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Los presos de Guantánamo
Por William Lowther y Carole Rosenberg
(Publicado por El Mundo, de España, el 21 de enero de 2002)
WASHINGTON/GUANTANAMO.
Encadenados como animales salvajes y privados de la vista, el oído, el
olfato y el tacto, los terroristas de Al Qaeda se arrodillan ante los guardianes
estadounidenses en el campamento penitenciario de la bahía de Guantánamo.
Éstas han sido las primeras y estremecedoras imágenes de los prisioneros,
y sin duda aumentarán la indignación internacional por las condiciones
en que se custodia a los prisioneros y el trato que se les da.
Varias organizaciones de derechos humanos, incluida Amnistía Internacional,
han comparado este trato con el utilizado en los campamentos de tortura de Europa
del Este y han expresado su preocupación por el hecho de que Estados
Unidos somete deliberadamente a los presidiarios a 24 horas de privación
sensorial para confundirlos y desorientarlos antes de encerrarlos en estrechas
jaulas a la intemperie.
Se obliga a los cautivos a llevar antifaces negros que les impiden ver, orejeras
que les impiden oír, mascarillas de cirugía que restringen el
sentido del olfato y gruesos guantes que les impiden tocar lo que los rodea,
a 30 grados bajo un sol abrasador. No tienen ni idea sobre el lugar del mundo
en que se encuentran; casi todos están convencidos de que los han llevado
a Estados Unidos.
Como en Europa del Este
Jim West, responsable de asuntos médicos de Amnistía Internacional,
declaró que estaba conmocionado por las fotografías, que revelaban
las terribles condiciones en que se tiene a los prisioneros. "Mi reacción
inmediata ante la primera fotografía me recordó un método
parecido que se empleaba como tortura o malos tratos en la década de
1970 en Europa del Este. Los presos no podían ver, oír ni tocar
nada, y los mantenían en posturas dolorosas durante largos periodos.
Es una forma de malos tratos que, simplemente, constituye una transgresión
de los derechos humanos."
Según West, en las estremecedoras fotografías, las primeras que
ha hecho públicas el Departamento de Defensa estadounidense, demuestran
claramente que los presidiarios están sometidos a privación sensorial.
Helen Bamber, directora de la Fundación Médica para la Atención
a Víctimas de Tortura, declaró que los prisioneros del Campamento
Rayos X deben de sentirse desestabilizados y probablemente se desmoronarán.
También estarán sufriendo horribles alucinaciones, perderán
el equilibrio y es posible que piensen que se están volviendo locos.
Probablemente tendrán ataques de pánico, cambios de humor, terribles
pesadillas y se sentirán muy desequilibrados. La privación sensorial
es un ataque contra la identidad que pone en peligro la noción de quiénes
son."
Sin embargo, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, justificó
los métodos utilizados en Guantánamo: "Evidentemente, cualquiera
se preocuparía si se dice que el trato es inadecuado, pero el hecho es
que el trato es adecuado", subrayó. "No tengo ninguna duda de que es
humano y se ciñe, en su mayor parte, a la Convención de Ginebra.
"Rumsfeld añadió que se trata de "terroristas duros, incondicionales
y bien entrenados", por lo que es injusto sugerir que se les maltrata, informa
Reuters.
Uno de los últimos prisioneros en llegar tiene la altura de un niño,
pero como los oficiales se niegan a facilitar detalles sobre los 110 prisioneros,
no se ha podido confirmar que el de pequeña estatura sea menor de edad.
Las fotografías fueron tomadas por un suboficial de la Armada estadounidense,
el único fotógrafo al que se permitió acercarse a las instalaciones.
Los estadounidenses han vetado a otros fotógrafos alegando que la exhibición
de los prisioneros contraviene la Convención de Ginebra. Pero Michael
Lehnert, general de brigada de la Armada que tiene a su cargo a los 900 policías
militares, insiste en que esta prisión se basa en la Convención
de Ginebra, pero no está sujeta a sus directrices.
El grupo fotografiado acababa de aterrizar en la base de Guantánamo tras
veinte horas de vuelo desde Afganistán, pero seguían en tierra
con los antifaces y las mascarillas puestos durante el registro.
Visten monos de algodón, de color naranja y con una cremallera en la
parte delantera, como es habitual entre los presidiarios de las penitenciarías
federales estadounidenses. Todos están esposados y llevan en los tobillos
grilletes unidos por una cadena de 25 centímetros. Otra cadena corta
une los grilletes a las esposas; de esta forma, se ven obligados a caminar a
trompicones.
Antes de salir de Kandahar, los marines estadounidenses afeitaron a los prisioneros
y prácticamente los raparon. Según el Pentágono, esto se
hace por motivos de higiene y no como humillación. "Llevaban meses viviendo
en cuevas y túneles y estaban infestados de piojos y otros parásitos.
El afeitado es necesario", declaró un oficial.
Durante el vuelo desde Kandahar, a veinte mil kilómetros de distancia,
les colocan unas pesadas gafas de piloto de goma, con el cristal cubierto con
cinta aislante negra, de forma que quedan sumidos en la oscuridad. Las autoridades
estadounidenses afirman que se trata de una medida de seguridad destinada a
impedir que los cautivos intenten huir o resistirse.
Llevan orejeras que amortiguan el sonido, porque según los estadounidenses,
los aviones de transporte en los que viajan no están insonorizados. El
resultado es que pasan casi un día en completo silencio.
Peligro de contagio
La mayoría de los detenidos están demasiado delgados y su salud
es precaria. Los estadounidenses afirman que es posible que algunos estén
aquejados de tuberculosis, por lo que los obligan a llevar mascarillas de cirugía,
incluso al aire libre. "Esta gente nos escupe en la cara en cuanto nos ve",
declaró un alto mando estadounidense. "No queremos darles la oportunidad
de propagar enfermedades entre nuestro personal."
Pero Jim West, de Amnistía Internacional, no está de acuerdo:
"Los tienen al aire libre, por lo que no representan ninguna amenaza sanitaria
para el personal militar, ya que la tuberculosis sólo se transmite en
espacios cerrados y llenos de gente, con una circulación de aire insuficiente.
Además, si algunos de estos prisioneros tienen tuberculosis, éste
[el uso de mascarillas] no es ningún tratamiento médico."
Las manos de los prisioneros están cubiertas con gruesos guantes de lona
que les impiden tocar y coger objetos. No pueden sentir lo que los rodea. El
atuendo se completa con un par de chanclas.
Aunque todos los hombres aparecen arrodillados ante los guardianes, según
declaraciones del Ejército estadounidense sólo se les indicó
que se sentaran en el suelo. "Así es como se sientan estos tipos: de
rodillas", declaró esta fuente.
Steve Devereux, antiguo miembro de la unidad especial de las Fuerzas Aéreas
británicas que ha combatido el terrorismo y ha capturado prisioneros,
explica cómo funcionan las técnicas de privación sensorial:
"No pueden ver, no pueden oír, no pueden tocar nada y para muchos de
ellos es el primer viaje en avión. Están desorientados, y los
estadounidenses desean tenerlos en ese estado antes de interrogarlos, para averiguar
cuáles de ellos son los mandos.""En un aislamiento creciente evocarán
momentos especiales con la familia y los amigos. Después, todos sus pensamientos
se concentrarán en el futuro. Para cuando llegue el interrogatorio, la
mayoría de sus defensas psicológicas habrá sido eliminada
y se les ofrecerán alicientes para que obedezcan aún más",
concluye.
(Tomado de El Carrasclet 223, semana del 18 a 24 de enero de 20