11 de diciembre del 2002
Colombianas bajo condiciones de esclavitud en España
Editorial Poetas Antiimperialista de América
Radiografía de la explotación o esclavitud sexual que sufren
en España cientos de colombianas. La intención del artículo
es mostrar la realidad moral de la España de Garzón y no las causales.
La mayoría vive una suerte de secuestro que se usa para garantizar
que paguen la deuda que contrajeron para poder viajar. Sin papeles e indefensas,
sufren toda clase de abusos.
El 90 por ciento sabe a qué viene; casi ninguna era prostituta en Colombia
y todas persiguen el mismo sueño: lograr un futuro para ellas y sus familias.
Las atraen historias de ganancias fabulosas y la mayoría cree que en
poco tiempo podrá darle un vuelco a sus vidas. Pero lo que ninguna sabe,
es que tendrán que pasar un largo tiempo como esclavas sexuales.
Es imposible calcular el número de colombianas que hoy ejerce la prostitución
en España. Pero la magnitud de este fenómeno se puede constatar
a sólo 100 metros de la embajada de Colombia en Madrid, localizada en
unos de los mejores barrios de la capital española. Allí, en pleno
Paseo de La Castellana, y perfectamente visibles desde la puerta de la embajada,
destellan cada noche las luces del club San Jorge, un lugar donde hay una veintena
de trabajadoras sexuales colombianas de diversas regiones.
El último informe de la Guardia Civil sobre tráfico de seres humanos
con fines de explotación sexual aporta el dato estadístico más
sólido que se conoce: en el 2001, una de cada tres prostitutas que trabajaba
en 'clubs de carretera' era colombiana: 6.066 mujeres. A lo que hay que sumar
las que ejercen en las ciudades (en clubs, apartamentos, a través de
celular o en la calle).
Conscientes engañadas
Laura Oso, socióloga de la Universidad de La Coruña y autora de
un estudio sobre prostitución colombiana en Galicia, refuta el mito de
que la mayoría son traídas engañadas, pues el 91 por ciento
de las mujeres que entrevistó sabía a lo que venía.
Carlos Botrán, Comisario Jefe de la Brigada de Redes de Inmigración
de la Policía española, concuerda: "Sólo un 10 por ciento
vienen engañadas con la promesa de un trabajo como camareras o acompañantes
de personas mayores".
N! o obstante, ambos remarcan que si bien nueve de cada diez son conscientes
de cual será su actividad, "lo que no imaginan son las condiciones que
les van a imponer al llegar". Y aquí es donde está la trampa.
La deuda, el grillete
La médula del problema está en la deuda que estas mujeres contraen
para poder realizar el viaje. Y que además del billete, incluye un préstamo
para acreditar medios de subsistencia en España y otros gastos onerosos,
como el 'trámite' para conseguir la visa de turista.
Botrán explica: "Ese dinero sale casi siempre de agentes en origen de
redes de tráfico de personas, que luego se encargan de ubicarlas en clubes
acá". Se trata de redes mixtas, de colombianos y españoles, que
juegan un rol fundamental, pues sin ellas no habría dinero para el viaje,
ni contactos para trabajar apenas se llega a España.
"Lo que estas mujeres desconocen -explica el Comisario- es que una vez que las
han distribuido en los locales, las van a tener literalmente ! secuestradas
y vivirán como auténticas esclavas hasta que paguen su deuda",
que suele estar alrededor de los 5.000 euros: unos 14 millones de pesos.
No en vano, apenas llegan al aeropuerto de Barajas, les quitan el pasaporte
y el dinero que les habían prestado. La red toma todas las medidas para
asegurar el retorno de su inversión y la ganancia.
La explotación
La cuenta 'optimista' es que trabajando a razón de 40 ó 50 euros
por servicio de 20 minutos en un club de carretera promedio, la deuda se paga
rápido. Pero otra es la realidad.
La policía española calcula que del total de ingresos mensuales
de una colombiana en estas circunstancias, el 50 por ciento se va en pagar la
deuda del viaje; un 25 por ciento suele ser para el 'colocador' y el 25 por
ciento restante es para ella.
Pero de ese último 25 por ciento, ellas deben pagar su plaza en el club,
su comida, su ropa, la lavandería y otros gastos, con lo cual les queda
muy poco. Un cupo en un club (con alimentación y demás servicios)
puede costar entre 60 y 80 euros por día. Con lo cual, y contando lo
que reciben por los tragos que consuman sus clientes, una mujer necesita prestar
al menos cinco servicios básicos diarios sólo para mantenerse.
Meses sin ver un peso
José Luis González, un oficial de la Guardia Civil que lleva años
en el tema, comenta: "muchas pasan meses sin ver un duro". Pues en muchos clubes
les anotan sus servicios en una planilla que luego se cruza con la de los gastos
(habitación, comida, etc.) y "algunas terminan el mes debiendo".
Además, las multas son frecuentes: por estar más tiempo con un
cliente del debido, por no estar en el área de trabajo a tiempo, etc.
El cónsul de Colombia en Madrid, Jorge Alberto Barrantes, cuenta que
algunas tardan hasta dos o más años en pagar. Y explica que no
es raro que clubes y 'proveedores' se asocien para explotarlas al máximo,
aumentando sus costos de manutención y la frecuencia de las multas para
así prolongar el tiempo que tardan en pagar la deuda y hacerlas prestar
un mayor número de servicios diarios.
"Les cobran por todo y todos se aprovechan de ellas. El problema es que las
redes saben que estas mujeres no los van a denunciar, porque a lo que más
le temen es a ser deportadas", anota Barrantes. Y en efecto, el número
de denuncias ante las autoridades es mínimo.
