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La lucha continúa

Las Lecciones de Diciembre

El pueblo ganó las calles demostrando su capacidad para enfrentar a la represión, tirando abajo al gobierno de De La Rua. Es que el Estado y sus fuerzas represivas quedaron en situación de impotencia. La extensión social de la pueblada quebró las fuerzas inmovilizadoras de la dominación capitalista y estalló en múltiples luchas que, dejando de lado al conjunto de las representaciones políticas y sindicales de izquierda o derecha, abrió un curso de lucha independiente. Las llamadas organizaciones, todas, quedaron desentonadas. El aparato se mostró inútil. Se rechazó el cartelazo y las banderías y artificiosos estandartes no encontraron cabida, se barrió lo burocrático.

Asi, el ejercicio de soberanía fue contundente.

Un sentimiento colectivo de indignación, afirmativo en su proposición de que si estamos todos juntos y ganando la calle no nos van a seguir forreando los políticos, impulsó a la pueblada.
La enseñanza para la militancia orgánica es aplastante. El concepto vanguardista de dirigir las luchas fue inútil. La pueblada establece la necesidad de reflexionar conjugando los verbos como servir, asistir, constituir, contribuir por encima de dirigir, representar, mediar, conducir.
La pueblada del 19 y 20 no tuvo director y si hubo un solo ejecutor, fue el pueblo. Esto es lo novedoso y contundente. La uniformidad quedó aislada para dar paso a la multiplicidad. Cada sector puso en ejercicio el nivel más alto de lucha hasta aquí realizado. La violencia insurreccional se desplegó desde el criterio de autodefensa alcanzando su más alto grado de legitimidad, desnudando el carácter verdaderamente represivo y dictatorial del poder cuando no puede utilizar sus armas del consenso. Se diferenció diametralmente la violencia popular y la violencia del poder, que mató indiscriminadamente.
Y la unidad, la unidad de los que luchan, el pueblo unido jamás será vencido, se plasmó íntegramente, en todas sus variantes, menos en una, esa unidad burocrática y superestructural que como consigna repetitiva se utiliza impotentemente desde las visiones partidarias.
La determinación por vencer que se puso de manifiesto. Fue producto de la libre determinación popular y no del grado de concientización que desarrollen las orgánicas, como queda demostrado. La potencia y profundidad de las luchas entonces, no está determinada por el grado de centralización superestructural, sino por la articulación del más amplio espectro popular, y la determinación por vencer que surge de la libertad por autoafirmarse del movimiento.
Es que en definitiva, el sujeto historico sustancial para el cambio revolucionario, no esta previamente determinado, sino son las circunstancias las que lo determinan. Ello no niega los saberes previos que intervienen, pero para que alcancen la máxima potencia es necesario un acto de creación para la resolución de problemas en situación.
La guerra psicológica desplegada por el poder desde las sombras, a través de sus aparatos de inteligencia, incentivando las contradicciones, promoviendo el fantasma del arrasamiento de un barrio contra otro, de un sector contra el otro, naufragó frente a la sabiduría popular que tenía muy claro contra quien se dirigía la pelea.
Si algo contactó profundamente con esta pueblada, fue sin dudas el pensamiento de los movimientos autónomos. Verdadera composición del pensamiento hecho articulación, multiplicidad, movimientismo, contrapoder.
La multiplicidad, como conjunción de las luchas resulta determinante para el desarrollo de la potencia popular. La articulación de las distintas formas que va tomando la resistencia sin unidireccionarse ni encasillarse en un discurso único, hace crecer a la diversidad rompiendo con la centralización y la tendencia burocrática de la representación y la mediación con el estado, no permitiendo de esta manera, la manipulación por parte del poder. Es que esa totalidad que esta en las partes al articularse desde las esencias, produce un movimiento potencial que hace cambiar a la totalidad.
El carácter movimientista que no reconoce el liderazgo único, incentiva la creatividad popular y acrecienta la fuerza de las bases para resolver en situación, sin el encasillamiento de las orgánicas y la sujeción de los programas, lo que va acrecentando las formas novedosas del contrapoder.
No solo ganamos las calles, sino lo que es más importante, vivimos el momento en el que el pensamiento y el deseo popular se convierte totalmente en acción, y nuestra subjetividad se despliega afirmando valores y recreando nuevos pensamientos
Desde el poder se intentará borrar la impronta insurreccional y acentuar la imagen institucional. Lo mediático de la política del espectáculo pondrá sus más fuertes energías para anular las imágenes, los sentimientos y la satisfacción que imprimió la pueblada. Desde lo popular aparecerán seguramente las expresiones contraculturales para afirmar los valores de la rebelión.
Las viejas antinomias que se empiezan a desplegar solo sirven para el ocultamiento que necesita el poder. Sobre todo peronismo/gorilismo, radicalismo/justicialismo, capitalismo nacional/capitalismo internacional
Y concluyendo, pensamos que el gran desafió para los insurrectos es avanzar en la extensión social de los valores y las practicas de la autonomía, para que no haga falta que nos declaren la independencia sino para mostrar que la vamos alcanzando, que podemos vivirla desde ahora. Pensando que la emancipación no es un proceso que tenga que ver con lo Estatal, sino que se va afirmando desde la incipiente constitución del contrapoder.
Rene Irurzun

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