflores; presidió la ceremonia el titular del Congreso,
William Lara.
Tras anunciar que se había restablecido el orden constitucional, Cabello
informó que el presidente Chávez regresaría en breve, en
lo que el ministro de Defensa, José Vicente Rangel definió: "Al
golpe se respondió con el contragolpe".