QUE SE CONSTRUYE EN LA CIUDAD SALTEÑA
DONDE NACIERON LOS PIQUETES
Desde la escuela de piqueteros en Mosconi Pepino Fernández, uno de los
rostros del movimiento UTD en los viejos pueblos petroleros del norte, explica
la autogestión que va creando un desarrollo económico local alternativo.
Los problemas, el sistema de decisiones, la cuestión del agua.
Fernández denuncia que la región sigue abandonada por el gobierno,
pese al activismo. Pero cuenta una interesante historia de autoorganización
para crear escuelas y talleres.
Por Laura Vales PAGINA 12
Cuando el resto de los desocupados habla de ellos, de los de Mosconi, siempre
hay una cuota de reconocimiento. "Mosconi es una escuela de piqueteros",
le dijo hace poco un militante social a la socióloga Maristella Svampa,
que prepara un libro sobre esa "escuela", en una definición
que sintetiza el espíritu con que la experiencia del norte de Salta es
observada desde los barrios del Conurbano. Mosconi es bien conocida por sus
puebladas, por la fuerte presencia de los ex trabajadores de YPF en las protestas
y también por los episodios de represión. Lo que ocurre entre
piquete y piquete, sin embargo, se ha difundido mucho menos. Pepino Fernández
habló con Página/12 sobre los esfuerzos que están haciendo
para recuperar la cultura del trabajo y explicó la propuesta de la Unión
de Trabajadores Desocupados para generar empleo genuino.
–¿Cuál es la situación hoy en Mosconi?
–Es difícil, porque a pesar de los cortes y reclamos que se hicieron
al Gobierno, la región sigue abandonada. Hasta ahora nos dieron sólo
la respuesta de los planes Trabajar, pero no tenemos gas, ni agua, ni luz. Y
la ciudad crece: según el censo unas 16 mil personas, pero en los últimos
años la población aumentó en unos cuantos miles más.
–¿Está llegando gente aunque no hay trabajo?
–Lo que pasa es que en toda la zona lo único que hay son planes Trabajar,
entonces la gente va a Mosconi, porque ahí tiene más posibilidades
de conseguir uno que en otros lados. Hasta los aborígenes han abandonado
la costa del río para ir al pueblo. Nosotros trabajamos con cinco etnias
aborígenes.
–¿Y por qué faltan los servicios?
–Porque la gente no los puede pagar y además porque su calidad es muy
mala. Mosconi es el último pueblo que recibe el agua que viene de un
dique, por lo que en la época de sequía, que va de mayo hasta
diciembre, no tenemos agua. Eso provoca muchas enfermedades en una ciudad donde
no tenemos hospital. En Mosconi nos quedamos sin nada. Pero si nos dieran lo
que nos pertenece por nuestros recursos naturales no necesitaríamos los
planes Trabajar.
–Ustedes han sido los primeros en usar los planes de empleo para desarrollar
proyectos productivos.
–Empezamos con las escuelas: hicimos aulas, laboratorios, pintamos salones,
instalamos baños, cercos perimetrales. Tenemos dos carpinterías
donde hacemos ventanas y puertas, ladrilleras. Y tres viveros, porque la zona
fue muy deforestada y estamos replantando robles, cedros, lapachos.
–El tema de los proyectos productivos siempre ha generado mucha discusión.
Hay quienes sostienen que en este contexto económico no tienen chances
de desarrollarse.
–A nosotros nos sirven, funcionan. Por ejemplo, en Mosconi no sólo reparamos
escuelas sino que construimos 200 viviendas. Y hacerlo nos acercó al
resto de la sociedad, si ahora todos lo imitan... hasta el mismo gobierno nacional
plantea que hay que hacer cosas con los planes de empleo. Y también otros
grupos de desocupados se pusieron a hacer huertas, carpinterías, a arreglar
escuelas.
–¿Alguno de esos emprendimientos genera además ganancias?
–Sí, claro. Las ladrilleras tienen ganancia y los viveros también,
porque tienen salida, ya que no sólo trabajamos con árboles sino
también con plantas ornamentales. Otra cosa que deja ganancia es la recuperación
de plásticos, que pagan a 45 centavos el kilo. Y después veintiséis
huertas con granjas donde criamos chivitos, chanchos, hacemos apicultura. Pero
el problema es el agua, que nos falta. Un pozo cuesta como mínimo 25
mil pesos; nosotros le hemos reclamado esa inversión a las empresas petroleras,
pero no la quieren hacer.
