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21 de julio de 2002
Entrevista con Octavio Rodríguez Araujo
No hay condiciones para que las nuevas izquierdas propongan
soluciones reales
Lourdes Torres Camargo
Agencia de Noticias de la Academia Mexicana de Ciencias
El descrédito del socialismo y la convicción de que ante el
capitalismo no habría alternativa, condujo a nuevas interpretaciones
del presente
La pasión por el estudio de los partidos políticos, en especial
los de izquierda, ha acompañado a Octavio Rodríguez Araujo desde
hace 37 años, a pesar de estar conciente de que las nuevas izquierdas
no se encuentran en condiciones de proponer soluciones reales de los problemas
de la humanidad.
En esta ocasión, el miembro regular de la Academia Mexicana de Ciencias
en el área de Ciencias Sociales y Humanidades, comparte sus pensamientos
respecto a este tema y a la publicación de su nuevo libro Izquierdas
e izquierdismo. De la Primera Internacional a Porto Alegre.
Los partidos de izquierda
Por muchos años, los partidos de izquierda tenían como objetivo,
independientemente de las estrategias, el socialismo. Sin embargo, diferencias
en el planteamiento de éstas, más que de concepción del
socialismo, con frecuencia dividían a las organizaciones.
La URSS no fue socialista, como tampoco la mayoría de los países
que se asumían como tales
En los últimos años, particularmente después de la desaparición
de la Unión Soviética, que para muchos era socialista, se estableció
una ecuación, a mí juicio equivocada, pero de todos modos generalizada:
"Fin de la URSS = Fin del socialismo".
A partir de esa ecuación Margaret Thatcher afirmó y, mucha gente
le creyó, que ya no había opción (There is no alternative)
y que, por lo tanto, el capitalismo sería el fin de la historia.
El descrédito del socialismo y la convicción de que ante el capitalismo
no habría opciones, así como los repetidos fracasos de los movimientos
y partidos de izquierda tradicionales, condujo a nuevas interpretaciones del
presente (últimos 20 años, más o menos) y, por lo mismo,
a la elaboración de nuevas intenciones teóricas.
Estos nuevos movimientos sociales, muchos de ellos anti-partidos y contrarios
a la teoría de la representación de origen liberal, dieron pie
a otras izquierdas, más sociales que partidarias. Aunque los partidos
también cambiaron: pasaron de ideológicos y clasistas a plurales
por su composición social e indefinidos por su ideología.
En México
Las nuevas izquierdas en México surgieron a partir del levantamiento
indígena en Chiapas. El Ejército Zapatista de Liberación
Nacional parece haber influido considerablemente tanto en ellas como en otros
países, principalmente Italia, España, Francia, Alemania, Argentina
y Estados Unidos, donde se formaron comités de apoyo al EZLN (en algunos
de estos países hubo más que en México).
Uno de los aspectos de la convocatoria internacional del EZLN fue, a partir
de 1996, la lucha en contra del neoliberalismo. Este tema se insertó
en la corriente de otros movimientos que, con diferentes bases, se planteaban
lo mismo, además de otras cuestiones.
En México, paradójicamente, las nuevas izquierdas no crecieron
a pesar de haber estado cerca del movimiento chiapaneco. Rodríguez Araujo
confiesa que todavía no entiende bien por qué.
Éstas conformadas por movimientos de distintos orígenes ideológicos
y políticos o por movimientos "nuevos" (es decir, de jóvenes que
antes no habían tenido participación política de ninguna
especie), no son en general anticapitalistas, sino que se oponen más
bien a una de las expresiones del capitalismo: la globalización neoliberal
que vivimos desde hace un par de décadas.
Este ha sido un común denominador para las nuevas izquierdas que, defensoras
del pluralismo y la inclusión, no han querido definirse de manera más
concreta.
La preparación del libro
El interés por interpretar a las nuevas izquierdas y de elaborar una
revisión de los principales debates desde las primeras organizaciones
de estas corrientes en el siglo XIX hasta la fecha, surge de estos antecedentes.
"Trabajé un par de años ordenando y clasificando libros y artículos
referidos al tema y redactando algunas ideas a manera de ensayos. Cuando ya
tenía una idea clara de lo que quería hacer, organicé un
seminario de posgrado (en dos semestres) acerca del tema, en el que tuve la
suerte de contar con alrededor de 30 alumnos que, sobre todo, tenían
muchas preguntas.
Fue entonces cuando resolví comenzar el libro, tratando de llevarle la
delantera al ritmo del seminario. Lo logré, trabajando muchas horas diarias
y pude redactar cerca de 250 cuartillas en cinco meses, tres meses antes de
que terminara el seminario.
Uno de los ejes de mi libro es la diferencia entre las comunidades de acción
y las comunidades teóricas, mismas que analizo desde la Primera Internacional
que fue una comunidad de acción, aunque Marx hubiera querido que fuera
una comunidad teórica.
Las nuevas izquierdas conforman una comunidad de acción, y si intentaran
convertirse en una comunidad teórica surgirían inevitables divisiones
que, al parecer, nadie quiere. El problema es que las comunidades de acción
no pueden plantearse grandes objetivos ni formas organizativas sólidas
para alcanzarlos o luchar por ellos; y sin organización.
La conclusión a la que he llegado, aunque el libro no es sobre México,
es que ni aquí ni en ningún otro país las nuevas izquierdas
están en condiciones de proponer soluciones reales a los grandes problemas
de la humanidad.
Hay propuestas, como no pagar la deuda externa, o fijar un impuesto al capital
especulativo; igual se propone la participación de la sociedad en barrios,
pueblos, ciudades.; es decir, de abajo hacia arriba (que sería parte
de la propuesta de la llamada democracia radical).
Pero no hay propuestas reales, ni objetivos ni formas de organización
para hacerlas posibles. Quizá en un futuro próximo; pero por ahora
lo que priva es una suerte de movimientismo que igual puede conducir a algo
más propositivo que a la mera oposición o al debilitamiento y
dispersión.
Lo que puede proponerse es vago y general, porque sólo así pueden
unirse grupos y movimientos tan diversos. Esta es la fuerza de las nuevas izquierdas,
pero también su debilidad, concluye el investigador.