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La vieja Europa

22 de noviembre del 2002

Haciendo las paces con mi mundo

Juan Jesús
Rebelión

En la portada de El País Semanal del 3 de noviembre de 2002 aparece anunciado un reportaje titulado "El mundo a los 10 años" en donde: "ricos o pobres.
Felices o acosados por la violencia. Nueve niños cuentan su vida en primera persona". El reportaje ocupa las páginas 59 a 70 del suplemento dominical con nueve relatos acerca de la vida diaria de nueve niños que viven en diferentes países del mundo. De cada uno de ellos se destaca una frase como titular.
1. "En mi país no se daba inglés ni ordenador". El primer niño es la hija de unos inmigrantes argelinos que llevan un año y medio en Barcelona y que representa muy bien la situación de los hijos de los inmigrantes en España: en dos semanas aprendió a hablar español y catalán, y ahora "va todas las tardes a la biblioteca con su padre", a una biblioteca donde "tienen libros en paquistaní y periódicos de Marruecos" —y una estantería con libros de cultura árabe que la bibliotecaria le deja coger aunque se haya olvidado el carnet en casa— y a donde van también "muchos niños marroquíes con sus padres". De mayor quiere ser informática.
2. "Si fuese presidente, quitaría el dinero". El segundo niño es un niño español que "no entiende bien" "qué es ETA y la droga", ni tampoco "lo que pasó el 11 de septiembre", y que cuando lo ponían todo el rato en televisión "creía que se iba a caer un avión en su casa"; un niño muy representativo de los hijos de la clase media española al que le "encanta leer y escribir", que ha ganado un concurso de cuentos y que se compra los juegos de la Play Station "con su paga". De mayor quiere ser aventurero.
3. "Cuando estamos enfermos, mi abuela nos hace un huevo frito". El tercer niño es un niño surafricano que habla con sus amigos "principalmente de fútbol" y "a veces" de su miedo al SIDA, que vive rodeado de superstición y de ignorancia, con una madre curandera —que es la única que trabaja en su casa— y una abuela que cuando están enfermos les hace un huevo frito, y que va a un colegio donde tienen dos ordenadores (donados por el gobierno inglés) uno de los cuales tiene Internet, pero que "no usan mucho" (sobre todo porque el colegio no tiene línea telefónica). Es un niño muy representativo de todos los niños africanos que están en manos de abuelas ignorantes que los atiborran a huevos fritos cuando se ponen enfermos a causa de la desnutrición y que se pasan el día viendo partidos de fútbol en la tele.
4. "Si recibo educación, mi futuro será mejor". El cuarto niño es una niña afgana que ya "va al colegio, porque antes los talibanes no dejaban estudiar a las chicas", que "tiene suerte porque va a una buena escuela, con 4500 alumnas y 142 profesoras" y que "tiene suerte porque tiene unos diez vestidos, y muchos de los niños afganos sólo tienen lo que llevan puesto". Es una niña muy representativa de los niños afganos que tienen suerte. "Está muy contenta de que se haya acabado la guerra y de poder ir a la escuela" y, si fuera presidenta, "trabajaría por la gente y diría a los profesores que enseñen mucho a sus alumnos". De mayor quiere ser médico.
5. "Estoy asustada, aún no han cogido a Bin Laden". El quinto niño es una niña norteamericana que vio por la tele el atentado del 11-S" cuando estaba desayunando y "giró la silla porque no quería ver aquello", y que todavía está "asustada porque no han cogido a Bin Laden y le da miedo que vuelva a pasar". Cree que la única persona mala que hay en Afganistan es Osama Bin Laden, que "el resto de la gente está bien", y a sus amigos y a ella "nos les gusta que sufran los que no son malos". Es una niña muy representativa de los niños americanos a la que "le encanta ir al colegio porque aprendes cosas que no sabías", que "de mayor quiere ser científica", que "lee y dibuja", "ve poco la tele" y "casi no usa Internet".
