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Venezuela: El Golpe

13 de abril del 2002

El golpe en Venezuela: Testigo presencial

Gregory Wilpert
ZNet en español
–La organización del golpe fue impecable y, es muy probable que haya sido planeada con mucha anticipación. Hugo Chávez, el dictador fascista comunista de Venezuela no pudo tolerar la verdad y por lo tanto censuró despiadadamente a los medios. Para su ventaja personal y la de sus secuaces (hombres y mujeres, ya que su gabinete tenía más mujeres que cualquier otro gobierno venezolano anterior), llevó al país al borde de la ruina económica. Al final procedió a asesinar a los que se le oponían. Para restablecer la democracia, la libertad, la justicia y la prosperidad en Venezuela y para evitar más derramamientos de sangre, la cámara de comercio, la confederación sindical, la iglesia, los medios, y la dirección de la compañía venezolana de petróleo, en breve: la sociedad civil y los militares decidieron que ya bastaba – que Chávez había tenido su oportunidad y que su experimento de una "revolución pacífica, democrática, bolivariana" tenía que terminar de inmediato–.

Ésta, por supuesto, es la versión de los eventos que aquellos que ahora están a cargo, y por lo tanto también de los medios, quisieran que todos creyeran. Voy a tratar de representar los hechos tal como los presencié.
Ante todo, los militares están diciendo que la razón principal para el golpe es lo que sucedió hoy, 11 de abril. La "sociedad civil," como se autodenomina la oposición en este país, organizó una masiva manifestación de entre 100.000 y 200.000 personas para marchar a la sede de la compañía petrolera venezolana, PDVSA, en defensa de la dirección que había sido destituida. El día antes de la manifestación todos los canales privados de televisión transmitieron anuncios para el acto, aproximadamente cada diez minutos. Fue una marcha exitosa, pacífica, y prácticamente sin interferencia gubernamental de ninguna clase, a pesar de que la marcha bloqueó ilegalmente toda la autopista, que es la principal arteria de transporte de Caracas, durante varias horas.
Supuestamente de manera espontánea, los organizadores decidieron desviar la marcha hacia Miraflores, el Palacio de Gobierno, para enfrentar la manifestación progubernamental que había sido convocada precipitadamente. Unos 5.000 partidarios de Chávez se habían reunido allí al llegar los manifestantes contra el gobierno. Entre las dos manifestaciones estaba la policía municipal, bajo el control del alcalde opositor de Caracas, y la Guardia Nacional, bajo el control del Presidente. Todas las partes afirman que estaban allí pacíficamente y que no querían provocar a nadie. Llegué allí justo cuando la manifestación de la oposición y la Guardia Nacional comenzaron a combatirse mutuamente. Quién comenzó la lucha, que incluyó sobre todo piedras y gas lacrimógeno, es casi imposible de determinar, como es a menudo el caso en situaciones semejantes. Un poco más tarde, la multitud fue alcanzada por disparos y vi claramente que había tres partes implicadas en los tiros, la policía municipal, los partidarios de Chávez, y francotiradores colocados sobre los edificios. De nuevo, quién disparó primero es discutible y probablemente imposible de dilucidar. Murieron por lo menos diez personas y cerca de 100 fueron heridas en esa batalla a tiros – casi todos manifestantes.
Una de las estaciones de televisión logró filmar uno de los tres lados de la batalla y emitió las secuencias una y otra vez, dando la impresión que los únicos que disparaban eran los partidarios de Chávez desde dentro de la manifestación, contra gente que estaba fuera del ángulo de la cámara. Los medios mostraron una y otra vez la secuencia de los partidarios de Chávez e insinuaron que estaban disparando contra una muchedumbre desarmada. Pero resulta que, y probablemente los medios jamás informarán al respecto, la mayor parte de los muertos eran partidarios de Chávez. También, como probablemente jamás lo dirán los medios, los francotiradores eran miembros de un partido extremista de oposición, conocido como Bandera Roja.
