RENUNCIÓ
FERNANDO DE LA RUA
CRÓNICA DE UNA GESTA HERÓICA
DE LOS ARGENTINOS
Las cifras de muertos que se registraron
durante los intensos tres días de saqueos y represión en Plaza
de Mayo duelen tanto como duele la herida que tiene este país en medio
de un clima enrarecido donde toda la clase política le teme a la reacción
popular.
Ningún político, ningún sindicalista, ningún puntero
se atrevió a jugarse el pellejo en medio de la refriega de la noche del
19 y la jornada del 20 para resistir la imposición del estado de sitio
del ex presidente Fernando de la Rúa que inmerso en un mundo propio de
su inoperancia, en su incapacidad de respuestas y acción frente a la
contención del hambre y desocupación de la gente, envuelto en
un total autismo y ausente del mundo de los argentinos, echó mano a medidas
represivas al mejor estilo de gobiernos totalitarios sostenidos por la brutalidad
de las fuerzas del orden.
El patético mensaje de la noche del 19, luego de una jornada de múltiples
saqueos en todo el país, fue el desencadenante de los que ya se veía
venir. Y la reacción popular estalló en las manos del ex presidente.
La represión de la policía se cobró esa noche dos muertos
y eso enardeció a los ciudadanos que salieron a defender sus derechos,
el derecho a la libertad. El llamamiento de De la Rúa a la oposición
justicialista para lograr la unidad fue la demostración del fracaso de
las políticas del gobierno nacional en complicidad con Domingo Cavallo
que priorizó la banca internacional en lugar de los intereses de los
argentinos quienes dijeron "ya basta". Mientras tanto, la oposición dejaba
hundirse hasta el fondo a la debilitada figura presidencial para no ser arrastrada
con ella.
En tanto, amparados por el decreto nefasto de "estado de sitio", la policía
federal arremetía contra los argentinos con balas, gases, hidrantes,
caballos y perros, que no distinguían entre viejos, chicos, mujeres,
jóvenes y simples ciudadanos que salieron a la calle a defender la democracia.
La represión a Las Madres de Plaza de Mayo registradas por las cámaras
del mundo fue la imagen vergonzosa de un país que fue llevado al estado
de caos por la dirigencia política de este país que aún
no entiende que la democracia se construye y se defiende en la calle.
Durante la represión se pudo ver a policías infiltrados que con
bastones aplicaban su furia indiscriminadamente y que constantemente provocaban
a los integrantes de la pueblada que a cada momento copaban la Plaza de Mayo
pacíficamente esperando respuestas por parte del gobierno nacional.
Pero la respuesta no llegó y las columnas engrosaron las filas de la
resistencia popular y el maremoto de gente se hizo imparable. La jornada del
20 se llevó consigo 6 muertos y aproximadamente a las 19 horas, De la
Rúa firmaba de puño y letra su tardía renuncia como presidente
mientras en la terraza de la Casa Rosada esperaba un helicóptero que
lo sacaría del propio infierno que ayudo a construir y que se lo devoró
en brasas. Sin embargo, seguía sin explicarse y comprender su fatal destino.
La noticia recorrió las calles del país y un halo de alivio inundó
a los argentinos que conquistaron la continuidad de la democracia para que nadie
ni nada pueda de aquí en más arrebatarla con todos sus defectos,
con todas sus virtudes, pero democracia al fin.
En el día de hoy, por la mañana, el ex presidente se hizo presente
en la Rosada para derogar el estado de sitio y nuevamente volvió a cargar
las culpas en el pasado heredado, en la negativa de la oposición de conformar
una unidad, y demás excusas que no lo tienen a él como responsable
de la crisis social, política y económica del país. Y eso
verdaderamente lo deja solo.
Ahora la asamblea legislativa debe designar a un nuevo presidente para la transición,
y en la definición de esta continuidad presidencial se juegan, quiérase
o no, intereses que por ahora no se han expresado pues el clima es socialmente
desfavorable para pronunciar mezquindades partidarias y personales provenientes
del nuevo oficialismo en la Argentina: el Justicialismo.
En medio de esta definición, la figura de Puerta solo soportará
sobre sus espaldas la presidencia durante 24 horas y mañana sábado
22, la asamblea debe definir el nombre del nuevo presidente por 90 días
o hasta final del mandato presidencial que dejó trunco De la Rúa.
En esta definición, el justicialismo debe jugar una de sus estrategias
más arriesgadas en la que un paso en falso condicionará las aspiraciones
presidenciales de hombres del justicialismo enfrentados con el excarcelado Carlos
Menem, cuyos intereses electorales son de conocimiento público para el
2003.
En tal sentido la designación de un gobierno de transición de
90 días no es favorable para sus aspiraciones si las próximas
elecciones son convocadas para marzo de 2002, a lo que tendrá que esperar
un nuevo periodo presidencial de cuatro años para poder candidatearse
como presidente. Por lo tanto el escenario político como esta dado ahora
le resulta desfavorable, considerando que dentro del justicialismo las figuras
de Ruckauf y Duahalde se erigen como principales opositores de Menem. Quiérase
o no, la dirigencia justicialista ya esta pergeñando su futuro en medio
de la crisis política argentina.
Sin dudas, la incertidumbre económica es la principal preocupación
de todos los argentinos: ¿como se sale de esta crisis? ¿cual será el
nuevo perfil de la política económica, social y productiva de
este nuevo gobierno de transición? ¿será más de lo mismo?
¿quienes están dispuesto a refundar una nueva política, que sectores,
con que objetivos, con que proyecto de nuevo país?.
Y eso es lo que demandamos: un nuevo proyecto de país, un nuevo modelo
de trabajo, pan, educación, salud, protección social, reactivación
productiva y por sobre todo una VIDA DIGNA para "todos los hombres del mundo
que quieran y habiten este suelo argentino"
Leo Sosa