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2 de junio del 2002
Huelga General en España: Una pelea entre facciones del Capitalismo ajenas a los intereses del Pueblo
Oscar Grácia
La Haine
Con gran escenificación e indignación, aquellos sindicatos
que han negociado y aceptado las últimas reformas laborales y responsables
por lo tanto de llevar a la población a los niveles de precariedad y
explotación más elevados de la Europa capitalista occidental,
han convocado una huelga general para el próximo 20 de Junio.
Súbitamente las mismas cúpulas encargadas de frenar el descontento
de sus bases, hacen un amago de pelea para enseñar unos dientes de leche
que ya no asustan a nadie, así que como tal son tratados por un Gobierno
que es fuerte con los débiles y débil con los fuertes al aceptar
el desafío mediante la aprobación de la nueva reforma por decreto.
Son todos estos años de 'diálogo social', el abandono de la ideología
de lucha de clases (UGT ha retirado hace un mes su condición de sindicato
marxista) y el sometimiento a concesiones de subvenciones del estado, las que
han dejado a la clase trabajadora asfixiada en el puño del Mercado, tratada
como una mercancía más y despreciada tanto más cómo
se van reduciendo sus escasos derechos.
¿Habría que pensar que gracias a un debate autocrítico se ha dado
un volantazo a la estrategia llevada hasta ahora por los sindicatos?
Falso. Como consecuencia de su sumisión a las diferentes agresiones neoliberales
a la población, llamadas 'reformas', éstas son cada vez más
directas y menos modificables en el proceso de 'diálogo'; un camino que
culminó el pasado 11 de Abril al presentar el gobierno el ataque al desempleo,
abaratamiento de despidos y eliminación de las ayudas a los jornaleros
andaluces y extremeños como un paquete ya decidido y al que sólo
podrían hacerse 'retoques' técnicos.
Era necesario aumentar la 'fuerza' de los sindicatos mayoritarios en la mesa
de negociación mediante la convocatoria de una huelga general. Ése
es su único objetivo, ser tenidos otra vez en cuenta para poder administrar
la receta capitalista neoliberal en dosis más espaciadas en el tiempo
y no con la prisa que un Capital seguro de sí mismo quiere imponer.
Estamos entonces en una pelea entre facciones del Capitalismo totalmente ajenas
a los intereses del Pueblo. El ala moderada se preocupa de los ritmos del ala
radical; nadie está interesado en repeler las agresiones como un primer
paso para, por lo menos, recuperar derechos perdidos.
Desde una perspectiva anticapitalista se hace francamente difícil participar
en estas movilizaciones, conociendo la mediocridad de los objetivos finales
con que será usada la huelga, necesaria por otra parte como válvula
de escape del descontento de muchos que no se conforman con asistir al banquete
de los ricos como plato principal.
A pesar de todo eso, no podemos permitirnos abandonar la escena y un espacio
político propio que poco a poco vamos haciendo conocer a más y
más gente. Un espacio que centenares de miles de personas hicieron suyo
pasando por delante del brazo izquierdo del Capital en Barcelona.
Es una gran oportunidad para hacernos ver, con nuestro propio estilo y la intensidad
que tenga el 'movimiento' en cada ciudad, cada pueblo para visualizar que más
allá de grandes protestas internacionales luchamos por un cambio de sistema
aquí y ahora.
La negación de difusión de este mensaje, cuando no criminalización,
puede ser contrarrestrada con acciones de todo tipo según cómo
lo decida cada grupo, que no tiene porqué ser numeroso, siguiendo el
modelo de acciones directas descentralizadas pero a nivel estatal.
Es éste un método muy imaginativo y flexible que desmonta cualquier
tipo de planificación de represión policial pues es impredecible
qué, cuándo ni dónde va a realizarse una acción,
al contrario que una manifestación donde el control es más exacto
y preparado. Es por otra parte un terreno donde los sindicatos no ponen el pie,
consiguiendo esa diferenciación necesaria para no quedar absorbidos por
su mensaje. En todo caso e independientemente del método de lucha usado,
nuestra presencia en la calle debe ser importante y visible pues ni nos callarán
unos ni nos arrinconarán los otros.