Estos dos hechos, por cruciales que sean, no serán conocidos porque no se ajustan al nuevo mito, que es que Chávez armó, y luego instruyó, a sus partidarios para que dispararan contra la manifestación de la oposición. Tal vez mi información sea incorrecta, pero lo que es seguro es que los medios locales del país jamás se preocuparán siquiera de investigar esta información. Y los medios internacionales probablemente se limitarán a remedar lo que informan los medios locales (como ya lo están haciendo).
El mayor, y tal vez el único, error de Chávez, durante este día, el que suministró la última prueba que necesitaba la oposición de sus credenciales antidemocráticas, fue que ordenó la suspensión de las cadenas privadas de televisión. Habían estado emitiendo las confrontaciones durante toda la tarde y Chávez argumentó que esas transmisiones estaban exacerbando la situación y que, en nombre de la seguridad pública, debían ser temporalmente clausuradas.
Ahora, toda la "sociedad civil," los medios, y los militares están diciendo que Chávez debe irse porque se ha vuelto contra su propio pueblo. Fuera de la mentira que esto representa, lo que se olvida convenientemente son todos los logros de la administración Chávez: una nueva constitución democrática que rompió el monopolio del poder de los dos partidos principales, totalmente corruptos y desacreditados y que puso a Venezuela en la primera línea en cuanto a constituciones progresistas; una fundamental reforma agraria; el financiamiento de numerosos proyectos comunitarios de desarrollo ecológico; la adopción de medidas enérgicas contra la corrupción; la promoción de la reforma educacional que dio educación por primera vez a más de 1 millón de niños y que dobló la inversión en la educación; la reglamentación de la economía informal para reducir la inseguridad de los pobres; el logro de un mejor precio para el petróleo a través de la OPEC aumentando significativamente los ingresos del gobierno; su incansable campaña a nivel internacional contra el neoliberalismo; la reducción del desempleo oficial de un 18% a un 13%: la introducción de un amplio programa de micro-créditos para los pobres y las mujeres; la reforma del sistema tributario reduciendo dramáticamente la evasión de impuestos y aumentando los ingresos del gobierno; la reducción de la mortalidad infantil de un 21% a un 17%; el aumento al triple de los cursos de alfabetización; la modernización del sistema legal, etc., etc.
La oposición a Chávez, que estaba formada sobre todo por la vieja guardia venezolana en los medios, la confederación sindical, el sector empresarial, la iglesia, y los militares tradicionalmente conservadores, nunca se interesó por ninguno de estos logros. Lo que hicieron fue aprovecharse de su monopolio de los medios para volver la opinión pública en contra de Chávez y lograron utilizar su mayor defecto, su estilo autocrático e incendiario, en su contra. La sociedad civil progresista había sido silenciada o demonizada calificándola de violentos fanáticos de Chávez.
En este momento, es imposible saber lo que ocurrirá con la "Revolución Bolivariana" de Chávez – si será completamente abandonada y si las cosas volverán a la tradición de 40 años de Venezuela de tráfico de influencias, corrupción, y de latrocinio de los ricos. Lo que se puede decir sin duda alguna, es que al abandonar la democracia constitucional, no importa cuán poco popular y supuestamente inepto el presidente electo, la clase gobernante de Venezuela y sus militares muestran su falta de madurez política y asestan un tremendo golpe a la cultura política de toda América Latina, tal como lo hizo el golpe contra Salvador Allende en 1973. Este golpe demuestra una vez más que la democracia en América Latina es cosa de la preferencia de la clase gobernante, no un asunto legal.
Si EE.UU. y la comunidad democrática internacional tienen el coraje de practicar lo que predican, no debieran reconocer al nuevo gobierno. Los demócratas en todo el mundo deben presionar a sus gobiernos para que se nieguen a reconocer a la nueva junta militar de Venezuela o a cualquier presidente que escojan. Según la Carta de la Organización de Estados Americanos (OEA), esto significaría que hay que expulsar a Venezuela de la OEA, como un funcionario del Departamento de Estado de EE.UU. propusiera recientemente. Por favor apelen al Departamento de Estado de EE.UU. o a su Ministerio de Asuntos Exteriores y díganles que retiren sus embajadores de Venezuela.
Título original: Coup in Venezuela: An Eyewitness Account
Link: http://www.zmag.org/content/LatinAmerica/wilpertcoup.cfm
Traducido por Germán Leyens