19 de diciembre del 2002
Respuesta de Batasuna al EZLN
IndyACP
Le escribimos en nombre de miles y miles de ciudadanos y ciudadanas vascas
que, tras la suspensión de la formación política Batasuna
por parte del juez Baltasar Garzón en las cuatro provincias vascas bajo
la administración española, han quedado desposeídos de
sus derechos civiles y políticos más fundamentales, como son el
derecho a organizarse políticamente, el derecho a la libre manifestación,
el derecho a reunión, e incluso el derecho a la libertad de expresión.
Esta ilegalización se añade, además, a una suma de ilegalizaciones
anteriores, la del periódico y la radio Egin; la de la revista Ardi Beltza;
la del movimiento pro-amnistía, en dos ocasiones; la del movimiento juvenil,
en tres ocasiones, además de la criminalización de las escuelas
vascas, de la asociación de la alfabetización de adultos, del
movimiento de desobediencia civil, de los sectores populares disidentes en general...
No nos cabe la menor duda a la hora de afirmar que dicha actuación judicial,
así como la tramitación de la Ley de Partidos Políticos
en el Parlamento español, con el objetivo públicamente manifestado,
y reconocido incluso por el propio presidente del gobierno español, José
María Aznar, de ilegalizar a Batasuna a comienzos del año 2003,
responde al clima internacional propiciado por la iniciativa supuestamente antiterrorista
del presidente estadunidense Bush, después de los atentados del 11 de
septiembre de 2001 en Estados Unidos. No es que el 11 de septiembre empezara
nada nuevo, sino que dichos atentados han servido al imperialismo para acelerar
sus planes agresionistas destinados a crear un nuevo orden internacional, fundamentado
en la dominación del poderoso sobre el débil, del pensamiento
único neoliberal donde la izquierda y las naciones sin estado no tengan
sitio.
El caso vasco no ha sido, además, el único botón de muestra
de este tipo de actuación política antidemocrática en el
mundo. Es evidente que el gobernante israelí Sharon ha incrementado su
agresión en contra del pueblo palestino. El presidente ruso Putin ha
hecho lo mismo en Chechenia. La actuación del presidente Uribe, en Colombia,
es similar, donde los movimientos guerrilleros han pasado a ser movimientos
terroristas. Y no digamos nada del anunciado ataque a Irak, de la pasada agresión
militar a Afganistán... Y son muchos más los ejemplos que se podrían
dar a través del mundo.
Pero esa actuación no atañe únicamente a los movimientos
de liberación nacional de los pueblos oprimidos. En la propia Unión
Europea, el movimiento contrario a la globalización y al neoliberalismo
también sufre una clara criminalización política, como
lo demuestran la detención y el encarcelamiento de numerosos militantes
italianos por orden del gobierno de Berlusconi.
Dicho de otra manera, todos aquellos que se oponen al pensamiento único
y al orden neoliberal establecido, en defensa de su identidad como pueblo o
de su condición de clase, son perseguidos sistemáticamente en
todo el planeta. La agresión política, militar, cultural, económica,
ecológica y de género, incluso de manera violenta, es legitimada
por los Estados, y la autodefensa de los agredidos, sea violenta o no, es perseguida.
Tal y como lo dijimos en Génova en la contracumbre al G8, lo que no puede
ser es que ocho impongan por la fuerza de las armas su proyecto globalizador
a 6 mil millones de habitantes.
La aspiración de todos los pueblos del planeta a poder vivir en paz en
un orden social justo donde la riqueza no sea sólo el patrimonio de unos
pocos y donde no impere la fuerza de la imposición, sino la razón,
la solidaridad entre los pueblos y entre las personas, nunca había sido
tan ferozmente reprimida y acallada por los centros de poder militar, económico
y mediático. Es, como decía el Che Guevara, la imposición,
la opresión y la filosofía del despojo del débil, lo que
alimenta la filosofía de la guerra. Cese la injusticia social y el dominio
del poderoso y pondremos bases firmes para la paz.
