29 de octubre del 2002
Autogestion obrera
Obreros toman empresas quebradas para reactivarlas
Fuente: PSI
Fábrica quebrada, fábrica tomada' es la consigna de miles de obreros argentinos que, ante la desesperación de quedarse sin empleo, deciden apropiarse de su lugar de trabajo y gestionar ellos mismos la producción, en un país sumido en un túnel recesivo de difícil salida.
Es una tendencia que crece al ritmo de la crisis económica que vive el país, gravemente afectado por cuatro años de recesión y un índice de desempleo del 21,5 por ciento, según los últimos datos oficiales. La autogestión de los empleados de unas 120 empresas logró rescatar 12.000 puestos de trabajo, pero una organización que agrupa a las firmas recuperadas asegura que un millón de desempleados podría volver a trabajar gracias a este mecanismo.
'Nosotros siempre tomamos empresas quebradas, nunca las que todavía están funcionando, porque nuestro objetivo es librarnos del destino marginal que significa estar desempleados', explicó José Abelli, uno de los creadores del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER), que reúne a unas 80 firmas. Hace tres años, Abelli, junto a 80 compañeros de una productora avícola de San Lorenzo, en la provincia de Santa Fe, fueron despedidos sin indemnización, cuando sus empleadores entraron en una convocatoria de acreedores por quiebra de la empresa. 'Como nunca cobraríamos nada y sabíamos que, con 40 ó 50 años, nadie nos tomaría para trabajar, decidimos hacer algo al respecto. Fue muy duro, porque resistimos ocho meses dentro de la planta, enfrentando desalojos, pero finalmente la justicia nos permitió trabajar', recuerda Abelli. Los trabajadores formaron una cooperativa y arriesgaron parte de su salario para formar el capital de trabajo. En la empresa frigorífica Fricader, en la provincia de Río Negro, sus trabajadores tomaron la planta y resisten desde hace meses, sin dejar la ocupación ni un instante. 'Es verdad que hay obstáculos, pero salimos adelante porque estamos todos empeñados en un mismo proyecto. Generamos un nuevo contrato social: desaparecen los costos de gerencia y todos cobramos lo mismo', cuenta Abelli.
Una de las pioneras en esta tendencia de 'toma y recuperación' fue la metalúrgica IMPA, de Buenos Aires, que cerró en 1997 y en la que ahora trabajan 140 personas. Los obreros lograron devolver la actividad a las máquinas y hasta crearon en la fábrica un centro cultural en el que cada anochecer se dan cita los propios empleados y jóvenes artistas.
La solidaridad es un componente central en este nuevo movimiento, y no sólo se práctica entre los empleados y las empresas recuperadas, que intercambian experiencias y conocimientos, sino también con los ciudadanos. Es el caso de la panificadora bonaerense Cinco - autogestionada por sus empleados- que abastece a comedores para indigentes administrados por asambleas de vecinos, que, por otra parte, colaboran en las tomas de las empresas quebradas, montando guardia junto a los trabajadores.
Para zanjar los problemas legales, el MNER presentó el pasado martes en el Congreso argentino un proyecto de ley para que, cuando quiebre una empresa, los bienes productivos no se liquiden sino sean otorgados a los trabajadores por dos años para trabajar. La actual Ley de Quiebras privilegia a los acreedores sobre los empleados.
El movimiento ya logró que varios municipios expropien fábricas desactivadas y se las donen a los obreros. Por otra parte, la autogestión está probando que los trabajadores, además de ser capaces de producir 'sin patrones', pueden conducir empresas con éxito. El caso del único fabricante de tractores de Argentina, Zanello, de la provincia de Córdoba, es ilustrativo: a medio año de su reapertura domina el 80 por ciento del mercado local, presentó cuatro nuevos modelos de vehículos y ya planea exportar. 'Estamos contentos con el rumbo que está tomando Zanello, más aún cuando, en enero, pensábamos que nos íbamos a quedar todos sin trabajo', confiesa Mario Gastaldi, uno de los 200 empleados de la fábrica.