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DESPUES DE LA CONVERTIBILIDAD
La frase "estamos
quebrados, estamos fundidos" que fue parte del primer discurso del Presidente
Duhalde, no es una novedad. A finales de los 80 la mayoría de los analistas
económicos coincidían en caracterizar al Estado argentino en
una situación de quiebra.
Remontarnos a esos tiempos,
signadas por fuertes luchas intercapitalistas que acabaron con el gobierno
de Alfonsín, nos permiten retomar caracterizaciones sobre cual fue
el significado del plan de convertibilidad, diseñado por Cavallo y
que significó un verdadero armisticio para detener esa guerra entre
ricos cuyos principales protagonistas eran : los acreedores externos y los
grupos locales.
En plan de convertibilidad
fue concebido como una convocatoria de acreedores del Estado quebrado, donde
los convocados no fueron las víctimas (los desocupados, los trabajadores,
los pequeños propietarios arruinados) sino los responsables de la quiebra:
los grupos locales que venían esquilmando al Estado como contratistas
y los tenedores de bonos a valores de usura.
La venta de los activos
del Estado fue la solución mágica porque por un lado lo recaudado
permitía que se siguieran pagando los intereses de la deuda y por otro
abría a los grupos locales la posibilidad de participar como compradores
privilegiados en el desguace de las empresas públicas. El dólar
barato, establecido en la paridad fija del tipo de cambio, garantizaba esa
condición de compradores privilegiados.
Ese dólar barato
agregaba una perversidad accesoria a la perversidad del modelo exportador
de materias primas (hidrocarburo y algunos productos agrícolas) delineado
desde los tiempos de Martínez de Hoz , y a la perversidad intrínseca
del capitalismo. Porque con un dólar barato ( y salarios relativamente
caros en dólares) toda la producción nacional que emplea mano
de obra intensiva, queda fuera del mercado internacional. Esta es la razón
de la destrucción de las economías regionales y de que en un
país concebido como un gran productor de alimentos las góndolas
de los supermercados estuvieran pobladas de comestibles extranjeros. Ni hablar
de las producciones textiles, metalúrgicas, electrónicas, etc.
El agotamiento del plan
de convertibilidad tiene distintas causas. Por un lado se agotan los activos
a liquidar y empiezan a mermar los ingresos que provenían de esas ventas.
En segundo lugar, se empieza a notar en las cuentas fiscales la falta de los
ingresos que aportaban las empresas públicas que eran superavitarias
(aunque balances amañados demostraban lo contrario), y la ausencia
de fondos provenientes de las cajas de jubilaciones. En tercer lugar la recesión
hace caer la recaudación impositiva. Pero la causa mas importante es
que empiezan a percibirse en el conjunto de la población síntomas
muy fuertes de la decisión de no someterse a políticas de ajuste
permanente.
El detonante de esa resistencia
fueron los cortes de ruta, pero no solo por la cantidad de argentinos que
cortaban rutas sino por los cambios en la opinión popular sobre la
valoración de esos cortes. En poco mas de un año índices
de aprobación que no superaban el 2% se acercaron al 50%..
Si agregamos a esto los
resultados electorales, donde la abstención y el voto en blanco desnudaron
la fragilidad de la contención política institucional, la adhesión
masiva a los paros nacionales, las protestas de estatales y docentes, el crecimiento
de la lucha estudiantil y las primeras puebladas en el interior, podemos encontrar
explicaciones muy sólidas sobre los motivos de la fuga de capitales
y la crisis institucional.
El nuevo escenario
y los dilemas de la burocracia política.
El nuevo escenario nos
remite al 1989 . El espejismo creado por la venta de activos y por capitales
golondrinas se ha esfumado y hoy no hay torta para todos y por lo tanto hay
nuevas luchas entre ricos, pero asediada por una autentica rebelión
popular. También es particular la situación de la burocracia
política representada en los grandes partidos PJ- UCR, que mas allá
de sus responsabilidades y complicidades esta sometida a una feroz campaña
originada en los grandes grupos económicos y medios comunicacionales
destinados a convertirlos en chivos expiatorios de la catástrofe económica
y social.
