Foro Social de Florencia: un millón de voces contra el neoliberalismo, la guerra y el racismo
Raúl Camargo Fernández
Rebelión
Escribo este artículo recién llegado de Florencia. Esta vez no fui de turismo, lo cual recomiendo con vigor por tratarse de una de las ciudades más bellas de Europa, sino de activismo. No sé si esta palabra está recogida en el diccionario para significar la actitud con la que acudí al primer Foro Social Europeo pero no encuentro una definición mejor que recoja las sensaciones que he tenido durante estos cinco días de noviembre, ya inolvidables para mí. He ido de activismo por qué todas y cada una de las personas que participaron en los debates de este encuentro te hacían sentirte como tal, al establecerse una extraña sensación de afinidad y de esperanza tan solo con mirar el rostro de la persona que tenías al lado durmiendo en el suelo con saco y esterilla en el abarrotado Palazzo de lo Sport, en la fila para comprar el ticket de la comida o para recoger el aparato de traducción de simultánea. He ido de activismo porque lo mejor de todo, incluso en mayor medida que los seminarios y conferencias y que la impresionante manifestación, han sido esas conversaciones con ese militante italiano de alguna red cultural, con ese otro camarada francés de la LCR, con los amigos portugueses del Bloco, con los estudiantes italianos de la coordinación de colectivos y , por supuesto , con los compañeros del Estado español, desde los catalanes ( mención especial para ellos por su capacidad de organizar a más 1400 personas para acudir a Florencia), a los vascos pasando, como no, por los colegas de la RCADE, de la universidad y de cualquier movimiento social de Madrid. Es aquí donde compruebas que, a pesar de la terrible injusticia en la que se sustenta el (des)orden mundial, si todos y todas vamos intercambiando experiencias de lucha social, aunque nos tengamos que ir a Florencia para hacerlo, ese otro mundo que reivindicamos si puede que sea posible.
De la evolución formal de este Foro Social Europeo no me voy a ocupar en profundidad, para eso quizás sea mejor consultar la propia página web del foro, www.fse-esf.org, pero si me gustaría resaltar algunas conferencias o seminarios a los que acudí o que me contaron los amigos y amigas. Lo primero que llamaba poderosamente la atención era la apabullante presencia de jóvenes en todas las salas de la Fortezza de Basso, sede incomparable del FSE.
La tantas veces citada existencia de una nueva generación que se acerca a la política desde una perspectiva radical es tan cierta como la dificultad que tienen las estructuras tradicionales ( sindicatos y partidos, pero no solo) para darles cabida. No creo equivocarme mucho si cifro en un 80% la presencia de gente de menos de 30 años entre los asistentes al Foro, que finalmente parece que han sido unos 60.000. Una de las conferencias más concurridas fue la que protagonizaron algunos líderes de partidos políticos de la izquierda alternativa y representantes de movimientos. Ante casi 7000 personas, asistimos a los discursos de Bernard Cassen, Presidente de ATTAC Francia, Olivier Besancenot, portavoz de la LCR de Francia, y de Fausto Bertinotti, Secretario General del Partido de la Refundación Comunista de Italia, entre otros. Todas las intervenciones mostraron la necesidad de tender puente entre la izquierda social y política, pero dejaron claro que la necesidad del partido-guía o los intentos por hegemonizar el movimiento de movimientos eran cosas del pasado que no podían formar parte de esta nueva etapa. En este sentido, el discurso de Bertinotti fue especialmente brillante, llamando abiertamente a la construcción del movimiento, por delante incluso de la propia construcción partidaria. También hizo una crítica radical al reformismo y certificó el fin del centro izquierda como opción política alternativa al modelo neoliberal.
Otra mesa que suscitó el interés de mucha gente fue la que reunió a varios activistas sociales en torno al debate sobre las formas de lucha. Desde el portavoz de Dissobedientti, Luca Cassarini, hasta el ex presidente de Argelia Ben Bella pasando por la madre de Carlo Giuliani se expusieron diferentes puntos de vista sobre si hay que emplear la violencia o no en determinadas ocasiones, cuando está justificada y cómo se puede articular una estrategia de desobediencia civil que ponga en aprietos al poder establecido.
Hubo muchas y muy interesantes charlas, aunque en bastantes de ellas quizás se echó en falta más debate entre los ponentes y los que escuchaban, que fueron más oyentes que participantes en estos seminarios en gran medida por la multitud de personas que hablaban desde la mesa y el tiempo excesivo que duraban estas intervenciones.
En cuanto a la manifestación, qué decir que no se haya dicho ya. Fue la mayor manifestación a la que yo haya acudido nunca, más que la de Madrid del 20 J o la de Barcelona del 16-M. Un dato: nosotros empezamos a marchar a las 12:30h. cuando la manifestación comenzaba a las 15h. Llegamos al final a las 16h y hasta las 20h. estuvo llegando gente a Campo di Marte, donde finalizaba la marcha. La marea humana era, además, exquisitamente plural. Había gente de todas las redes, partidos, grupetos, movimientos, países, sindicatos y, sobre todo, ciudadanos y ciudadanas que no eran de nada pero que sentían que había que manifestarse contra la atroz guerra cuyos tambores empiezan ya a sonar desde el cuartel imperial de la Casa Blanca. Frente a esos tambores desde Florencia llegaron gritos a golpe de megáfono que piden otro mundo y que, aunque de momento no son suficientes, si sirven para que Bush y todos los canallas que le hacen el juego en Europa sepan que no van a doblegar tan fácilmente a un movimiento que crece en cada cita y que suma a cada vez más actores en su lucha por otro mundo. Fui a Florencia de activismo y vuelvo con la mochila cargada de esperanza, de ilusión y de certeza en que cada pasito que damos es un peldaño más en la escalera infinita de la utopía.