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21 de abril del 2002
Petróleos de Venezuela: El gran botín del golpe
Aram Ruben Aharonian
Hay algo que preocupa a los países centrales: de los tres negocios
más lucrativos en el mundo -narcotráfico, armas e hidrocarburos-
sólo el último es en parte controlado por países en desarrollo,
pero de él depende en su totalidad el destino del llamado Primer Mundo.
La batalla está entablada y los países centrales y sus empresas
trasnacionales están dispuestas a quedarse con el dominio de las reservas
energéticas.
Hasta hace muy poco, la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA)
era un icono incuestionable, pero en los últimos meses la caída
de una serie de mitos sobre desempeño, rendimiento y eficiencia de la
principal industria del país, puso en el tapete un rosario de problemas
en las reglas de funcionamiento de la corporación y dejó al descubierto
que la realidad de la empresa era "el secreto mejor guardado del Caribe" hasta
para los venezolanos, que temen que el oro negro haya producido un gran agujero
de ese mismo color.
PDVSA es un complejo monopolio público que opera a escala internacional
a través de una madeja de empresas relacionadas, sobre cuyo funcionamiento
y resultados no se tiene el menor monitoreo público, excepto el de la
propia gerencia. Hay una frase acuñada por gobiernos anteriores: "pdvsa
es un Estado dentro del Estado". Todo venezolano sabe que es propietario de
pdvsa, y que por eso, por ejemplo, el precio del litro de la gasolina refinada
es de nueve centavos de dólar.
En 1976, año de la nacionalización del petróleo, el fisco
venezolano recibía 74,4 por ciento del total de los ingresos de pdvsa
como ingresos fiscales, pero en 2000 recibía apenas 23,2 por ciento de
los ingresos totales de la estatal petrolera.
Si bien el reciente conflicto estalló con el nombramiento de una nueva
junta directiva por el único accionista -el Estado-, en la que la burocracia
tecnócrata del organismo no estaba contemplada, éste venía
desarrollándose desde hace más de un lustro, cuando la alta gerencia
durante el gobierno de Rafael Caldera apostó a una política basada
en los volúmenes y la prescindencia de la opep: el barril de petróleo
cayó a menos de siete dólares y re-despertó las ansias
de privatización.
Para el analista Rubén Armendáriz, una paralización de
actividades operativas de pdvsa, que afectase la exportación de crudos
y productos, hubiera significado el cierre de mercados financieros para el país,
el embargo de sus bienes y valores en el exterior, la devaluación acelerada
del bolívar, además de los efectos internos para la propia empresa.
Recordó que un acto de sabotaje realizado el viernes 5 en una refinería
-El Palito- significó contaminación de combustibles depositados
en tanques y averías en varios sistemas de almacenamiento y distribución.
No era de descartar que la oposición se pusiera del lado de la alta gerencia
-cuyos salarios individuales fluctúan entre 100 mil y 4 millones de dólares
anuales, sin contar con otros muchísimos beneficios-: todo sirve para
tratar de "bajar por las buenas o por las malas" al presidente Hugo Chávez.
pdvsa tiene en su nómina ejecutiva alrededor de 870 personas -650 de
ellas en Caracas donde no se produce ni refina petróleo- a los cuales
se pagaron salarios por 208 millones de dólares en 2001, año en
que se cancelaron 762,5 millones de dólares a los restantes 18.200 trabajadores
de nómina menor y diaria.
El conflicto, alentado por los medios privados de comunicación, tuvo
su momento de gloria el viernes 12 de abril, cuando el máximo dirigente
de la central empresarial Fedecamaras, Pedro Carmona, logró ser dictador
por un día, con el financiamiento de su patrón en la petrolera
Venoco, Isaac Pérez Recao, y del megaempresario Gustavo Cisneros (Direct
tv, Venevisión, Coca-Cola), quien desde hace años quiere echarle
mano a citgo, la filial estadounidense de pdvsa.
