26 de diciembre del 2002
Costa de Marfil: más fuerzas francesas para aplacar guerra civil
IPS
Francia aumenta su presencia militar en Costa de Marfil, mientras organizaciones
de derechos humanos manifiestan temor de que la guerra civil conduzca a un baño
de sangre. El ejército francés envió 300 soldados esta
semana al puerto de Abidjan, lo que eleva sus presencia militar en el país
africano a 2.600 uniformados. Francia comenzó a enviar sus tropas poco
después del inicio de la guerra civil, el 19 de septiembre.
"Al reforzar su aparato militar (en Costa de Marfil), Francia pretende facilitar
una solución política al conflicto" e "impedir una catástrofe
humanitaria", aseguró el canciller francés, Dominique de Villepin.
"Nuestra única intención es garantizar la seguridad de los ciudadanos
franceses y extranjeros", agregó. De Villepin manifestó su "pleno
respaldo" a los esfuerzos diplomáticos de gobiernos africanos para poner
fin a la guerra civil. Mandatarios de Africa occidental pidieron la intervención
del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Francia aspira a que las negociaciones se celebren en París, "con la
presencia de todos los líderes" de la región que buscan una solución,
afirmó el ministro. La intervención francesa en Costa de Marfil
solo sirvió para que el gobierno de Laurent Gbagbo reorganizara y renovara
el equipamiento de su ejército y para salvar al presidente del colapso
que se avecinaba por la escalada insurgente, afirmaron críticos en París.
El ejército francés impuso un cese de las hostilidades en el centro
y en el occidente del país, lo cual permitió que el gobierno consolidara
el control sobre Yamoussoukro, la capital, y el puerto de Abidjan, centro económico
del territorio. Las fuerzas francesas también protegen las plantaciones
de cacao en el occidente y el puerto de San Pedro, en el occidente. Costa de
Marfil es el principal productor mundial de cacao.
La organización de derechos humanos Amnistía Internacional afirmó
que Costa de Marfil está a punto de ingresar en un estado de guerra generalizada.
La organización con sede en Londres propuso una "movilización
internacional inmediata" para impedir un baño de sangre similar al sufrido
por Ruanda en 1994, cuando en dos meses combatientes de la etnia mayoritaria
hutu dieron muerte a 500.000 miembros de la minoría tutsi y hutus moderados.
Amnistía acusó al gobierno de Costa de Marfil y a los rebeldes
de cometer crímenes originados por el odio étnico, y sostuvo que
las fuerzas gubernamentales realizaron ejecuciones sumarias, la mayoría
contra habitantes del norte del país.
Cuatro de los 16 millones de habitantes de Costa de Marfil son descendientes
de las vecinas Malí y Burkina Faso, la mayoría de los cuales viven
en el norte del país, cerca de la frontera con esas dos naciones. Fuerzas
del gobierno acosaron a simpatizantes de la Unión de Republicanos, el
partido político del ex primer ministro Alassane Outtara, a quien se
impidió ser candidato en las elecciones presidenciales de 2000 porque
su apellido es característico de la población septentrional y,
por lo tanto, no podía ser considerado ciudadano.
Amnistía informó el jueves sobre la aparición de tumbas
masivas en la ciudad de Bouaké, controlada por fuerzas rebeldes. Además,
a comienzos de este mes fueron descubiertos unos 120 cuerpos de supuestos extranjeros
en una tumba masiva en la occidental región de Monoko-Zohi, región
disputada por el gobierno y los rebeldes.
Escuadrones de la muerte cercanos al gobierno asesinaron a dirigentes opositores,
especialmente en Abidjan, según diversos informes. Algunos sobrevivieron
gracias a la protección francesa. Outtara vive en la embajada de Francia
desde el 19 de septiembre. Francia rechazó "todo uso de la violencia
y toda violación de los derechos humanos", y, a pesar de su propia presencia
militar en el país africano, "toda interferencia extranjera", y alertó
que la guerra civil podría generalizarse en Africa occidental.