El turno de las cooperativas
Por Alejandra Dandan
La historia del país es otra desde diciembre a esta parte. Las fábricas cerradas y reabiertas por los trabajadores como este nuevo caso de la Cooperativa Lavalán en Avellaneda son un emergente de ese proceso más amplio. Para quienes analizan estos casos en términos históricos, Lavalán aparece en una línea de evolución que ha comenzado hace dos años y muy tímidamente en uno de los viejos pulmones fabriles de Avellaneda: la Siam, la corporación fundada a principios de siglo por Torcuato Di Tella y que después de varios intentos de cierres, ventas, estatizaciones y privatizaciones ahora funciona sostenida por una cooperativa de 70 ex trabajadores. La nueva Siam y esta nueva fábrica Lavalán integran un frente compuesto por unas 100 industrias y pequeñas unidades de producción que están diseminadas por todo el país y se mantienen abiertas por distintas estrategias impulsadas por los trabajadores.
Lavalán es una de las 50 fábricas nucleadas alrededor de lo que se definió como Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas. Sin embargo, éstas son sólo la mitad de las que ahora están funcionando con esa modalidad en todo el país. Luis Caro, vocero del Movimiento, cuenta unas 30 asentadas solo en el conurbano bonaerense. Entre ellas está la nueva Siam, que se dedica ahora a explotar el rubro de la metalmecánica y que para sobrevivir a la crisis puso en marcha buena parte de ingenio.
Los obreros se asociaron a un grupo académico que intentaba ensayar en Buenos Aires y en medio de la crisis un tipo de trabajo distinto al que había desarrollado Di Tella con su línea de producción. El modelo, conocido en Europa como cluster, les ayuda ahora a amortizar costos subalquilando el terreno a pequeñas empresas. La mayoría de los rubros son complementarios al trabajo mecánico de la Siam y por lo tanto cada empresa puede complementar el servicio que presta con el de otra. Esto que nació como una opción para bajar costos es parte del ingenio que busca impedir el hundimiento de los pocos barcos industriales que todavía están a flote en el país.
Y funciona. Las fuentes de empleo alternativo generadas por el abanico de fábricas recuperadas pueden asombrar a los mejores economistas: en este momento, según los datos de Luis Caro, hay 10 mil personas que obtienen trabajo en ese circuito, con sueldos que promedian los 1200 pesos. Aunque no todas funcionan como cooperativas, el Movimiento estimula ese tipo de organización. Para Caro, esa forma jurídica facilita el acceso al crédito y el reconocimiento legal necesario para desarrollarse como empresas rentables. Y ésa es otra conquista: en general, las que han comenzado siguen abiertas, con una consolidación que van logrando después de un primer período difícil, con ingresos de subsistencia y deudas en todos los frentes.