|
28 de juniodel 2002
Blair quiere que ayuntamientos y ministerios puedan espiar los correos electrónicos sin orden judicial
Walter Oppenheimer
El País
El Gobierno de Tony Blair quiere extender al núcleo de la Administración
pública, incluidos ministerios, ayuntamientos y diversos servicios públicos,
el derecho a rastrear el correo electrónico, las llamadas telefónicas
y los lugares en que se ha utilizado el móvil, sin orden judicial. La
propuesta, que ha indignado a los defensores de los derechos civiles, puede
entrar en vigor en agosto próximo si recibe el apoyo de un comité
técnico del Parlamento, que no la discutirá en el pleno de la
Cámara.
El duro ministro del Interior, David Blunkett, justifica tan drástica
medida en la necesidad de luchar contra el terrorismo y la delincuencia en general.
Lo más sorprendente es que ya desde hace dos años la policía,
los servicios secretos, aduanas y Hacienda podían hacer ese rastreo sin
permiso judicial.
Ahora, ese mecanismo de lucha antiterrorista se extiende a siete ministerios
(incluidos los de Agricultura o Sanidad, por ejemplo), todas las corporaciones
locales y una decena de agencias del Gobierno, como la de Medio Ambiente, Seguridad
Alimentaria o Servicios Postales, según informaba ayer el diario The
Guardian.
Los funcionarios de un determinado nivel podrán exigir a las compañías
de teléfonos, proveedores de Internet y operadores postales información
detallada sobre sus clientes. Entre esa información se incluye el nombre
y dirección, llamadas telefónicas realizadas y recibidas, identificación
de las páginas visitadas en Internet y localización geográfica
de las llamadas de móviles, lo que permite saber dónde ha estado
una persona con un error de unos cientos de metros.
Las compañías proveedoras de servicios estarán obligadas
a entregar el listado de esas comunicaciones, pero no podrán revelar
el contenido de las conversaciones o el correo.
La medida puede entrar en vigor en agosto próximo modificando la ley
de 2000 que regula los poderes de investigación. Para ello no se necesita
el apoyo del pleno del Parlamento: basta el visto bueno de un comité
parlamentario especializado.
El Gobierno asegura que la medida es necesaria para luchar contra el terrorismo
y el crimen en un mundo que utiliza cada vez más esos medios de comunicación,
lo que incluye la salvaguardia de la seguridad nacional, prevención o
detección del crimen, salud pública, cobro de impuestos y cualquier
otro propósito especificado en una orden por el Ministerio del Interior.
ATAQUE A LA PRIVACIDAD.
El diario The Guardian, profundamente cercano al laborismo pero siempre
crítico con las decisiones del Gobierno de Blair que a su juicio atentan
contra las libertades, hace un llamamiento para paralizar la propuesta en un
durísimo editorial titulado 'Las libertades británicas, RIP'.
El diario afirma que se trata de 'una burla al derecho a la privacidad que se
supone que la Ley de Derechos Humanos tiene que proteger'. La medida 'no va
a ayudar a capturar terroristas pero va a aumentar la sospecha pública
y la desconfianza hacia los servicios de seguridad y la policía'.
Simon Davies, director de la organización de defensa de derechos civiles
Privacy, denunció que 'el Ministerio del Interior ha roto su compromiso
de que esta ley no se convertiría en un poder generalizado de vigilancia
al servicio del Gobierno'. 'La exhaustiva lista de organismos que podrán
acceder a los datos sin una orden judicial prueba que estamos ante un ataque
sistemático del derecho a la privacidad'.
Bob Satchwell, director de la Sociedad de Editores de Diarios, advirtió
ayer de los peligros que se derivan también para la prensa de la propuesta.
'Es muy diferente que las autoridades tengan que ir al juez para lograr esa
información, porque los editores tienen confianza en un juez que tenga
en cuenta el interés público del periodismo de investigación'.
EL 'HALCÓN' DEL LABORISMO
Rastrear el correo electrónico y los teléfonos no son las
primeras propuestas controvertidas del ministro del Interior, David Blunkett,
un halcón que quiere ser el primer invidente que llega a primer ministro.
Blunkett, que goza de gran popularidad y del respeto de los medios, logró
el año pasado ampliar los poderes de la policía en materia antiterrorista.
Ayer empezó a debatirse en el Parlamento su penúltima propuesta:
expulsar de inmediato a los refugiados a los que se niegue el derecho de asilo,
sin permitirles apelar y segregar a los hijos pequeños de los demandantes
de asilo para que estudien en campos de refugiados en lugar de en la escuela
convencional. Su política de asilo ha indignado a la izquierda. Bill
Morris, líder del principal sindicato británico, le lanzó
ayer una seria advertencia en las páginas del diario The Independent.
'Señor Blunkett, créame: está usted equivocado', escribe.
'Estamos ante una ruptura de la honorable tradición de asilo de este
país'.