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8 de julio del 2002
Después de la huelga general en España
Despreciados
Oscar Grácia
La Haine
Cuando acaba una huelga general, existe un acuerdo entre sindicatos y
gobierno. No habrá cesiones inmediatas para evitar que la población
se dé cuenta de la fuerza que tiene cuando actúa junta contra
aquellos que gobiernan contra ellos. Así pasó el 14-D cuando pasaron
meses hasta que las primeras medidas sociales empezaron a anunciarse y aplicarse,
retirándose a su vez la reforma laboral impuesta por el PSOE.
Después de las últimas reformas los sindicatos mayoritarios habían
pasado al papel de simples departamentos de Recursos Humanos a los que se comunicaban
las decisiones tomadas para que las hicieran entender a los trabajadores. En
un último intento de volver a la mesa de recortes con el suficiente poder
como para negociarlos más espaciados en el tiempo según su estilo
habitual, convocan una huelga general seguida masivamente en todo el estado.
Desde la posición de fuerza exigida por el verdadero presidente patronal
Rodrigo Rato, se falsean las cifras de seguimiento hasta el ridículo,
se escriben partes de resultados el día anterior, se distribuye 'El Mundo'
en furgones policiales desde las comisarías, se manipulan informaciones
hasta la más pura exaltación fascista. Después de la huelga
nada. Ni una línea, sólo ETA.
Esa ETA tan necesaria, ese 'gora ETA' salido de las gargantas de cada capitalista
eufórico consciente del papel que juega en este estado la manipulación
y bombardeo antiterroristas, esos muertos tan necesarios para llenar de votos
el cesto de los cerdos que los usan, esas lágrimas de cocodrilo por una
violencia que se aviva para reagrupar a la población entorno al líder,
entorno al sistema. El mismo sistema que les explota, les niega derechos, les
convierte en sospechosos... ¡todo vale por la democracia, la constitución
y España!
Pasado entonces ese tiempo de desinformación, llega el momento de evaluar
hasta qué punto la estrategia de movilizaciones de los que han firmado
contínuas cesiones ha tenido éxito, para volver a ser tenidos
en cuenta o por lo menos no ser despreciados públicamente.
Han fracasado. Los tiempos en que presiones populares influían en las
decisiones de los gobernantes han pasado a la historia. El Estado no tolera
ninguna protesta, cualquier cesión es debilidad, todo el poder se concentra
en el gobierno, un gobierno que sólo actúa como representante
que es del Capital.
Los sindicatos seguirán siendo domesticados o serán atacados,
aunque ahora la vuelta al redil de la negociación es bastante más
difícil de explicar que hace unos meses.
Las primeras reacciones del gobierno fueron en la línea del chantaje
y la fuerza, no hay que olvidar que se caracterizan por ser fuertes con el débil
y débil con el poderoso, así que podemos imaginar en qué
concepto tienen a aquellos que sumisos entendían reforma tras reforma.
A finales de Junio , el ministerio de Economía, Rato, concedió
una prórroga de seis meses a UGT sobre un crédito de 26.000 millones
que vencía por el pago del agujero de la PSV, si os portais bien no sereis
castigados. Después de las cifras del paro del Junio, en que se hicieron
menos contratos 'fijos' que nunca, Rato otra vez se mostró entusiasmado
con unos resultados de empleos netos causados según él por las
políticas laborales de las anteriores reformas, reformas que debían
profundizarse para 'modernizar' y 'flexibilizar' el mercado laboral español,
el más precario de Europa.
Después de todo ésto Aznar envía una carta a los sindicatos
donde les convoca a reuniones que delega sobre Rato, éste a su vez no
quiere rebajarse a hablar con organizaciones a las que definitivamente les ha
perdido no ya el respeto sinó cualquier tipo de miedo, y les indica que
próximamente los ministros de Trabajo, Hacienda y Administraciones Públicas
hablarán con ellos para tratar privatizaciones, cursos de formación
como posible zanahoria si son buenos, condiciones salariales del funcionariado
y alguna medida menor como aumentar el tiempo de baja de maternidad, escaso
gasto teniendo en cuenta que España es el estado con menor natalidad
de la UE.
Es decir, ni se habla de la reforma por la que una mayoría de los trabajadores
del estado hicieron huelga, a pesar de las amenazas patronales, mientras se
les invita a participar en los nuevos recortes. ¿Es ésta la capacidad
de cambio del reformismo dentro del sistema?
La demostración de la inutilidad del pactismo durante décadas
nos ha llevado donde estamos ahora, una gran cantidad de trabajadores sin sentido
de clase, desmovilizados e individualizados que hacen pensar al Poder que no
hay nada que temer y por tanto nada que ceder.
Esa comprensión de que los derechos no se piden, ni se suplican en una
mesa de negociación sinó que se exigen y se toman, debería
ser el punto de partida de muchos que piensan que sólo dialogando se
alcanzan objetivos.
¿Diálogo? ¿Con quién tiene el poder de decidir y no quiere ni
tiene porqué hacerlo?