Los contendientes de las
peleas entre ricos son básicamente los mismos: los tenedores de bonos
de la deuda y los grupos locales propietarios de las empresas privatizadas
(donde se han incorporado capitales europeos como socios mayores de Repsol,
Telefónica, etc.) y los bancos.
En su primer discurso
el Presidente Duhalde planteó un cambio de alianzas sociales, privilegiando
los acuerdos con " la producción y el trabajo". Oculta mencionar al
principal socio de la nueva alianza privilegiada: los acreedores externos
representados por el FMI, que con el aval del Departamento de Estado yanqui
exigen un "modelo sustentable". Los consejos básicos para hacer sustentable
al modelo son devaluar, pesificar las tarifas y no acudir en salvataje de
la estructura financiera local sobredimensionada. Achicar las ganancias de
las empresas privatizadas y hacer pagar sus responsabilidades a los bancos.
No se trata de que se le ha ablandado el corazón. Se trata de seguir
cobrando la deuda externa.
La devaluación
elimina una de las perversidades del modelo (modelo exportador con dólar
barato) y pronostica un crecimiento del empleo en los próximos años,
porque aún en una economía deprimida, alguien tendrá
que fabricar lo que ya es muy caro importar. Pero significa también
una poda significativa de los salarios. Duhalde insiste en reivindicar el
modelo chileno que representa justamente esto: mayor ocupación con
salarios basura.
Aún contemplando
la formidable transferencia de ingresos desde los trabajadores a los sectores
exportadores, el escenario de la devaluación es menos traumático
que el de la polarización que hubiera cristalizado la triple perversidad.
Queda la esperanza abierta de que un crecimiento del empleo amplíe
las perspectivas para que nuestra clase trabajadora - que tiene sobrada experiencia
y capacidad de lucha - pueda elevar los salarios y mejorar las condiciones
de trabajo.
Hay todo un debate sobre
la posibilidad de continuidad de esta gestión, que mas allá
de Duhalde es una apuesta desesperada de la clase política para garantizar
su supervivencia como casta burocrática e intermediaria. El tema interesa
porque detrás del fracaso de la burocracia política no esta
inevitablemente el socialismo, sino un escenario diferente donde van a tratar
de imponer el ajuste con represión abierta, como ya lo viene aconsejando
algunos analistas de la derecha vernácula.
La continuidad
de la opción timoneada por Duhalde y Alfonsín tiene a su favor:
Una alianza política
amplia en términos institucionales que esta convencida de lo que se
juega en esta apuesta . Esta garantiza no tener trabas parlamentarias a las
nuevas medidas económicas.
El miedo del conjunto
de las clases dominantes ante el crecimiento de una protesta social que esta
fuera de control institucional, ni tiene liderazgos referenciales que permitan
algún tipo de negociación.
El apoyo de los acreedores
externos, que apuestan a una normalización del país en términos
capitalistas , a riesgo de que se evapore el valor de sus bonos.
La ausencia de una alternativa
popular de salida a la crisis.
En contra: la total ilegitimidad
de los políticos institucionales .
El control popular efectivo
que se expresa en distintas formas de lucha y que le quita margen de maniobra
para hacer concesiones a los grupos de poder. .
El lobby feroz de las
empresas privatizadas y los bancos cuyos representantes políticos mas
notorios son Menem y De La Sota.
La carencia de herramientas
aptas para asumir esta apuesta de salvataje de la clase política .
A Duhalde se le vuelve a repetir la historia que padeció con la policía
bonaerense: como disciplinar y reorientar al monstruo que el mismo ha creado
y orientado. El PJ entiende de pegarle a la izquierda o apalear a los desocupados,
pero no se encolumna para disputar con los bancos o las empresas privatizadas.
Autonomía
y alternativa popular.
El dato central de la
política argentina es la decisión popular de participar e incidir
-activamente y en las calles - en la crisis políticas, defendiendo
sus intereses particulares y los intereses generales de las mayorías
nacionales. Si el impulso movilizador puede ser diferente en todas las manifestaciones
están presentes además de la bandera argentina, la condena a
la clase política, los grandes grupos económicos y financieros
y la Corte Suprema de Injusticia.
Si en una primera etapa
- durante los saqueos- se realizaron actos donde se confundieron algunos blancos,
las nuevas manifestaciones fueron corrigiendo la puntería y la bronca
y los destrozos se centraron en los bancos, las empresas privatizadas y las
sucursales de empresas extranjeras (Mac –Donalds, Black Busters).