'Sabemos donde vive tu familia'
Iris, miembro del Proyecto Esperanza -que ayuda a mujeres víctimas de
explotación sexual- lo confirma y explica: "hay que entender que hablamos
de mujeres que desconocen el entorno, que están aisladas, que tienen
mucho miedo de la policía y que están totalmente desprotegidas".
Se han encontrado lugares donde la salida del perímetro del club se impedía
con perros bravos, y casos de uso de violencia y de drogas para someterlas.
Pero tanto autoridades como ONGs coinciden en que estos casos no son la norma.
Iris anota que el arma de presión más común en el caso
de las ! colombianas es la deuda y una frase: 'sabemos donde vive tu familia'.
Y agrega: "esto, lamentablemente, funciona muy bien. Porque muchas veces quienes
las captan en origen son gente conocida, incluso del mismo barrio".
La mayoría 'aguanta'
El 40 por ciento de las 180 mujeres que ha atendido Proyecto Esperanza en sus
tres años de vida eran colombianas, pero Iris subraya que el alcance
de su organización es mínimo, entre otras cosas, porque "la mayoría
decide aguantar": por el miedo a que le pase algo a su familia; por el deseo
de salir adelante; por el temor a que las deporten antes de que puedan pagar
la deuda o, también, porque muchas han empeñado su casa o la de
algún familiar para garantizar el pago de lo que les prestaron.
"Yo ya he visto varios contratos y letras (hechos en Colombia) en los que estas
mujeres se comprometen a pagar sus deudas con unos intereses y condiciones durísimas.
En casi todos hay bienes como garantía. Y lo que más me impresiona
es que esto se hace en notarias, con firmas y sellos", cuenta el oficial González,
que visita periódicamente clubes de carretera.
Y añade: "el peso de la deuda y de la necesidad de enviar dinero es tan
grande, que muchas lo que nos piden es que las saquemos de un club donde las
explotan, pero no para devolverse a su país, sino para irse a un club
donde puedan trabajar en mejores condiciones".
Explotación indignante
María Jimena Duzán, cónsul de Colombia en Barcelona, denuncia:
"aquí lo grave es que estamos asistiendo a un fenómeno de explotación
humana indignante". "Y lo peor - agrega- es que a los consulados no llega sino
el 2 por ciento de los casos". Normalmente, "casos extremos de mujeres que terminan
en hospitales por depresiones agudas, causadas por la explotación a la
que son sometidas".
Desafortunadamente, "el círculo se alimenta con las que logran pagar
la deuda y vuelven a sus pueblos haciendo ostentaciones o por las que logran
enviar dinero a sus familias, situación que genera un efecto de llamada
muy fuerte", cuenta el oficial González, quien subraya que la mayoría
omite de sus historias lo que les ha tocado vivir.
El drama social y económico que hay detrás de todo esto, se puede
resumir en la experiencia que vivió un diplomático que participaba
en la repatriación de una joven prostituta que se encontraba en pésimas
condiciones físicas y psicológicas. Cuándo el funcionario
llamó a la mamá de la joven para avisarle del viaje, recibió
la siguiente respuesta: "uy, no nos haga ese daño. No ve que aquí
necesitamos la platica que ella nos manda".
Excepciones a la regla
Hay casos de trabajadoras sexuales que logran tener mucho éxito. Por
ejemplo, Carolina, una estudiante de la Universidad Complutense que cobra 250
euros por servicio -muchísimo más por una noche completa o un
fin de semana- y asegura que lo hace "cuando quiere y con quien quiere".
O el de unas colombianas que funcionan en un apartamento de Madrid que pagan
entre todas y que hace poco contrataron a una secretaria inglesa para que les
organice su agenda de citas y les ayude con los clientes anglófonos.
Pero como subraya el cónsul Barrantes, "las que se logran independizar
son una minoría", por lo que estos casos poco tienen que ver con lo que
vive el grueso de las mujeres colombianas sin papeles que se dedican a la prostitución
en España.
Datos clave del problema
-La prostitución no es delito en España, salvo cuando una persona
es forzada a ejercerla.
-En consecuencia, la policía sólo puede actuar contra una red
cuando una mujer denuncia que ha sido forzada a prostituirse.
-Como la prostitución no es un trabajo legalmente reconocido, la mujer
no puede denunciar por explotación laboral.
-El artículo 55 de la ley de extranjería ofrece la posibilidad
de 'papeles' para la mujer que ayude a desmantelar una red de tráfico
de personas y deje el oficio. Y la Policía protege a quienes denuncian.
Pero en la mayoría ! puede más el miedo a la venganza de las redes
que las trajeron.
-La Guardia Civil anota en su informe 2001 que muchas mujeres no abandonan a
sus explotadores porque no encuentran opciones laborales "realistas" que les
permitan saldar la deuda del viaje; mantenerse en España y enviar dinero
a sus familias.
-A muchas colombianas les venden el cuento de que como en España la prostitución
no es ilegal, trabajar en ella es una forma de conseguir papeles. Y aquí
muchas son estafadas por tramitadores sin escrúpulos.
-Las colombianas no ejercen mayoritariamente en la calle. Pero La Asociación
para la Prevención, Reinserción y Atención de la Mujer
Prostituida (Apramp), una ONG que opera en Madrid y realiza operativos de atención
medica y consejería, reveló que "hay un aumento" y que de las
270 mujeres que suelen atender en un día, 70 son colombianas.
-La Policía calcula que la prostitución mueve 12 mil millones
de euros al año en España (igual cifra en dólares).
-Cuatro de cada 10 hombres españoles admite haber pagado por los servicios
de una prostituta.
Por Víctor Manuel Vargas, (Madrid)