–¿Por qué no?
–Porque nos cerraron todos los grifos, toda la ayuda. De Mosconi, las petroleras
se llevan mucha ganancia y no dejan nada. Donan mucha plata para otras ciudades,
para hacer hospitales, escuelas, universidades, pero para Mosconi nada... ni
para Aguaray, Pocitos o Tartagal. Ellos nos cerraron todos los grifos, igual
que el gobernador Romero, pero si nos dieran las regalías gasíferas
que nos corresponden no necesitaríamos nada. Son 150 millones de pesos
por año con lo que podríamos generar trabajo.
–¿Ese es el reclamo de fondo de la UTD, el de las regalías gasíferas?
–Sí, es uno de los reclamos más importantes. Nosotros planteamos
que hay que nacionalizar de nuevo nuestras riquezas naturales. Si a nosotros
nos vinieran... porque las empresas ya no pagan impuestos. En Mosconi se mueven
miles de millones de pesos, pero no hay bancos, solamente hay un cajero automático.
Toda la plata se va, no queda nada.
–La UTD ha conseguido puestos de trabajo genuinos, ¿no es así?
–Tenemos gente en la industria petrolera, algunos, nada más, pero a la
gente de esos planes la hacemos rotar con los desocupados, para que no pierdan
la experiencia. Buscamos capacitar; incluso sacamos unas promociones para que
los que no habían terminado de estudiar, estudien. En Mosconi se estaban
cerrando aulas por falta de alumnos y ahora mucha gente volvió a estudiar.
Este año tuvimos las primeras promociones de la UTD, tanto de la escuela
técnica como de peritos mercantiles.
–¿Cómo se organizan internamente en la UTD?
–Estamos todos los grupos por separado: en las misiones deciden los caciques,
en los barrios más alejados de la ciudad, sobre todo en la frontera con
Bolivia, los dirigentes que tienen capacidad para manejar un grupo. Y en Mosconi
hay una oficina técnica donde se hacen los proyectos, la parte administrativa,
más un grupo de apoyo a las Pymes.
–Le preguntaba más que nada cómo toman las decisiones políticas.
–Es que la UTD está formada por gente de diferentes partidos políticos,
así que de política prácticamente no se habla.
–¿Y cuando hay que decidir un plan de lucha?
–Nosotros lo resolvemos muy fácil. No hacemos asambleas. Antes hacíamos
asambleas y toda la gente se peleaba según los partidos políticos,
que los llevaban y traían como ganado. Así que decidimos no hacer
más. Ahora si hay 300 personas que no cobran, esos 300 deciden qué
medida tomar.
–¿Cómo resuelven los demás si apoyan o no la medida?
–El que quiere ir va. Es la desorganización dentro de la organización.
Nosotros no estamos organizados, cada uno maneja un grupo y cada grupo hace
lo que quiere. Los jefes de proyecto, los jefes de grupo van resolviendo. Yo
veo que a veces en las asambleas cada uno lucha por una coma, una idea, hay
mucha lucha por el poder. Nosotros no retenemos a nadie, el que quiera venir
que venga a la UTD y el que no que se vaya.
–No es un modelo fácil de entender.
–(Se ríe.) Dos son sociedad y tres son multitud. Somos gente con muchas
diferencias, venimos de diferentes familias, de distintas ideologías
y sectores sociales...
–Ustedes se integraron al gobierno municipal. ¿Fue útil?
–Uno de mis hermanos está en la Secretaría de Producción
y Empleo, pero tiene muchos problemas. Es que no alcanza con estar. Hay que
pelear para cambiar el sistema, pero nosotros todavía no lo pudimos cambiar.
¿Sabía que en Yacuiba (Bolivia) consiguieron que les quede el 50 por
ciento de las regalías?
–¿Cómo hicieron?
–Igual que nosotros, con cortes, dieron la misma lucha. Pero pararon todo, se
paralizó toda la ciudad, el comercio, todo.
–Además de que las regalías gasíferas queden en Mosconi,
la UTD planteará manejarlas...
–¿Y por qué no? Si en Mosconi nadie hizo tanto como nosotros: tantas
aulas, tantas casas. Por eso la gente nos apoya mucho. Cómo será
que la gente no va a la municipalidad a pedir ayuda sino que viene a la UTD.