Siempre se supo que la estatal venezolana era la caja chica -o grande- de los
partidos políticos, que allí se traficaba con información
privilegiada -hasta hubo casos de petroespías-, que existían sociedades
instrumentales que dejaban fuera de balances una serie de deudas y activos,
que se sumaban procesos viciados de suministros y donde el personal -multiplicado
por los últimos presidentes de la corporación- estaba protegido
por un "obsceno" contrato colectivo.
La oposición ha querido mostrar el conflicto como una confrontación
entre un gobierno voraz que quiere politizar a una empresa inmaculada, y un
grupo de "intachables" tecnócratas que representan lo mejor del pensamiento
moderno y la gerencia globalizante. Pero lo cierto es que lo que se quiere mantener
en pdvsa es una plataforma conceptual típica de la nomenklatura soviética
-conservar el peso de la gerencia operativa en la junta directiva de la corporación
y sobre todo en el control de la decisiones-, máxime cuando el debate
de hoy, después del caso Enron, es la administración, el gobierno
de las grandes corporaciones.
Desde hace más de un lustro se plantea que una vía para resolver
los problemas que padece pdvsa -donde las directivas eran conformadas por los
propios ejecutivos gestores, con ausencia de elementales mecanismos de control
y balance- pasa por la configuración de una directiva independiente de
la gerencia, que establezca efectivos mecanismos de monitoreo y control, con
rendición de cuentas a la sociedad. Todo el conflicto muestra que en
lo que insiste la llamada nómina mayor de la corporación es conservar
la gerencia de pdvsa fuera de toda fiscalización y rendición de
cuentas.
Hoy el gobierno denuncia -entre otras cosas- que la nómina mayor manejaba
directamente contrataciones multimillonarias, que modificaba las condiciones
básicas de contratación para favorecer a empresas vinculadas con
ella, y generaba supuestas necesidades de tecnología con el fin de favorecer
intereses particulares. Rodolfo Gutiérrez, diputado oficialista y técnico
petrolero, dijo que "hay que dejar claro que la política petrolera de
este gobierno ha dado resultados, jugando a una estrategia de precios y no a
una de mercado. Que el gobierno se haya dedicado poner a pdvsa en función
del país, y no en función de sí misma como venía
sucediendo, se ve reflejado en los precios".
El experto petrolero Rafael Quiroz atacó la política de la administración
anterior de pdvsa y denunció que es imposible que citgo -empresa filial
de pdvsa-, con una red de distribución de 15.075 estaciones de servicio
en Estados Unidos y ocho refinerías allí, haya dado el año
pasado 213 millones de dólares como utilidad neta. "Y que teniendo en
Europa nueve refinerías y dos en el Caribe, o sea, 19 fuera del país,
tres veces más de las que tenemos acá, las utilidades netas no
pasen de 500 o 600 millones de dólares."
Para algunos economistas, una verdadera reestructuración de pdvsa -que
aún no ha sido planteada por el gobierno- exige asumir la agenda internacional
para atender la transparencia de la información y la efectiva rendición
de cuentas, el control de las sociedades de papel que permiten sacar activos
y deudas fuera de balances, la ampliación de las incompatibilidades y
la prevención de los conflictos de interés y, sobre todo, que
se castigue con fuerza el mal uso de la información privilegiada.
LOS COSTOS
Revisar los números es como abrir una caja de Pandora. Para el economista
Tobías Nóbrega, lo malo no es que las compras tengan un elevado
peso en los costos totales, sino que los costos de operación, exploración
y otros, deducidos los impuestos, representan más en el caso de pdvsa
que en el de sus principales competidores, mientras las regalías han
pesado menos que en los otros.
Durante el trienio 1998-2000 mientras pdvsa dedicaba 42 por ciento de sus gastos
a compras de crudos y productos, y apenas 11 por ciento a impuestos de explotación,
destinaba 47 por ciento del total a gastos de operación, exploración
y otros. En tanto que en ese lapso Royal Dutch Shell dedicaba 61 por ciento
a compras, nada más y nada menos que 30 por ciento a impuestos de explotación
y tan sólo 9 por ciento al resto, es decir sólo una quinta parte
de lo destinado por pdvsa. En el caso de Exxon-Mobil la estructura es 46 por
ciento a compras de crudos y productos, 31 por ciento a impuestos de explotación
y 23 por ciento a costos de operación.
