De Rusia con gas – Los calmantes antes de la tormenta
Anthony Gancarski
Counterpunch Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Puede ser que lo más interesante en la reciente "liberación" rusa de un teatro ruso ocupado por rebeldes separatistas chechenios, no haya sido que provocó un número considerable de víctimas mortales; al fin y al cabo es lo que uno espera del gobierno de Moscú, pasado o presente. Más bien, lo más interesante de todo el asunto es el notable consenso de los medios en que Putin tuvo razón al saturar el edificio ocupado con gas tóxico.
En EE.UU. se espera de la mayoría de los que se ganan la vida como personalidades en los medios que defiendan el consenso de Washington, o sea que como Rusia y Putin son aliados de EE.UU. en la Guerra del Terror, se justifica que el gobierno ruso utilice todos los medios a su disposición para aplastar el disenso interno. Es una posición que da preferencia al gobierno antes que a los gobernados, y es una posición con repercusiones alarmantes para la noción de que no estamos esclavizados por nuestros gobiernos.
No me sorprende tanto escuchar a un neoconservador cualquiera justificando el terror estatal en su rol de productor de consenso, como leer un artículo editorial en el Independent apoyando precisamente ese argumento. En "Mr. Putin tuvo razón al terminar con el sitio, pero que sea honrado sobre los errores", el Independent pierde una oportunidad de pronunciarse contra los gobiernos que utilizan toxinas transportadas por el aire en acciones policiales, optando, en lugar de hacerlo, por prestar credibilidad a esos mismos despreciables actos.
El artículo comienza, curiosamente, anticipando la crítica. "No es razonable ser demasiado crítico, con la ventaja de la retrospectiva, ante la decisión tomada por Vladimir Putin, el Presidente ruso, de terminar con el sitio del teatro moscovita. Dada la obvia sinceridad de los secuestradores en su voluntad de morir, era obvio que la perspectiva de que el sitio terminaría pacíficamente era ínfima." Hipocresía, por cierto, basada en la ausencia de voluntad de escoger el lado equivocado del asunto. Llevando el argumento del "Artículo Editorial" a su fin lógico, resulta que el uso estatal de gas tóxico es perfectamente aceptable si la negociación tenía sólo una "ínfima" posibilidad de éxito. El artículo nos deja definir lo que significa ínfimo en la mente de Putin o en la mente de su apólogo del periódico londinense.
Una vez establecido este umbral de tolerancia para que un dirigente mate con gas a su propio pueblo, el artículo sigue reciclando los mismos sedantes. Los rusos deberían estar dispuestos a discutir el fin de su ataque contra Chechenia, deberían estar dispuestos a discutir la independencia de los chechenios del gobierno de Moscú, pero no pueden tolerar las acciones de los "terroristas" chechenios. Dejemos a un lado que este acto de así llamado terrorismo ha hecho más por aumentar la concienciación del mundo ante el sufrimientos chechenios que cualquier otra cosa desde que EE.UU. inició sus serios intentos de lograr el apoyo ruso para la inminente ocupación de Irak. El Independent sostiene que "No fue, por lo tanto, un asunto de si utilizar las fuerzas especiales, sino de cuando y cómo… el tema de si utilizar el gas misterioso para fulminar por igual a secuestradores y rehenes era o no la táctica adecuada es, por lo tanto, secundario." Ciertamente, un tema secundario, como "lo reconocerán los dirigentes nacionales en todo el mundo… que algún día puede ser su sombría responsabilidad confrontar una situación similar… la próxima vez que un grupo de desesperados, en alguna parte del mundo se apodere de civiles." 29 de octubre de 2002
El correo electrónico de Anthony Gancarski es: Anthony.Gancarski@attbi.com