Kavkaz-Center Hace ahora tres años, a primeras horas de la mañana de un 2 de octubre, las tropas rusas cruzaban las fronteras de la República Chechena de Ichkeria. La segunda guerra ruso-chechena había comenzado. Los "estrategas" del Kremlin la consideraban como una pequeña victoria militar que les ayudaría en las elecciones presidenciales que iban a convocarse. Una especie de "guerra relámpago" de carácter pre-electoral diseñada por un pequeño coronel de la KGB (antiguo servicio de espionaje soviético) quien se imaginaba a sí mismo ser un personaje entre Napoleón, Hitler y Stalin.
En medio de una campaña sin precedentes de lavado de cerebro al electorado ruso a través de una manipulación de palabras e imágenes, mentiras sobre conceptos, silenciando los objetivos, el precio y el tiempo de duración del proyecto de la "operación", en definitiva, una sarta de embustes, todo ello para promover la entronización de Putin hasta la silla de máximo legislador de Rusia.
El 18 de abril del 2002, tuvo lugar un nuevo mensaje del presidente ruso, al estilo del antiguo espíritu de los informes soviéticos del pasado, donde Putin proclamaba por quinta o sexta vez ya, que: "Actualmente la situación militar en Chechenia puede darse por finalizada. Ha sido realizada gracias al coraje y el heroísmo...", etc., etc. A continuación, y en consonancia con el escenario, una ola de aplausos entusiastas se desarrollaría por parte de la audiencia, así como una expresión de júbilo recorrería las calles de las ciudades rusas. Por alguna razón nada de esto sucedió. La actitud victoriosa de Putin no estaba de acuerdo con la más elemental reflexión sobre los hechos, a pesar del maquillaje que de la realidad de los mismos llevaba a cabo los medios de comunicación rusos, o con el flujo incesante de ataúdes que llegaban de la "pacificada" Chechenia. Es más, tan solo media hora después del mensaje realizado por Putin, violentos combates con grandes pérdidas tuvieron lugar en Chechenia. Incluso cadenas televisivas como ORT y RTV tuvieron que informar sobre los mismos.
La semana pasada el Coronel Makarevich, Comandante de la 42ª División de Infantería de Chechenia, fue interrogado por un periodista: "¿Realiza el destacamento acciones de combate?", el Coronel sin pensárselo dos veces respondió: "En realidad hay operaciones a diario".
Shali, Vedeno, Gudermes, Argun, Urus-Martan, Nozhai-Yurt, Galashki, Meskety, Kuechaloi y muchas otras villas y pueblos del Cáucaso Norte. Jamás antes había escuchado hablar de las mismas. No sabía incluso que existieran. Nunca había tenido un encuentro con los habitantes de las mismas; no tenía ni idea de sus vidas, de sus costumbres o de sus tradiciones. Todo ello estaba infinitamente alejado de mí y ahora de repente irrumpía en mi vida con un olor a sangre y muerte. Y ahora se más de Chechenia que de lo que puedo saber de mi propio país. Me he encontrado con los refugiados del infierno, el infierno creado por el Kremlin, hablo con ellos, con los representantes de aquel pequeño país del Cáucaso. Siento los bombardeos en mi propia piel, siento el desamparo de los niños ante una nueva "operación de limpieza". Esta información me martillea una y otra vez con las noticias de los bombardeos, los puestos de detenciones, las operaciones de limpieza, con las fotografías de cuerpos mutilados, de ciudades devastadas, con las lágrimas derramadas de las madres y con las infinitas pérdidas ocasionadas.
¿Qué ha sucedido para que el pueblo ruso que ha sobrevivido a terribles guerras, y que ha pagado con millones de vidas, se haya vuelto insensible al dolor ajeno y comience a tratar con total indiferencia las lágrimas de sus propias viudas y madres, así como el envío de sus propios hijos en ataúdes?, ¿por qué seguimos enviando gente a la muerte?, ¿por qué seguimos plantado muerte con una perseverancia que hubiera encontrado mejores frutos en otros usos?. Sangre y muerte es la cotidianidad de las pantallas de nuestros televisores, ¡como si del pronóstico del tiempo se tratara!, ¿por qué pensamos que el pueblo checheno ha de ser peor que el pueblo de Estonia, Ucrania, Georgia o Kazajo?, algunos tiene los derechos, ¿por qué otros no pueden ni siquiera atreverse a pedirlos?, ¿por qué seguimos obstinados en pensar que lo que está actualmente sucediendo en Chechenia es una operación anti-terrorista, y los chechenos no son mas que unos terroristas que han de ser eliminados, "mierdas congeladas"?
¡Nuestros gobernantes necesitaban al terrorismo y a los terroristas para provocar MIEDO!
Disraeli en cierta ocasión dijo que lo que se denomina "opinión pública" debería llamarse "sentimiento público". Si las masas han de ser convencidas de algo ha de incidirse en sus emociones, las masas no se toman la molestia ni el esfuerzo en desarrollar una argumentación lógica. No son los argumentos sino las emociones las que han de ser convencidas en las masas. Es especialmente fácil inducir los sentimientos que habitualmente son considerados reprensibles: miedo, envidia, odio y autosatisfacción. Cualquier sentimiento puede manipular las mentes, tanto que pueden durante periodos de tiempo ofuscar y neutralizar el sentido común. La sociedad sujeta a la influencia del miedo llega a peder el sentido común de las cosas. El miedo siempre es utilizado como un medio para gobernar. El miedo inculcado en los corazones del pueblo ruso y alimentado en los mismos, se ha vuelto un monstruo enorme que le ha privado de la oportunidad de pensar. El cultivo del miedo ha llegado a ser el principal componente del gobierno Putin y el instrumento de su poder.
El miedo al terrorismo. Según la definición, terrorismo es la amenaza del uso de la violencia para fines políticos por ciertos individuos o grupos que actúan contra el gobierno existente, cuando tales acciones son llevadas a cabo para influenciar a una gran cantidad de personas, en un número muy superior al de las víctimas causadas. En el caso de Putin, tenemos una típica manifestación del terrorismo de estado, terrorismo hacia su pueblo, así como contra el pueblo de Chechenia.
Se ha dicho que los atentados de Moscú y Volgodonsk fueron orquestados por terroristas chechenos. Sin embargo, lo importante de hechos como estos no es quien perpetró el acto en sí, sino quien lo ordenó, quienes discutieron y planificaron las acciones mientras estaban sentados en ciertos despachos. En el momento que tienes dinero puedes alquilar un checheno o un francés.
Habitualmente permanecemos indiferentes a la ley, pero cuando la sangre es derramada, las acciones ilegales causan la rabia entre la gente común. Aquellos que están sentados tras los muros del Kremlin, son los responsables del baño de sangre, aquellos que han hecho recaer la culpa en Rusia como un todo y en el pueblo ruso en particular a través del uso de la propaganda.
El terrorismo de estado de Moscú ha convulsionado toda Chechenia. Ninguna acción coercitiva, ninguna operación a gran escala de artillería ni ningún bombardeo aéreo servirá de ayuda en este caso. Sergei Alekseev, ciudadano ruso