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17 de julio del 2002
Sida, un problema político y económico
Gara
La XIV Conferencia Internacional del Sida finalizó dejando un
sabor agridulce a quienes asistieron a la misma en Barcelona. Diferentes organismos
y ONG denunciaban que, a pesar de haber tenido muchos aspectos positivos, ningún
estado ha hablado de adquirir compromisos concretos al respecto, algo que para
hacer frente a esta pandemia resulta imprescindible. Y es que si algo ha reflejado
esta conferencia, es que el sida ha dejado de ser un problema de salud únicamente,
para convertirse en un auténtico problema político en todo el
planeta. Esta pandemia acarrea no sólo los costes de política
sanitaria, sino también la necesidad de tomar medidas específicas
ante la desvertebración social que produce. Es un problema evidentemente
político, y por lo tanto, las soluciones y medidas a tomar han de ser
también políticas.
Mientras que las noticias que más páginas ocupan en los diarios
continúan siendo los nuevos fármacos que parecen ofrecer la panacea
para hacer frente a la enfermedad, la industria farmacéutica no muestra
la más mínima intención de invertir en lo que realmente
sería necesario para ofertar alternativas, por ejemplo, a los millones
de enfermos que existen en Africa. Las leyes de mercado se imponen, nuevamente,
a la justicia y a la igualdad. Y esto es algo que ha quedado reflejado en la
Conferencia.
La pandemia se extiende de forma rápida y violenta fundamentalmente en
los países más pobres. Un dato nada sorprendente pero que merece
la pena subrayar. Y es que detrás de todos estos macro-congresos se esconde,
a menudo, una profunda hipocresía, y como muestra la ausencia de compromisos
en torno a las contribuciones pendientes de los países ricos al Fondo
Global contra el sida, la tuberculosis y la malaria. De los 10.000 millones
de dólares que prometió el G8, 7.200 brillan por su ausencia.
Para hacer frente al sida, hace falta dinero, determinación política,
nuevos fármacos... Pero sobre todo es necesario no olvidarse nunca de
la importancia de la prevención.
Barcelona ha despedido esta conferencia cargada de propósitos y declaraciones
de buena voluntad, pero como suele ser habitual en este tipo de eventos, con
la ausencia de verdaderas medidas que garanticen soluciones a este problema
de carácter social, político y económico.