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5 de junio del 2002
Estragos mediáticos y reales
Mercedes Otero
Rebelión
Venezuela sigue bajo el asedio de una campaña de desgaste. Mentiras
van y vienen: en Venezuela no hubo golpe, no hay conspiradores, no hay libertad
de expresión, los medios son ecuánimes e imparciales reprimidos
por las restricciones (auto)impuestas a la información veraz.
Lo que sí hay son muertos y malucos, eso no lo niega nadie. La arremetida
contra la embajada de Cuba, cuyas imágenes recorrieron el globo terráqueo,
no fue más que una demostración pacífica de ciudadanos
civilizados, bien educaditos y respetuosos de la propiedad privada, como quedó
globalmente demostrado, para vergüenza de un país.
Habrá que aprender a leer el mensaje subliminal, para no dejar de creer
absolutamente: no hubo golpe ¿porque falló?. La libertad de expresión
se manifiesta, por ejemplo, en una pacífica marcha para pedir la renuncia
del Fiscal General, transmitida por medios televisivos, lentes puestos en un
cerdo (cochino, marrano, chancho) vivo, montado en una tarima rodante, que ostenta
un cartel que lo identifica como "Chávez asesino".
El descaro manifiesto en titulares, altisonantes y evidentes mentiras arrojadas
con premeditación y alevosía, revelan que la palabra de honor
ha sido abolida por los grandes medios de manipulación masiva. La ética
está caduca. Se repiten los insultos a la inteligencia y al más
elemental sentido común. Es cierto, urge admitirlo: la desinformación
veraz no es libertad de expresión, es libertinaje.
Hace rato que la oposición se autoperdió el respeto y cultiva
el irrespeto para aliñar la ya insípida instigación al
desprecio, el descrédito, la desesperanza, el odio, el miedo recíproco
de cada ciudadano frente a cualquier semejante no identificado, en un constante
refuerzo del tono de mediocridad que pone de relieve la carencia de ideología,
de argumentos y de pensamiento.
Algunos ciudadanos reaccionan porque se sienten excluidos del término
"compatriotas" en boca del Presidente de la República, tanto como la
gran mayoría de los venezolanos sin voz pero con piernas para andar se
siente excluida del término "sociedad civil" en boca de los fascistas
desenmascarados. Pero fue Chávez quien dividió a los venezolanos.
Fue Chávez quien "sacó del closet" el fascismo que creíamos
lejos de estas latitudes.
Hubo un conato de instauración de un régimen totalitario, sanguinario
y fascista, con suficiente tiempo en el escenario como para darnos a probar
su sabor amargo. Pero el horror que más ha sacudido a los venezolanos
han sido esas imágenes, tanto "virtuales" -en las pantallas de TV- como
reales, en las calles, en las esquinas, del odio desmesurado y apasionado que
afloró entre la gente, esa fealdad sobrecogedora lista para arrojarnos
a todos contra todos durante las fatídicas horas que duró la pesadilla,
y que aún persiste pese al llamado a diálogo (¿cuál diálogo?).
Cuántos no se precipitaron a las calles a vomitar sus odios, hermanos
contra hermanos, compañeros de trabajo contra compañeros de trabajo.
Cuántos alcalditos y gobernadores no se precipitaron a decretar engendros
de "guerra a muerte" que ahora menudean en vergonzosas gacetas municipales -¿para
protegerse de los dictadores al mando, alinearse con ellos? Pero los "malucos"
siguen siendo los seguidores de Chávez, los seguidores de la dignidad,
de los derechos humanos, los mestizos y de paso pobres, los indios, algunos
intelectuales que sin ser incondicionales del gobierno lo defienden, los blancos
"puros" o saltoatrás teñidos de chavistas, revolucionarios o izquierdosos,
o simplemente quienes se resistan a ser patio trasero de los EEUU. Porque ellos
atentan contra la American Way of Life (The American Way of Freedom), y constituyen
la verdadera amenaza, porque son la mayoría. No tienen poder mediático,
pero tienen el poder del voto, mientras se preserve la democracia y la vigencia
de la Carta Magna de 1999.