A pesar del esfuerzo del
gobierno y los comunicadores de separar los "pacíficos" cacerolazos
de los "violentos" ataques a los símbolos de la expoliación
económica, la respuesta popular se sigue percibiendo como una protesta
única donde cada cual se expresa como puede. Las puebladas como la
de Casilda que unificó a mas de 8000 empleados, desocupados, pequeños
comerciantes y productores rurales endeudados – con quema de bancos incluida
- retoma el espíritu de la pueblada de Mosconi, pero insertada en una
Argentina diferente: hoy ningún funcionario de gobierno o comunicador
puede responsabilizar de los hechos a grupos guerrilleros o infiltrados foráneos.
Se ha confirmado también
la tendencia a que las demandas populares se expresen y organicen al margen
de las centrales sindicales y los partidos políticos de izquierda.
En Capital Federal han proliferado las autoconvocatorias barriales y estas
han sido el núcleo organizador que promovió las grandes concentraciones
con que culminaron los cacerolazos. En realidad se esta masificando una orientación
de autonomía que se venía expresando en los movimientos sociales
mas dinámicos como es el caso de los desocupados y las organizaciones
campesinas.
Desde esa nueva realidad
creo que centrar el debate en criticar a partidos y sindicatos es regodearse
en una discusión vieja. Habría que debatir y valorar el papel
que han desempeñado y pueden seguir desempañando las incipientes
construcciones autónomas en la crisis, a los que no puede exigírseles
- por su desarrollo - ofrecer una alternativa popular de salida a la crisis,
pero si aportes políticos y de orientación de objetivos de lucha
en un terreno que conocen : el de la lucha en las calles y el de las convocatorias
autónomas.
Sobre el tema programático
por ejemplo hay una discusión urgente. Desde la izquierda hemos escuchado
planteos tan disimiles como: "las ventajas que no exista ningún programa"
, o que " la única solución es el socialismo" (chocolate por
esta noticia que ya nos dieron en el siglo XIX). Creo que así como
se realizó un aporte en focalizar la bronca y la violencia popular,
puede hacerse un aporte en centrar los reclamos en un puñados de puntos
básicos que hoy esta reclamando nuestra propio pueblo, que incluyen
exigir promesas hechas por el propio gobierno ( que pueden evaporarse).
Los reclamos por bajar
a la Corte Suprema de Injusticia; el castigo a los responsables de los asesinatos
durante las protestas populares de diciembre, exigir ahora la ayuda alimentaria
y el millón de planes de empleos prometidos, para que sean administrados
por las propias organizaciones de desocupados; la prohibición de despidos
y una cláusula de ajuste automático de los sueldos con los aumentos
del costo de vida ; que no se de marcha atrás con la pesificación
y que se congelen las tarifas públicas; que los bancos devuelvan los
robado a los pequeños ahorristas y se pesifiquen todas las deudas en
dólares hasta 100000 $ (incluso las privadas), financiando todo esto
con impuestos al capital, la ganancia y las exportaciones , la suspensión
de los pagos de la deuda y la expropiación de los corruptos, pueden
redondear un programa mínimo que puede ser aceptado y defendido por
las distintas expresiones autoconvocadas y también por aquellos dirigentes
políticos y sindicales que manifiestan su voluntad de defender los
intereses populares. Ayudar a acordar una plataforma de mayorías (que
son las que empujan los verdaderos cambios) en el único lugar posible:
en la calle, en el marco de las nuevas protestas sociales, puede ser un aporte
que los incipientes desarrollos autónomos están en condiciones
de realizar a condición de que asuman las responsabilidades que le
imponen los acontecimientos.
Las grandes crisis son
espejos que no nos perdonan ni nos esperan . A cada cual le imponen sus propios
desafíos. A las organizaciones populares autonomas nadie les exige
que se hagan cargo del gobierno, pero tienen la exigencia de transformar sus
experiencias y conclusiones de luchas localizadas y fragmentadas en propuestas
pensadas para el conjunto de los que luchan y de las víctimas de este
modelo y este sistema perversos.
Guillermo
Cieza
RETRUCO