10 de diciembre del 2002
11-S / Prisionero de la CIA
¿Es mi hermano un español de segunda?
El Mundo
NAYAT, la hermana del único español en Guantánamo,
denuncia cómo un joven ceutí forofo del Real Madrid y que quiso
ser policía «ha sido abandonado por su Gobierno»
Nadie consentiría que un perro fuera encerrado, privado de
sus sentidos, de movimiento, de atención y afecto. Nadie. La mera idea
es terrorífica, y puede llevarte a las lágrimas si piensas en
ella. El Gobierno español no consiente las torturas a los perros, pero
ha tolerado y tolera que mi hermano haya sido secuestrado en una base militar,
en Guantánamo, que haya sido retenido contra su voluntad, sin recibir
explicaciones y en condiciones indignas hasta para un animal.
Y lo tolera porque sabe que mi hermano Hamed existe, sabe que es español
desde que nació, que necesita que su país vele por él y
también por sus derechos a un trato humano y justo ante la ley.
Hamed fue secuestrado, y digo secuestrado porque aún no sabemos de qué
le acusan ni qué alega él. Fue hace un año y medio, más
o menos. No hay forma de saberlo a ciencia cierta: la primera noticia que tuvimos
de su situación fue a través unos periodistas, que se dirigieron
a mi hermana en enero pasado y le preguntaron si era cierto que Hamed era uno
de los terroristas de Al-Qaeda que habían sido recluidos en la base norteamericana
de Guantánamo, en condiciones tan dramáticas que nunca antes se
habían producido.
Nosotros no nos lo creímos. ¿Mi hermano, terrorista? La última
vez que supimos de él fue por una conversación telefónica.
Se había ido a vivir una temporada a Londres, como camarero de un hotel.
En Ceuta le costaba encontrar un trabajo estable, y se había cansado
de probar suerte. Estudió para marinero, luego para policía, pero
no le salieron bien las oposiciones. Pensó entonces en dedicarse a comerciar
o a la hostelería.
Hamed tiene 28 años, los cumplió en septiembre, en cautiverio.Le
hemos escrito dos cartas, pero no sabemos si las ha recibido.Le animamos, le
damos fuerza, queremos saber cómo está, pero somos conscientes
de que no puede contarnos la verdad, no ahora.Le controlan el correo, quizá
le han dictado el contenido de sus misivas. Sólo hemos recibido dos cartas
suyas, a través de la Cruz Roja Internacional y con el visado de Las
Fuerzas Estadounidenses.
¿Y qué nos cuenta? Que no nos preocupemos, que no perdamos la confianza
en Dios, que esta vida, textualmente, «es muy corta» y hemos de tener paciencia.
Nos dice que no pensemos en él. Por Dios, ¿existe algo más en
el mundo que no sea él y nuestra preocupación por su bienestar?
No le hemos podido ver personalmente, y de nuevo ha sido la prensa, gracias
a un fotógrafo con un objetivo muy potente, la que nos ha traído
la única imagen suya de después de su detención.
Sale con un mono naranja, la cabeza afeitada, y tiene mal aspecto.Ha adelgazado
mucho. Mi madre es diabética, y cuando vio esta fotografía, se
disgustó tanto que le subió el azúcar en la sangre y tuvo
que estar tres días en cama.
Mi padre.... mi padre es otro. En toda mi vida le había visto derramar
una sola lágrima. Siempre creyó que llorar es cosa de mujeres,
que son más sensibles, y que los hombres han de ser valientes y mostrarse
serenos para reconfortar y dar seguridad a los demás.
Nunca imaginé que vería a mi padre llorando como una magdalena,
hasta mi madre le recriminó que se hundiera de aquella forma...En el
rostro de mi padre ya no se ve nada, sólo sus grandes ojos negros, inexpresivos.
Y eso duele más que nada.
Más, quizá, que darte cuenta de que tu hermano, español,
ha sido olvidado por su país, que ni le nombra. Salió el ex ministro
de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, y con templanza dijo algunas palabras
sobre él, al principio, entendimos algo así como que le darían
apoyo consular. Lo que todo ciudadano tiene derecho a recibir de su patria.
Mi hermano se llama Hamed Abderramán y es español. ¡Por Dios,
si hasta hizo el servicio militar! ¿Por qué el Gobierno no le representa?
¿Por qué no exige explicaciones los Estados Unidos por su flagrante vulneración
de los derechos humanos? ¿Es mi hermano un español de segunda? ¿Por qué?
¿Porque no se llama Juan López? ¿Porque ha nacido en Ceuta? ¿Porque es
musulmán? Con otros españoles que han tenido problemas en el extranjero
se ha actuado de una forma muy distinta.
