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20 de abril del 2002
Operación Dignidad Nacional
Heinz Dieterich Steffan
"Estamos dando los últimos toques al Manifiesto de la Operación
Restitución de la Dignidad Nacional," decía el Teniente Coronel
Wilmar Castro Soteldo.
"En pocos minutos lo daremos a conocer a través de la radio." Eran las
17:45 horas de Venezuela del sábado 13 de abril, en el cuartel de la
42. Brigada de Infantería Paracaidistas, convertido en corazón
de la resistencia bolivariana. Ahí, desde la austera oficina del Comandante,
adornada con los tres utensilios habituales de la oficialidad latinoamericana
---la foto familiar, el crucifijo y las condecoraciones militares--- el General
de Brigada Raúl Baduel había logrado el consenso de 14 generales,
para desconocer a los golpistas de Caracas.
Entre esos oficiales se encontraban el patriótico general del ejército,
Jesús García Montoya; los generales de la Fuerza Aérea,
Luis Acevedo y Pedro Torres; el general del ejército Baduel con su madurez
política y el carismático Teniente Coronel Wilmar Castro, cumpliendo
la función de mediador entre los sectores militares, políticos
y sociales.
El Manifiesto de la Operación Restitución de la Dignidad Nacional,
invocando la Constitución y las leyes de la República Bolivariana
de Venezuela, contenía cinco mensajes inconfundibles: 1. poner fin, de
inmediato, al terror desatado por la Policía Metropolitana (PM) del alcalde
mayor Alfredo Peña y demás grupos utilizados en la matanza; 2.
restituir inmediatamente el orden constitucional; 3. evitar el enfrentamiento
militar y, 4. renunciar al dictador y usurpador del poder, Pedro Carmona. El
quinto mensaje, no explícito, pero probablemente el más convincente,
fue: comandamos una fuerza de 20 batallones, equivalentes a 20 mil hombres con
equipo pesado y aviones de guerra, que, si es necesario, serán utilizados
para imponer la constitucionalidad. El Manifiesto fue firmado por el Comandante
Naval de Logística, el Inspector General de Aviación, el Comandante
de Operaciones Aéreas, el Secretario de la SECONASEDE y el Comandante
Raúl Baduel.
Parte integral de la operación fue una acción de comandos para
liberar al Presidente , porque un coronel de la marina tenía la misión
de asesinarlo en cautiverio en la Isla de Orchila, en el momento que fracasara
el golpe. Tres helicópteros "Super Puma" despegaron con 45 comandos de
la Armada y de los Paracaidistas para realizar el operativo, llevando además
a un fiscal militar, un representante de los Derechos Humanos, un médico
y el Teniente Coronel Castro. El Cardenal Ignacio Velazco viajaba en otro avión
para acompañar a la misión. Al llegar a la Orchila se entablaron
platicas con los militares que guardaban al Presidente secuestrado y se logró
liberarlo por la vía de la convicción, sin derramamiento de sangre.
Compartiendo un helicóptero con las fuerzas especiales, el Presidente
Hugo Chávez, el Teniente Coronel Wilmar Castro y el Cardenal Velazco
abandonaron el designado lugar del magnicidio y el Presidente regresó
en helicóptero al Palacio de Miraflores, ya tomado por los Guardias Presidenciales
y una multitudinaria movilización de civiles. Triunfó la Operación
Restitución de la Dignidad Nacional con un significado mundial: se le
había infligido la primera derrota estratégica al proyecto del
Tercer Orden Mundial (TOM) de George Bush II, quien quiere convertir la sociedad
global en una Maquiladora Global Militarizada (MGM).
Sin embargo, aun no es la batalla decisiva para las fuerzas bolivarianas. La
hidra tiene muchas cabezas y apenas perdió una. Es la hora cero del proceso
bolivariano que le da un respiro y una última oportunidad de rectificación
de errores. La nueva fecha de desestabilización ya está programada:
el Primero de Mayo.
No le queda más que una semana al gobierno de Hugo Chávez para
resolver las siguientes tareas, si quiere sobrevivir: 1. reorganizar drásticamente
el sistema de conducción del proceso; 2. diseñar un plan estratégico
para superar la actual improvisación y reactividad característica
de la política; 3. determinar los contenidos concretos de la Democracia
Participativa bolivariano para romper el aislamiento; 4. resolver el problema
de los medios.
En el frente externo es necesario: 1. convertir a la diplomacia en una institución
al servicio de la Patria, lo que implica cambiar a la abrumadora mayoría
del personal diplomático; 2. fomentar una red mundial de solidaridad
y, 3. tratar de negociar con Washington un modus vivendi, aprovechando la fuerza
transitoria que la derrota de los golpistas ha proporcionado. Si no se logran
estas metas, el destino del país, previsto por El Libertador en su famosa
"Carta de Jamaica", se hará realidad, porque la falange imperial a que
se enfrenta es muy poderosa.
Entender esto no requiere de mucha ciencia. Basta abrir un diario decente del
día 13 y darle lectura. Los entes que inmediatamente se aliaron con los
golpistas, ofreciendo su apoyo, fueron Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional,
España y Wall Street. De hecho, el golpe es parte de un plan maestro
coordinado con Washington, apoyado por la mafia anticubana en Miami , los paramilitares
colombianos, el gobierno de Aznar quién fue el único presidente
del mundo en funciones que habló directamente con el golpista Carmona
---comunicados por el miembro del Opus Dei, amigo del magnicida Orlando Bosch
y canciller`golpista por un día José Rodríguez Iturbe---
, fundaciones internacionales "socialcristianas" de Alemania y España;
la central sindical estadounidense AFL-CIO, la nomenclatura eclesiástica
venezolana, los socialdemócratas (ADECOS) y socialcristianos venezolanos,
el sindicalismo blanco nacional (CTV), el gran capital (Fedecámaras)
y el traficante de armas Isaac Pérez Recao, refugiado actualmente en
la colonia holandesa de Aruba, que cuenta con una fuerte base aérea de
Estados Unidos y es uno de los centros operativos más importantes de
la conspiración. Los operadores visibles del complot en Venezuela fueron
el presidente de Fedecámaras y empleado de Pérez, Pedro Carmona,
y Carlos Ortega. De hecho, se trata más de peleles que de operadores.
Para el 3 de junio del año pasado, en la misma base militar de Maracay,
se había planeado el asesinato del Presidente Chávez. Los servicios
de inteligencia y el general Raúl Baduel frustraron el magnicidio. Ahora,
que el plan del golpe ha fracasado y puesto en evidencia a los conspiradores,
probablemente volverán al escenario del asesinato político.
El entreguismo del golpe y la brutalidad mostrada en la represión durante
su transitoria dictadura de un día muestran, que se trata de sujetos
sin dignidad nacional y ética. Es de temer que si se les da una tercera
oportunidad, no van a fallar.