5 de diciembre del 2002
Otro titular era posible
Víctimas y verdugos
Simón Royo
Rebelión
Cuando se establece tajantemente la línea divisoria entre el bien
y el mal se suele olvidar que en medio de las contiendas bélicas suele
haber personas que poco tienen que ver con las mismas, la mayoría de
los civiles, y que de ellos hay en todos los bandos. La división en víctimas
y verdugos entre los dos bandos militares de una contienda jamás se hace
cargo de las bajas civiles provocadas por el bando vencedor, de ahí que
la información al respecto resulte nula, vacía, desaparezca y,
cuando aparece, sólo pueda ser vista como un afán revanchista
de los vencidos.
El titular de una noticia del diario El Mundo, Sección Cultura,
del Lunes 2 de diciembre de 2002 incitaba a llegar a la conclusión de
que un revisionista neonazi estaba defendiendo la increíble postura de
pretender que Hitler y sus milicias fueron las víctimas de la 2ª Guerra
Mundial. Titular: "Jörg Friedrich rompe el tabú y
presenta a los alemanes como víctimas de la II Guerra Mundial". El
titular del artículo de la Corresponsal en Berlín Ana Alonso Montes,
engaña, desorienta e induce a quien no lea el cuerpo de la noticia a
concluir cosas completamente contrarias de las que se informan, pero el subtítulo
lo hace también: "El libro levanta las iras de Gran Bretaña: preguntan
si el historiador insinúa que Churchill fue un criminal". Y luego, en
negrita, vemos dos subtitulaciones más, engañosas, de los párrafos,
una que dice: "Revisionista peligroso" y la otra "Silenciar el sufrimiento".
Con lo cual, el lector que sólo lea el Titular y los subtítulos
quedará impregnado de la sensación de que los revisionistas neonazis
atacan de nuevo.
Cuando se lee el cuerpo de la noticia se descubre que Jörg Friedrich
no es un neonazi sino un reputado historiador de izquierdas con libros importantes
sobre los crímenes del nazismo y que defiende ahora, TAMBIÉN,
en su obra "El incendio", la denuncia de las víctimas alemanas CIVILES
habidas en la contienda, asunto en el que hasta el escritor Günter Grass
se ha mostrado de acuerdo. Lo que muestra de que vivimos en una época
en la que la censura globalizada del pensamiento único obliga a camuflar
como relato literario lo que resulta escandaloso decir o atreverse a decir y
discutir, públicamente, con rigor histórico. Al menos la periodista
recoge las discrepancias del británico, también historiador, Correlli
Barnett, quien, junto al ad hominem de tachar a Friedrich de "revisionista
peligroso" ha realizado argumentaciones históricas de interés
para situar a Churchill, (a quien una encuesta reciente de la BBC sitúa
como el británico más importante del siglo XX), fuera de las responsabilidades
que se le achacan, lo que pudiera ser el inicio de un debate argumental entre
especialistas que resituase las cuestiones históricas y disipase las
discrepancias.
"Como hiciera primero W.G.Sebald, y más recientemente Günter Grass
en A paso de cangrejo, su última novela publicada, Friedrich reivindica
el derecho de los alemanes a recordar a sus víctimas, en su caso con
el reconocimiento histórico de los hechos.
En la presentación de A paso de cangrejo, Günter Grass subrayaba
que los alemanes «tienen derecho a rendir homenaje a sus propias víctimas»
(…). Grass se lamenta en esta obra de que hasta ahora solamente la ultraderecha
haya tenido presente el papel de víctima del pueblo alemán en
la contienda mundial".
Otro titular era posible, el que debería de haber rezado así:
"EL HISTORIADOR JÖRG FRIEDRICH ROMPE EL SILENCIO Y HABLA DE LAS VÍCTIMAS
CIVILES ALEMANAS DE LA 2ªGM". En el cuerpo del mensaje se muestra
adecuadamente como nadie se atrevía a denunciar este hecho por miedo
a ser calificado de neonazi: "La culpa por los crímenes cometidos por
el régimen nazi pesa sobre una losa sobre cada alemán que vivió
la II Guerra Mundial, y sobre sus descendientes. Tanto es así que plantear
que el pueblo alemán fue también víctima de la conflagración
ha sido durante años un tabú. Si los alemanes fueron víctimas
y verdugos también los aliados desempeñaron los dos papeles. Este
planteamiento levanta ampollas en el Reino Unido". Se nos comienza explicando,
adecuadamente, como se considera la responsabilidad no sólo de los dirigentes
nazis y sus cuadros militarizados sino de todo el pueblo alemán, e incluso
se considera esa criminalización colectiva de todo un pueblo como hereditaria
y legada a los descendientes. Una acusación de pecado original y herencia
de culpa demasiado mal secularizada como para que se reciba sin recelo. La noticia
prosigue así: "De alguna manera, el homenaje a las víctimas alemanas
termina pareciendo la antesala de la justificación de los crímenes
de los nazis, y de ahí que durante décadas este discurso se lo
apropiaran los ultraderechistas".
Por eso no se puede criticar hoy la política exterior de Estados Unidos
ni antaño la de los vencedores de cualquier momento de la historia. Pues
se considera que el colonialismo imperialista renacentista o decimonónico,
asesino y esclavizador de indios y negros, o el bombardeo de Dresde en 1945,
o el arrojar, ya en el siglo XXI, 20.000 bombas sobre Afganistán y estar
a punto de arrojar muchas más sobre Irak, es un acto de civilización
realizado contra la barbarie, como las bombas atómicas arrojadas sobre
Hiroshima y Nagasaki, actos "civilizadores" nunca emulados por otros. Cuando
se denuncian estos hechos, sin criminalizar en absoluto a todo el pueblo estadounidense
(también víctima del buque insignia del capitalismo, aunque estén
dentro) sino a sus líderes y gobiernos, determinados y concretos, se
suele insinuar que se pretende justificar el nazismo, al Emperador Hiro Hito,
a los talibanes o a Sadam Husein, exculpándolos de sus propios crímenes,
sin entender ni querer entender que se puede diferenciar entre los pueblos y
sus gobiernos. Nadie niega ni insinúa que los nazis asesinaran masivamente
a los judíos por recordar que, ADEMÁS, asesinaron a homosexuales,
gitanos, comunistas, liberales, etc, y nadie niega ni insinúa que los
judíos fueron masacrados por decir que TAMBIÉN un gran número
de civiles alemanes fueron masacrados por los espantosos y continuos bombardeos
aliados, de ahí la mala fe maniquea de quienes sí que insinúan
e incluso afirman sin descanso que denunciar los crímenes de algunos
gobiernos de los Estados Unidos es querer limpiar los crímenes de cualesquiera
otros. Existen negacionistas y neonazis, pero éstos se caracterizan
por declarar a Hitler como víctima y negar que se asesinaran judíos,
no por recordar que hubo más víctimas civiles en la contienda
de las que son reconocidas.
La información prosigue y, con todas las cautelas y matizaciones, se
nos indica, seguramente calculando a la baja, que: "La Fuerza Aérea
británica y la aviación americana atacaron de forma sistemática
161 ciudades alemanas. Muchas quedaron casi totalmente destruidas. Se calcula
que el número de víctimas civiles sobrepasó el medio millón:
aproximadamente un 15% eran niños". Queda claro entonces que esas
víctimas inocentes han de recibir reconocimiento, que tal cosa no significa
ninguna adhesión al nazismo y que, lamentablemente, los gobernantes criminales
responsables de todas esas muertes, posiblemente nunca serán juzgados,
como lo fueron los criminales vencidos, aunque no les recordaremos como si no
lo hubiesen sido.