6. "Haría que los niños jugaran y no tiraran piedras". El sexto niño es una niña palestina también muy representativa de los niños palestinos. Su padre, que es taxista en Jerusalem, se queja mucho porque los controles del ejército israelí le hacen perder tiempo. Si fuera presidenta "le gustaría acabar con la guerra para que la gente no sufra" y "haría que los niños jugaran y no como ahora, que tiran piedras y los soldados los matan". También quitaría los controles del ejército. Dice que los judíos son muy malos y "no quieren que los palestinos lleguen a tiempo a los sitios, pero los soldados sí que permiten que los judíos pasen rápido por los controles, sin esperar", y que "los judíos no quieren que los palestinos estudien para que estén siempre abajo". De mayor quiere ser médico.
7. "Tendría que haber paz, pero así es imposible". El séptimo niño es un niño israelí que estudia: "biblia, hebreo, inglés, matemáticas, deporte, lectura, festividades (religiosas y civiles de Israel), geometría, ordenadores, agricultura y literatura", y también piano y karate —aunque "el piano le gusta más que el karate"—. No ve mucho la televisión, pero el programa que más le gusta es Sólo en Israel que es un programa de humor. Es un niño muy representativo del pueblo judío, que habla un poco de política y de economía con su padre, que es profesor de universidad, y que cree que todo funcionaría mejor si no hubiera dinero y cada uno cogiera lo que necesitara de las tiendas sin pagar. Piensa que "los atentados suicidas no son necesarios, como tampoco lo que hace Israel después de ellos" que "tendría que haber paz, pero que con lo que hacen unos y otros es imposible". De mayor quiere ser "maestro de historia en la cárcel" (!).
8. "La guerrilla y los paramilitares son iguales". El octavo niño es un niño colombiano. Su padre trabaja en la universidad y su madre "hace artesanías". Le gusta mucho la escuela, sobretodo desde que las profesoras les cambiaron el nombre a las asignaturas, que ahora se llaman: "club de cuentas y pensamientos" (matemáticas), "haciendo las pases con mi mundo" (ciencias naturales), "el arte de la palabra" (español).
Su amiga dice que es un niño "inteligente, estudioso y chistoso", y él dice que "se ríe de todo; bueno, de casi todo". A veces habla con ella "del país", "piensa como ella: la guerrilla y los paramilitares son más o menos iguales; matan y secuestran. La guerra es destrucción, le da miedo, como le da miedo la oscuridad", y de los políticos dice que "hablan carreta, mentiras". Es el típico niño latinoamericano al que lo que más le gusta es "hacer animaciones en el computador que tiene su padre en la sala", y que de mayor quiere ser ingeniero de sistemas.
9. "Sé que no seré la presidenta de Rusia". La novena niña es una niña rusa que vive en el centro de Moscú. Su madre es ceramista y su hermano se dedica al diseño informático. Ella va a clases de danza, de música y de pintura. La política "no le interesa y sabe que no será la primera presidenta de Rusia". No ha pensado en lo que quiere ser de mayor porque todavía es pronto para eso.
Según parece el futuro de estos niños "es una incógnita". Sin embargo en el mismo reportaje, en un pequeño recuadro al final de cada entrevista se nos dan algunos datos que sirven para aclarar un poco ese misterio. La tasa de mortalidad infantil en España es de 6 de cada 1000 nacidos, en Norteamérica es también de 6 de cada 1000 nacidos, en Israel es de 6 de cada 1000, en Rusia de 22 de cada 1000, en Palestina de 28,7 por cada 1000, en Argelia de 41 por cada 1000, en Suráfrica de 69 por cada 1000, en Colombia de 82 por cada 1000, y en Afganistán de 257 por cada 1000. La esperanza de vida en Afganistán es de 46 años, y en Israel de 78. No se dan cifras acerca de la esperanza de vida en Palestina. A partir de estos datos otros nueve titulares habrían sido posibles.
Las nueve entrevistas están escritas en primera persona y firmadas por Empar Moliner, Carmen Pérez-Lanzac, Pía Díaz, Ángeles Espinosa, Ricardo Martínez de Rituerto, Mateo Torres, Mateo Torres, Pilar Lozano, y Rodrigo Fernández, que parece que ven el mundo como si tuvieran diez años, y que de mayores quieren ser periodistas, pero que de momento deberían interesarse más por el "club de cuentas y pensamientos" en lugar de quedarse en "el arte de la palabra".