El 2 de octubre tampoco se olvida en Alemania
Petra Kelly, historia de una activista
Marta Duran de Huerta
Masiosare
El movimiento pacifista y ecologista en el mundo no se entiende sin el nombre de una mujer: Petra Kelly. Como estudiante de ciencia política, participó en movimientos por la paz y por los derechos civiles en Estados Unidos. Más tarde, regresó a su natal Alemania y ayudó a organizar una campaña contra la instalación de misiles. A sus 32 años fue fundadora del partido alemán Los Verdes. En 1983 organizó protestas antinucleares y por los derechos humanos en Berlín y Moscú; en ambos lados fue arrestada. Ese mismo año participó en varios mítines y bloqueos en las bases militares norteamericanas, lo que nuevamente le costó la cárcel. En Suecia, recibió el Right Livelihood Award, conocido como el Premio Nobel alternativo. El 2 de octubre de 1992, Petra Kelly fue hallada sin vida. Su muerte nunca fue esclarecida El movimiento estudiantil de 1968 sacudió a Occidente. Dos de octubre en México se volvió sinónimo de masacre y después, las Olimpiadas fueron una fiesta sobre cadáveres. En Europa, la sacudida juvenil se convirtió en un movimiento social y, en Alemania, sus consecuencias se sienten hasta hoy. El movimiento estudiantil de 1968 fue el fundamento de un ataque frontal contra el autoritarismo en todas sus manifestaciones; desde la calle, la escuela, la familia, las relaciones de pareja. Esto coincidió con un verdadero interés de la primera generación de la posguerra de preguntarle a los padres y los abuelos: "¿Tú dónde estabas durante el Tercer Reich? ¿Participaste? ¿Por qué?" Era una década en la que no se tocaba el tema ni en las escuelas ni en los libros de texto ni en los medios.
El movimiento pacifista en plena guerra contra Vietnam (Alemania Occidental fue utilizada como base de operaciones norteamericanas) se dividió: un ala promovía la vía del diálogo y el desarme; otra pasó de pedir paz en Vietnam a otorgar un apoyo abierto al Vietcong.
En los setenta, Alemania ya tenía su guerrilla urbana que quería ajustar cuentas –a su manera– con los funcionarios nazis, que no sólo no fueron juzgados en Nürenberg por sus crímenes de guerra, sino que habían recobrado sus puestos en el gobierno. La respuesta de las autoridades fue draconiana; los miembros de la RAF (fracción del Ejército Rojo) fueron ejecutados extrajudicialmente; los suicidaron como diríamos en México o fueron condenados a cadena perpetua en un sistema carcelario especial para terroristas, pensado para volverlos locos.
Muchos militantes del movimiento estudiantil se volvieron férreos defensores del medio ambiente, trabajo difícil en una de las sociedades más industrializadas del planeta. En los setenta se abusó de la energía atómica y los desechos radioactivos eran, y siguen siendo, un riesgo, sobre todo cuando se les transporta en tren a través de y entre ciudades.
Para completar el cuadro, Estados Unidos y la OTAN cada vez establecían más bases militares. Los taxistas pegaban en la defensa de su carro la calcomanía de un avión siempre que un caza supersónico se venía a tierra, muchas veces sobre viviendas.
Los pacifistas, los ecologistas, los antifascistas, las asociaciones de vecinos y pro derechos civiles junto con las feministas, se fueron organizando. Las luchas se dieron a todos niveles, desde la petición por cartas hasta las batallas en la calle contra la policía. De este mosaico tan diverso nació, a mitad de los setenta, la BBU (Bundesverband Bürgerinitiativen Umweltschutz), que en 1979 se convertiría en un partido político, Die Grünen (Los Verdes en castellano). La pacifista y el general
Petra Kelly fue una de las figuras centrales en el nacimiento del partido político Los Verdes. Ella fue una de las activistas más inteligentes y motor de las iniciativas más importantes de Los Verdes. Petra nació en 1947 y pasó unos años en Estados Unidos, donde estudió ciencia política al tiempo que era activista en los movimientos pacifistas y de derechos civiles. En 1971 regresó a Europa para cursar una maestría en Amsterdam. Poco después, de vuelta en Alemania, organizó una campaña contra la instalación de misiles, para la cual juntó más de 5 millones de firmas. Junto con el filósofo Bertrand Russell inició una lucha por una Europa libre de armas nucleares. En 1980 se convirtió en la primera mujer al frente de un partido político y representó a Los Verdes en el Parlamento. Después entró al Parlamento Europeo, como la voz de los ecologistas.
Die Grünen empezaron a ganar las elecciones locales y a desarrollar programas y proyectos, muy a largo plazo, donde además de proteger el medio ambiente, se buscaba una manera de producción con energías alternativas, sin químicos dañinos a la salud y con justicia social.
Petra Kelly hizo del Parlamento una plataforma para luchar por el desarme y la neutralidad. Al inicio de los ochenta organizó un tribunal de guerra, en Nürenberg, para llevar al banquillo de los acusados a Estados Unidos, la URSS, Inglaterra, China y Francia por su producción masiva de armas. En 1983 organizó protestas antinucleares y por los derechos humanos en Berlín y Moscú; en ambos lados fue arrestada. Ese mismo año participó en varios mítines y bloqueos en las bases militares norteamericanas, lo que nuevamente le costó la cárcel. En junio de 1984 realizó un congreso para buscar una salida no violenta a los conflictos entre la OTAN y el Pacto de Varsovia.
En 1985, con sus correligionarios, ocupó durante 48 horas la embajada alemana en Pretoria, Sudáfrica, para protestar contra la cooperación económica y política de Alemania con Sudáfrica durante el Apartheid. Nuevamente fue encarcelada, pero al poco tiempo recibió, en Suecia, el Right Livelihood Award, conocido como el Premio Nobel alternativo.
Kelly se opuso con todas sus fuerzas al establecimiento de los misiles norteamericanos Pershing II y, durante esta campaña, conoció al general Gerd Bastian, alto mando del ejército alemán que se retiró de la vida castrense en protesta por las políticas de la OTAN y el desarrollo de los euromisiles. Ambos se enamoraron y el general Bastian entró a las filas de Los Verdes dando fuerza y credibilidad al discurso ecopacifista. Ambos organizaron las jornadas por el Tíbet y por los derechos humanos en China. Kelly logró que oficialmente Alemania se disculpara por el bombardeo de Guernica. Organizó decenas de encuentros de alto nivel en contra de las armas atómicas y del establecimiento de centrales nucleares en Irlanda.
En estas líneas se escapan muchas de las cosas que la activista hizo; su biografía es impresionante. Lo que no se puede dejar de destacar es el gran impulso que dio a la participación femenina en la política, a todos niveles.
Kelly y el general Bastian murieron de un tiro en la cabeza. La versión oficial es que el general disparó a su amada mientras dormía y después se suicidó, pero hay muchas dudas y suspicacias. Los cadáveres fueron encontrados el 2 de octubre de 1992.