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17 de abril del 2002
Entrevista a Teodoro Petkoff
"Hugo Chávez tendrá que conciliar si quiere
seguir en el poder"
Página 12
"Antichavista democrático", como se autodefine, Teodoro Petkoff, director
del periódico "Tal Cual", cree que las Fuerzas Armadas están divididas
en tres y que las fracturas políticas en el país llegaron para
quedarse.
Mientras ciertos sectores denuncian el consensualismo posgolpe y
contragolpe que proclama Hugo Chávez, otras voces vaticinan que esa política
es la única manera de aplacar la crisis militar y política que
se hizo visible el fin de semana pasado. Este último es el análisis
de Teodoro Petkoff, ex guerrillero y militante del MAS y actual director del
periódico Tal Cual. Durante el golpe, Petkoff estuvo en las negociaciones
entre los sectores militares enfrentados.
–¿Cuál es la situación política actual?
–Se abrió una crisis militar y persiste la crisis política. Las
Fuerzas Armadas están muy divididas y así como hace diez años,
cuando el actual presidente se alzó y se abrió una crisis militar
que produjo luego otro golpe y la profundización de la crisis política
que terminó con la salida del presidente que había derrotado a
Chávez (Carlos Andrés Pérez), ahora tenemos una crisis
militar y política muy profunda y su resolución dependerá
del modo en que Chávez la maneje, de su capacidad para soldar fracturas
para que el país se vuelva manejable. De lo contrario, la situación
podría empeorar notablemente y repetirse la historia.
–¿Cuáles son los núcleos de conflicto de la crisis?
–El principal es el militar, ahora visible porque las Fuerzas Armadas están
fracturadas.
–¿En qué consiste esa fractura?
–Creo que se pueden distinguir tres sectores básicamente: el institucionalista,
que es mayoritario; un sector de derecha claramente conservador y un sector
chavista. Pero la columna vertebral de las Fuerzas Armadas yo la describiría
como institucionalista. Ahora, la crisis aparece porque las Fuerzas Armadas
institucionalistas convalidaron, en un primer momento, la salida del presidente
promovida por el ala conservadora y, además, los sectores chavistas dentro
de las Fuerzas Armadas no salieron de inmediato en defensa de Chávez,
sino que aceptaron la situación de hecho. Luego surge la oposición
cuando se hace evidente que no existe la carta de renuncia del presidente y
que se produce un golpe de Estado de ultraderecha. Entonces, el institucionalismo
y el chavismo militar se alían y definen la situación: el poder
de fuego de ambos sectores combinados es mucho mayor que el de los otros. ¿Usted
sabe cómo resuelven los militares el problema? Cuentan los cañones
de un lado y del otro para ver quién se le rinde a quién. Así
fue aquí. Y en ese momento, mandan a buscar al presidente a la isla donde
lo tenían prisionero. Sin embargo, esa división persiste.
–¿Qué es lo que hizo que finalmente el sector institucionalista apoyara
al presidente si en un primer momento respaldó el golpe?
–Cambió su posición porque el sector golpista terminó instaurando
un gobierno que se comportó produciendo un pinochetazo light: asumió
poderes dictatoriales para destituir alcaldes y gobernadores elegidos democráticamente,
anunció la concentración de poderes en una sola persona que se
autonombró presidente y se juramentó ante sí mismo. Es
evidente que, por la tradición nacional de las fuerzas castrenses, esas
acciones no iban a conseguir apoyo. Yo formo parte de lo que podríamos
llamar el antichavismo democrático: no tengo ningún interés
en que este país caiga en manos de un régimen pinochetista. El
sector institucional de las Fuerzas Armadas reaccionó de la misma manera:
avalaba la salida de Chávez si era de modo institucional porque Chávez
es un factor de crisis. Pero queda claro que en un momento el gobierno perdió
el control de las Fuerzas Armadas y del país: se produjo una crisis terminal
de gobernabilidad.
–¿Cuáles son los factores que hacen que se mantenga esta alianza circunstancial
entre el sector institucionalista y el chavista?
–Ahí empieza el problema porque esa cuestión es parte del futuro.
Obviamente, el equilibrio entre unas Fuerzas Armadas con un estado de confrontación
interna que responde al mismo estado de confrontación que existe fuera
de los cuarteles dependerá de que el presidente tenga capacidad de morigerar
su lenguaje, de aceptar que finalmente tiene mediopaís que lo enfrenta
y que no puede actuar con un criterio que todo el que se le opone es contrarrevolucionario.
Después del golpe muy fuerte que recibió, Chávez comprobó
que las Fuerzas Armadas de las que se jactaba no eran totalmente propias y descubrió
que el poder es efímero. Evidentemente eso lo hizo reflexionar y sus
dos comparecencias públicas desde que regresó al poder han sido
muy conciliadoras, su lenguaje fue muy suave y ha hecho algunas cosas concretas:
por ejemplo, el jefe del "gobiernito" golpista, Pedro Carmona, está en
su casa en prisión domiciliaria aún cuando los latinoamericanos
sabemos que el que se alza, si pierde, la paga; además reconoció
que había sido un error la designación de la directiva de la petrolera
estatal PDVSA y admitió que debe conciliar una cúpula consensuada
con los trabajadores. Claro que todos los que lo conocen se preguntan cuánto
le va a durar. Pero si estos gestos conciliatorios se transforman en una política,
podemos avanzar hacia la superación de la crisis. Claro que la oposición
también tiene que hacer su examen de conciencia porque aquí hay
una parte de la oposición que tenía una pata en la democracia
y otra en la conspiración.
Entrevista: Verónica Gago