EL SECRETO MEJOR GUARDADO
Demasiados venezolanos creen que pdvsa es una de las mayores petroleras del
mundo, pero para 1999 (no ha sido posible acceder al balance de 2001) ocupaba
el puesto 11 entre las principales empresas por nivel de ventas, por debajo
de Pemex, Sinopec -de China- y eni -de Italia-, y muy cerca de sk de Corea del
Sur. Desde entonces ha subido escalones en virtud de los procesos de fusiones,
pero aún está lejos de las más grandes en cuanto a ingresos,
activo y patrimonio.
En 2000 sus ingresos consolidados fueron de 53,7 mil millones de dólares,
menos de una cuarta parte de los de Exxon-Mobil y menos de un tercio de los
de Royal Dutch Shell o British Petroleum (bp), mientras que su patrimonio fue
de 38 mil millones de dólares, entre la mitad y un tercio de las grandes
petroleras. Para el período 1998-2000, el promedio de esas cuatro empresas
(incluyendo a la "pequeña" Texaco) superaba a pdvsa en 3,6 veces en ingresos,
1,6 veces en ganancias antes de impuestos, 1,9 veces en activos, 1,4 veces en
patrimonio.
TRAICIÓN EMPRESARIAL
Para quienes venían preparando la caída de Chávez desde
hacía varios meses, la huelga general era fundamental en la estrategia.
Y para la huelga, el factor fundamental era Carlos Ortega, presidente de la
Confederación de Trabajadores de Venezuela, quien desde el 10 de diciembre,
fecha del primer paro, recibía crecientes presiones para convocarla.
Un joven empresario-heredero de 32 años de edad, Isaac Pérez Recao,
patrón de Pedro Carmona en la petrolera Venoco, fue enlace con los militares
dispuestos a alzarse y quien financió la mayoría de los manifiestos
y los honorarios de los abogados de los militares - espontáneos- que
se iban manifestando contra Chávez. Junto a Carmona estuvo siempre Gustavo
Cisneros, el dueño de Direct tv, Telcel, Venevisión y accionista
de muchas empresas trasnacionales, entre ellas Coca-Cola, a quien algunos de
sus empleados lo quisieron catapultar como el Berlusconi venezolano.
El jueves 11 se produjo una enorme concentración de la oposición
en la urbanización Chuao, el este de Caracas, y algunos dirigentes decidieron
que los manifestantes marcharan hacia el Palacio de Miraflores, donde se sabía
que era inminente un enfrentamiento con los chavistas que rodeaban la sede del
Ejecutivo. Desde los edificios adyacentes al palacio, francotiradores comenzaron
la matanza que dejó unos 25 muertos, extrañamente la mayoría
de ellos chavistas.
Así se lograron los muertos necesarios para dar la luz verde al golpe
de Estado y cumplir con el sueño del buena parte del empresariado, del
Episcopado, de la cúpula sindical y algunos estamentos militares: sacar
a Chávez de la presidencia.
Cuando la matanza, Ortega y Carmona no estaban en la marcha sino que, invitados
por Cisneros, estaban cómodamente instalados en el búnker de Venevisión,
junto con el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Baltazar
Porras, el empresario periodístico Rafael Poleo y el ex ministro del
Interior chavista, el octogenario Luis Miquilena, quien iba a anunciar su separación
expresa y pública del gobierno de Chávez. En determinado momento,
Carmona dijo sentirse fatigado y pidió retirarse por algunas horas para
ir a descansar y reanudar la conversación en la siguiente mañana.
Pero desde el Fuerte Tiuna informaban que Carmona estaba allí, en la
oficina del general Vázquez Velasco, comandante en jefe del Ejército.
Ortega, visiblemente ofuscado, habló por su celular consecutivamente
con Carmona y Vázquez, y se abstuvo de ir al recinto militar. La alianza
obrero-empresarial aparentemente había terminado con una previsible traición.