Nuestro pueblo nunca ha sido un pueblo belicoso, pero sí un pueblo rebelde:
rebelde ante la opresión, rebelde ante la injusticia, rebelde ante la
imposición. Euskal Herria desea la paz, paz sólida, estable y
duradera, sin injerencias ni imposiciones de los Estados que nos dominan y dividen
en dos, hermanos del norte y del sur desgarrados por intereses políticos
y los avatares del proceso histórico de configuración de las clases
dominantes en el capitalismo emergente europeo.
Deseamos la convivencia pacífica con España y Francia en plano
de igualdad y respeto mutuos; ansiamos la convivencia solidaria con los pueblos
español y francés y con todos los pueblos de Europa y del mundo,
y anhelamos, finalmente, un nuevo estadio de las relaciones sociales, donde
la guerra, la violencia y la opresión no sean más que un mal recuerdo
para el género humano.
A pesar de lo difundido por los medios de comunicación en todo el mundo,
Batasuna nunca ha justificado ni fomentado el recurso a la lucha armada, ni
en Euskal Herria ni fuera de nuestro país, pero sí considera que
mientras no se den condiciones democráticas y justas para la resolución
de los conflictos, aquí y en el resto del mundo, siempre habrá
una parte de los oprimidos que recurra al uso de la violencia política
como método de actuación. Es por ello que nos negamos a condenarla
políticamente, porque la condena no resuelve el problema político
de fondo, y nuestra responsabilidad y obligación como fuerza política
de izquierda es precisamente buscar soluciones a los problemas de este mundo;
porque otro mundo es posible, y si es socialista mucho mejor.
Por todo ello, agradecemos al subcomandante insurgente Marcos y al EZLN su interés,
solidaridad y apoyo a la causa vasca, algo que es recíproco, ya que desde
Euskal Herria seguimos la lucha justa del EZLN, motivo por el que numerosos
vascos y vascas participamos en la marcha internacional zapatista o en brigadas
de apoyo, como las organizadas por el grupo internacionalista vasco Askapena.
Nosotros también apostamos por el diálogo y el acuerdo entre todas
las partes como método de resolución del conflicto y de construcción
nacional y de cambio social. Incluso, creamos las condiciones políticas
para una transición política en ausencia de violencia. En dicho
proceso, ETA dio una tregua que se prolongó durante 20 meses para apoyar
este proceso vasco sustentado por la mayoría social, sindical, institucional
y política en Euskal Herria. Sin embargo, el gobierno de Madrid, en lugar
de aprovechar dicha situación, tal y como lo hizo el gobierno británico
en el caso irlandés, se dedicó a dinamitarlo. Aznar fue el principal
responsable de la voladura de aquel proceso político que hubiera supuesto
la resolución política y definitiva del contencioso. Y es que
el objetivo del gobierno de Madrid no es la paz, es la liquidación del
proceso soberanista vasco, aunque éste se ejercite de manera no violenta
y democrática.
Pero los procesos sociales, y el proceso emancipador vasco no es excepción,
pasa por encontrar fórmulas democráticas de resolución
basadas en el reconocimiento del derecho a la libre determinación de
nuestro pueblo en el conjunto de su territorio, porque es ese el escenario que
desea la mayoría de los vascos. Los vascos queremos tomar la palabra
en condiciones democráticas y queremos que todo el mundo respete dicha
decisión, independientemente del resultado. Somos conscientes de que
la sociedad vasca es plural, y queremos construir un país para todas
y todos los ciudadanos vascos, sin exclusiones, un país de todos y para
todos, un país que reconoce todos los derechos a todos y todas sus ciudadanas
en todo el territorio vasco, desde el de autodeterminación hasta el de
la vida, pasando por todos los demás derechos civiles, políticos,
económicos y culturales.
Dicho escenario debe garantizar la igualdad de oportunidades para todos los
proyectos políticos. Nosotros, con humildad y laboriosidad, aportaremos
un proyecto para una Euskal Herria independiente y socialista.
Para finalizar, saludamos y estamos dispuestos a participar en cualquier iniciativa
política que, con seriedad y base democrática, tenga por objetivo
crear las condiciones políticas necesarias por parte de todos, con el
objetivo de garantizar que los y las vascas podamos decidir libre y democráticamente
el futuro de Euskal Herria. Un saludo fraternal y revolucionario.
ˇViva la solidaridad de los pueblos oprimidos! Gora herria! Euskal Herria, 12
de diciembre de 2002.