26 de diciembre del 2001
Argentina:
Hubo un plan para matar
Cristian Alarcón/Página 12
La
jueza dijo a Página/12 que los muertos del jueves último recibieron disparos
de un calibre similar y que fueron baleados casi a la misma hora. Los primeros
testigos contaron que la policia tiraba a matar. Hay 20 heridos de bala en zonas
vitales.
Hubo
un plan. Hubo organización. Hubo orden para salir a matar. Esas son las primeras
conclusiones que surgen de la causa judicial en la que la jueza María Servini
de Cubría investiga las muertes de Plaza de Mayo. El jueves pasado 25 personas,
la mayoría jóvenes, fueron baleadas cuando se manifestaban en la zona que va
del edificio del Congreso a la Casa Rosada. Cinco de ellos murieron por tiros,
que serían de pistolas 9 milímetros. A todos les dispararon a quemarropa justo
en la cabeza o en zonas vitales: corazón y pulmón fueron el blanco perfecto
de los federales.
"Los orificios que hay en los cuerpos de
todos los heridos y muertos tienen entre 9 y 10 milímetros –informó ayer a Página/12
la jueza–. Y ya determinamos que todas las personas ingresaron a los hospitales
entre las cuatro y las cinco de la tarde". La jueza y su equipo de investigadores
trabajan desde el viernes en la difícil reconstrucción de los hechos del 20
a una distancia prudencial de la Policía Federal, excluida completamente de
la investigación. "Desde el primer minuto actuaron de brazos caídos y con
absoluta desinformación", evaluó Servini sobre la fuerza a la que tiene
en la mira tanto como al ex presidente Fernando De la Rúa, sobre quien pesan
también, no solo en el juzgado federal, cargos por ocho asesinatos cometidos
en la última hora de su mandato.
El viernes pasado los investigadores de Servini
de Cubría debieron dedicar el día casi entero a rastrear los cadáveres y los
baleados, repartidos en tres hospitales públicos: el Argerich, el Ramos Mejía
y el Santojanni. Los funcionarios judiciales fueron en sus propios autos a preguntarles
a los médicos por las víctimas ingresadas.
Casi en ninguno de los casos la Policía Federal
había iniciado los sumarios correspondientes. Los cuerpos se demoraron 24 horas
sin que se le diera intervención a las oficinas periciales y por eso tardaron
también en ser entregados a los deudos que terminaron velándolos y sepultándolos
el fin de semana. Desde el minuto cero en las oficinas de Servini en Comodoro
Py quedó claro que nada podría hacerse contando con la Federal. Cerca de la
medianoche del jueves la jueza llamó a su oficina al ex secretario de Seguridad,
Enrique Mathov y al entonces jefe de la policía, Rubén Santos. Tanto Servini
como el fiscal Luis Comparatore habían recibido informaciones similares respecto
a que se venía una noche quizás más negra que lo que había sido aquella tarde
de tanta saña y sangre.
"El clima que percibía era muy raro y los
datos que llegaron indicaban que por la noche la policía iba a permitir que
se robara, que se saquearan casas y departamentos en la ciudad de Buenos Aires,
que se gestaba la anarquía", le contó la magistrada a este diario.
En aquella reunión la jueza hizo responsables
a los dos funcionarios por la seguridad y por cualquier asomo de zonas liberadas
para el caos. Y los informó sobre el sumario que se instruía por la represión
de esa tarde. Fuera del expediente –en el que junto al ex ministro del Interior
Ramón Mestre y a De la Rúa son investigados por cinco homicidios, privación
ilegal de la libertad, violación de los deberes de funcionario público– Servini
habló con ellos sobre las órdenes impartidas esa tarde.
La jueza ya había preguntado a través de un oficio
y apenas supo por la televisión que estaban matando jóvenes en la calle preguntó
a la Casa Rosada quién había ordenado reprimir, cuando además ella había estado
en la Plaza pidiendo que cesaran los golpes, los gases y las patas de los caballos
sobre los manifestantes. Desde Gobierno le contestaron por escrito horas después,
cuando De la Rúa ya se había tomado el helicóptero del final, que la orden provino
de Mestre. Cuando por la noche les preguntó a los funcionarios, Mathov le dijo
que cuando terminó de hablar por televisión, alrededor de las 16.30, De la Rúa
preguntó si había muertos. El secretario de Seguridad le contestó que no. A
Servini le dijo que no tenía idea de que la Policía Federal había matado un
ciudadano.
Cuando le tocó el turno de explicar, a Santos
le faltó silbar mirando el techo y pateando el aire: también le dijo que no
lo sabía. Servini –que no estaba tomándole declaración sino en una reunión con
ellos– le contestó que eso era imposible porque la Federal tiene una oficina
de control central en la que decenas de pantallas muestran lo que ocurre en
la ciudad, y sobre todo el microcentro.
La jueza ya tiene en sus manos las grabaciones
de todo lo que quedó registrado el 20 de diciembre. como también las que filmaron
los canales de TV. Ver esas imágenes, clasificarlas, y cruzarlas con los datos
que surjan de los testigos de la masacre es la tarea que entre mañana y el viernes
encararán algunos investigadores.
Servini está ansiosa por profundizar la pesquisa
y llegar pronto a determinar dos cuestiones: quiénes fueron los matadores y
quiénes fueron los que ordenaron la matanza. Lo que ya es incontrastable por
el simple ordenamiento de los primeros datos en la causa es que hubo un plan,
cierta organización, y una orden para matar. No se explica si no por qué los
disparos que hirieron a 25 personas en diferentes puntos del centro porteño
fueron hechos entre las 15.30 y las 16.45. Y por qué esos balazos fueron apuntados
si no a la cabeza de las víctimas, al torso. Varios de los internados tienen
heridas cercanas al pulmón y al corazón.
A tres de esos sobrevivientes se les tomó declaración
el lunes. Lo que contaron se repite en los tres casos: la policía disparaba
con balas y a matar. Fue allanada la división de caballería de la Federal; buscaban
las fustas con que pegaban los jinetes, pero desaparecieron. Comenzaron a aparecer
además testigos presenciales que se acercan espontáneamente para ofrecer sus
testimonios. De todas maneras, si bien Servini tiene la mira puesta en cómo
fueron los homicidios, no descansa tratando de establecer como ordenaron tirar
y en ese punto De la Rúa está en la primera línea de la cadena de responsables
de la matanza. Los fiscales y los abogados de las víctimas apuestan a que sea
procesado por homicidio múltiple.
Ayer hubo una versión, divulgada por la agencia
DyN, que le debe haber causado cierto recelo al ex presidente: el cable decía
que el defensor de Mathov, Jorge Valerga Araoz, en una conversación informal
con fiscales había apuntado a De la Rúa como el verdadero responsable de los
hechos porque, amparado en el estado de sitio, fue quien mandó a reprimir. Ayer
Valerga negó ante Página/12 que su estrategia fuera apuntar hacia arriba y reiteró
lo que Mathov explicó por escrito a Servini el viernes: que apenas ordenó proteger
la Casa de Gobierno.