Necesitamos respuestas, nos sentimos desamparados e indefensos en nuestra propia
patria. Nos dicen que mi hermano fue detenido, secuestrado, en Pakistán.
Pero no nos dicen qué estaba haciendo.
¿Es delito pisar suelo pakistaní o ser un musulmán en Pakistán?
¿Tan complicado es, exigir a las autoridades norteamericanas una justificación
a su detención, que le acusen de una vez por todas? Yo no logro entender
qué clase de gobierno tenemos.
Aunque vivo y trabajo hace ya años en Girona, me crié, con mi
familia, en Ceuta. Yo conozco Perejil, y sé que no es más que
una roca. No tiene ningún valor. Igual que Ana Palacio se enfureció
por una piedra, ¿por qué no se preocupa por una persona? Mi hermano es
una persona, no es una piedra, y recibe peor trato.
¿Tiene idea de lo que significa ver las imágenes por televisión
de los presos de Guantánamo, filmados desde lejos por las cámaras,
y forzar la vista hasta lo imposible para intentar identificar a tu hermano
entre ellos?
Mi madre mira a través de canales extranjeros, árabes, que recibe
por antena parabólica a ver si reconoce a su hijo. Quizá es aquél
que está encapuchado, o aquél de más allá, que los
soldados llevan encadenado de pies y manos. También podría ser
aquel otro que pasa en camilla. Es un tormento, una angustia, una humillación
y también una vergüenza.
Nadie nos consuela, tampoco. Nosotros mismos, haciendo piña, buscamos
la esperanza en el fondo de nuestros bolsillos. Por ahora, sólo podemos
aferrarnos a nuestro abogado, Javier Nart. Él se mueve y va aquí
y allá, y se indigna, como nosotros, y se exaspera, como nosotros. Sabemos
que tenemos razón aunque nadie más nos asista. La mayoría
de los países se ha interesado, ha exigido explicaciones sobre sus presos
en Guantánamo.
Sólo Gran Bretaña, con seis prisioneros, y España, que
tiene allí a mi hermano, se han comportado de una forma tan pasiva.Ahora
veo claro que si a mí me pasa algo en otro país, el Gobierno no
me va a ayudar, no me va a proteger. Es una pasividad total.
Me pregunto cuánto tiempo más puede seguir mi hermano en esta
situación. Si es un terrorista, que lo traigan a España y lo juzguen
de acuerdo con la Ley Antiterrorista que tenemos. Tengo miedo, mucho miedo,
de que acaben por hacerle un juicio secreto, del que no sepamos nada. Nada sabemos
de lo que piensan hacer los norteamericanos, de qué han planeado para
él. Hay una absoluta falta de información, un hermetismo total.
INTERNET
Mi familia está unida en la distancia, y aunque mi hermana de Algeciras
y yo estamos lejos de Ceuta, de mi madre y mi padre, que enferman de dolor día
a día, intentamos que la comunicación no falle. Nos llamamos por
teléfono: mis padres y hermanos me cuentan lo que ven y oyen a través
de los medios de comunicación árabes, que no han desfallecido
en su intento de conseguir información de lo que ocurre tras los muros
de Guantánamo. Mi marido y yo, desde casa, nos conectamos a Internet
y navegamos a la búsqueda de respuestas, de páginas web que nos
aporten datos nuevos, por anecdóticos e insignificantes que parezcan.
Una de las cartas que nos envió, se puede leer íntegramente en
una página web, www.alasra.org . Nosotros la enviamos allí para
denunciar su situación.
Miro su foto más reciente, aparece demacrado, y la comparo con la última
que nos dio cuando aún era libre. Repaso las fotos familiares, durante
celebraciones. Recuerdo cuando vivíamos aún bajo el mismo techo,
y daban el partido del Real Madrid por la televisión. Mi hermano salía
corriendo del rezo, llegaba como un huracán a casa y si no estaba puesta
la televisión en el canal que retransmitía el partido, se indignaba
y todo. ¡Todo el barrio era un clamor cuando el Madrid marcaba un gol!
Y si retrocedo aún más en el tiempo me veo de niña, soy
siete años más joven que Hamed, y correteamos juntos por los campos
de naranjas de Ceuta, bajo la complaciente mirada de la Guardia Civil, que hace
la vista gorda y nos da permiso para coger algunas frutas. Y mi hermano y yo
reímos y reímos, cargados de naranjas y chirimoyas, en verano,
en vacaciones, felices.
Transcripción de Carol Alvarez. Con información de Ildefonso
Olmedo