20 de octubre del 2002
Multitudinarias manifestaciones en 120 ciudades del país; la huelga, total
Diez millones de italianos secundan el paro contra la política
neoliberal del premier Berlusconi
La Jornada
Roma, 18 de octubre. Al menos unos 2 millones de italianos se manifestaron
hoy en las grandes ciudades del país, al tiempo que unos 10 millones
de trabajadores paralizaron sus labores durante ocho horas en protesta contra
la política económica del primer ministro, el magnate Silvio Berlusconi.
La dirigencia de la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIT),
la mayor central sindical del país y convocante de la medida de fuerza,
estimó que las manifestaciones tuvieron lugar en unas 120 ciudades, y
que con el paro al ciento por ciento en los centros de trabajo se mostró
la actitud combativa de los trabajadores.
La paralización, convocada por segunda vez en seis meses contra las duras
políticas neoliberales de Berlusconi, desbordó de sus cauces simplemente
sindicales hacia la práctica de la llamada huelga social generalizada,
y con numerosas movilizaciones en los últimos días, aunado al
repudio contra el racismo a los inmigrantes y la guerra que Estados Unidos planea
lanzar contra Irak.
"Protestamos para detener la caída económica del país",
afirmó el líder de la central sindical izquierdista, Guglielmo
Epifane, quien aseveró que la política presupuestaria y económica
de Berlusconi, sumada a las reformas laborales, están agravando el desaceleramiento
y podrían culminar en la pérdida de 280 mil puestos de trabajo.
El paro y las movilizaciones fueron tan exitosos que el transporte público
y las comunicaciones por tren y avión sufrieron graves retrasos y cancelaciones.
Muchos viajeros con destinos internacionales quedaron varados, y los aeropuertos
más afectados fueron los de Roma y Milán.
La aerolínea Alitalia canceló 275 salidas y sufrió unos
109 retrasos de unos 600 vuelos programados, y se estimó que unos 35
mil viajeros resultaron afectados por la paralización sindical. Asimismo,
otras ae-rolíneas se vieron obligadas a abandonar sus conexiones dentro
y fuera de Italia.
Esta segunda gran paralización sindical en seis meses ha resultado tan
exitosa como la anterior de abril pasado, cuando fue se-cundada por las tres
principales centrales obreras, que produjeron el mayor paro en Italia en las
dos últimas décadas al sumarse unos 13 millones de trabajadores;
en los últimos meses ha habido decenas más de paros en diversas
industrias del país.
Incluso para antes del 10 de noviembre las tres principales centrales tienen
programado un paro general de 24 horas para oponerse a los planes de la FIAT
de despedir a una quinta parte de sus trabajadores.
Crisis económica generalizada
En las últimas semanas las compañías italianas han anunciado
más de 20 mil despidos, y sólo la FIAT planea echar a más
de 8 mil empleados, 20 por ciento de los puestos de la industria del automóvil
del país.
Berlusconi, quien se describe como campeón del neoliberalismo, prometió
un fortalecimiento estratégico del sector automotriz, pero ha despertado
especulaciones de que el Estado compraría la FIAT, mientras las arcas
del gobierno han disminuidas ante la crisis económica generalizada.
Lo que se observa es un panorama caracterizado por un ataque profundo al derecho
del trabajo, marcado por la abolición de las normas sobre despidos injustos,
la crisis estructural de la FIAT, principal productora de autos en el país
al borde del colapso, la ley racista Bossi-Fini, que considera a los migrantes
como criminales y hace aún más precaria la posición de
los trabajadores ex-tranjeros, por lo que esta nueva huelga marca un cambio
de dirección.
Una importante consigna de todas las movilizaciones de las últimas semanas
en Italia se dirigen contra la doctrina de la guerra global, con o sin el aval
de Naciones Unidas, que pretende llevar a cabo Estados Unidos, política
marcada por el unilateralismo de Washington y el desprecio a sus aliados europeos
y del resto del mundo.
La manifestación más grande se efectuó en Milán,
donde salieron a las calles 250 mil trabajadores, 150 mil en Roma y Nápoles,
mientras en Bologna estuvieron 85 mil y en muchas otras ciudades hubo manifestaciones
e iniciativas descentralizadas.
En estas movilizaciones se vio la presencia de trabajadores y trabajadoras no
sindicalizados, organizados en un amplio frente de lucha por la generalización
de la huelga.
En este contexto, desde el 16 octubre diversos grupos del movimiento, como Social
Forum, Disobbedienti y otros sectores radicales, realizaron acciones de lucha
que tenían como finalidad la ampliación de las revindicaciones
simplemente sindicales.
Esto se ha dado con formas, tiempos y actores que no son o no se sienten plenamente
representados en el sindicalismo oficial y que revindican derechos y existencia
digna frente a las nuevas o viejas formas de explotación. Así,
en lugar de ocho horas de paro se han generado tres días de conflicto
generalizado a lo largo del país.
Entre las movilizaciones que se desencadenaron en estos días sobresalen
las de Torino, entre varias otras ciudades, donde han sido forzadas a cerrar
las agencias privadas de trabajo temporal, y se convocó a una jornada
de acción para cerrar uno de los centros de detención para indocumentados.
En Milán, los movimientos populares se volcaron a cerrar McDonalds y
agencias privadas de trabajo, y a ocupar temporalmente la Cruz Roja que coopera
con un centro de detención para migrantes.
En Firenze, cuatro personas están detenidas por una acción directa
contra la construcción del ferrocarril de alta velocidad en el valle
del Mugello, cerca de la ciudad.
En tanto, en Bologna está ocupado desde el miércoles un edificio
de propiedad pública, la Escala Internacional de los Migrantes, mientras
que las 11 manifestaciones que tu-vieron lugar hoy en la región dieron
pleno apoyo a esta lucha. En Roma, una marcha nocturna tuvo lugar la víspera
y terminó con la ocupación de una fábrica abandonada para
darle uso social.
Los manifestantes en Nápoles, donde forzaron el cierre de agencias de
trabajo temporal, han impulsado también una fuerte respuesta a la adhesión
de un parte de la izquierda contra la posible guerra en Irak.
Todo esto, aparte de las manifestaciones que se han desarrollado contra la política
militarista que impulsa el presidente estadunidense, George W. Bush, en el mundo.
Muchas más han sido las iniciativas y las formas de luchas desplegadas
en estos días que han sido exitosas, aun parcialmente, para ampliar el
lugar y las formas de las luchas no sólo de los trabajadores tradicionalmente
concebidos, sino de todas las formas de producción social de la riqueza
que no están incluidas en marcos jurídicos o representativos de
garantías.
Esto, lejos de ser un logro cierto del mo-vimiento, es el principio de una posible
alianza entre viejos y nuevos sujetos de trabajadores y explotados, que tiene
hoy como horizonte más cercano de confrontación y propuesta el
Foro Social Europeo en Firenze, a principios de noviembre.
VITTORIO SERGI, FILIPPO NUZZI Y AGENCIAS ESPECIAL PARA LA JORNADA