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Inés Arcia
La Haine
Los dirigentes de la "comunidad internacional" están furiosos. En vez
del partido radical, histórico representante de los intereses de las clases
medias argentinas, limpitos, políticamente correctos y especialistas en pensamiento
único, tenemos al peronismo gobernando otra vez en Argentina. Horteras, populistas,
estridentes y oportunistas, los dirigentes peronistas no gustan. Vamos, que
no salen bien en las fotos de las revistas, no tienen ese "saber estar" que
tanto nos gustan a los votantes europeos.
Los 5,4 millones de habitantes
que integran el 14,8% más pobre del país, los que según las estadísticas oficiales
tienen una disposición diaria de 3,2 dólares al día (y estos no son dólares
cubanos, con libreta de racionamiento, hospitales, escuelas, redes de solidaridad
social y familiar, trabajo, un plato de arroz con frijoles diario...) hace
muchos años que están en las calles de Argentina cortando rutas, haciendo
manifestaciones, juntando firmas, organizándose en agrupaciones y también,
como no, votando, en la búsqueda de que "alguien" dé una solución a sus problemas.
Es que los pobres ya se sabe, siempre tienen problemas, con esa maldita costumbre
de querer tener un trabajo, comer todos los días, tener un techo, un hospital
y una escuela. Todo a pesar de que viven en "democracia", y tienen la sacrosanta
libertad de expresión y una gran variación de partidos políticos, que parece
ser tanto añoran nuestros vecinos cubanos. Pero los pobres argentinos, de
puro burros que son, siguen erre que erre: "¿la libertad de expresión y los
partidos políticos, con qué se comen?"
El 20 de diciembre "la gente" dijo
basta. Estabamos frente al Argentinazo. Los 5,4 millones de pobres se encontraron
acompañados de la "clase media argentina", más conocidos por ellos mismos
como, "los argentinos". Resulta que después de haber creído, generación tras
generación, que si uno trabaja, es honrado, estudioso y además, ahorra, y
es "apolítico", tiene el futuro asegurado. Hete aquí que su educado presidente,
el respetable Dr. De la Rua, de buenas a primeras les prohibe retirar sus
ahorros del banco y les paga los sueldos con bonos al mejor estilo de los
latifundistas de fines del siglo XIX. Esto fue la "gota que colmó el vaso"
del aguante.
En lugar de los radicales, vuelven
los peronistas. ¿Pero con qué discurso? ¿El de Menem o el de Perón y Evita
del 45? Duhalde dice que además de ser, como todos, un dirigente de mierda,
es un peronista biológico. Y suelta el discurso que peronistas y no peronistas
queremos oír: Un país tiene que tener industria, tiene que producir, no puede
vivir del capital especulativo. Viva la industria nacional, fuera las multinacionales
extranjeras. Los argentinos merecen un trabajo, una vivienda, salud, educación,
comida.
En Europa llama la atención que
este discurso sea creíble. Parece que no supieran que esto fue cierto, hace
mucho, en Argentina, bajo el gobierno peronista de Perón y Evita. Además,
a los argentinos de clase media les gusta compararse con Europa, con España,
por ejemplo. ¿Desde cuando los "gallegos" son más listos que nosotros? Si
mientras nosotros estudiábamos en las universidades y viajábamos por Europa,
sus mujeres ni siquiera podían abrir una cuenta de banco a su nombre. ¿Desde
cuando España tiene más recursos que nosotros, que somos un país tan grande
como toda Europa Occidental, y hace nada les mandábamos trigo y harina para
que no se murieran de hambre?
La comunidad internacional y su
prensa nos bajan de la parra. Hay opiniones para todos los gustos. Olivier
Blanchard, economista norteamericano nos trata de explicar porque un peso
no puede nunca ser igual a un dólar norteamericano: "Argentina no es EEUU
y el peso no es el dólar. Argentina es una economía pequeña del hemisferio
sur; EEUU es una economía grande y diversificada del hemisferio norte. Argentina
exporta ganado y materias primas; EE.UU. exporta alta tecnología y servicios.
Argentina comercia con Brasil; EEUU con Japón. Argentina debe luchar para
atraer capital; EE.UU. succiona el capital de todas partes del mundo. Que
dos naciones tengan la misma tasa de cambio es un crimen contra la lógica;
demostró ser también un crimen contra Argentina".
En cambio, el economista español
Aurelio Martínez Estevez, en un articulo publicado en El País el 5.1.02 rescata
las políticas aplicadas por los sucesivos gobiernos argentinos, diciendo que
" fueron muy adecuadas y positivas". ¿Mucha deuda externa? Menos que la de
muchos países centrales. ¿Flexibilización de la economía? " Argentina tiene
una flexibilidad que supera los patrones habituales de los países industrializados...
ha reducido los salarios nominales, ha precarizado el empleo hasta límites
de pobreza, ha recortado las pensiones nominales y los sueldos nominales de
los funcionarios, etc. ¿Qué ha pasado? Argentina no ha podido soportar tres
años de crecimiento negativo debido a la perdida de competitividad de la economía"
Encima, "en lo fundamental, esa perdida de competitividad no tiene un origen
interno... el crecimiento de la productividad y rentabilidad empresarial norteamericano
ha provocado un imparable proceso de apreciación del dólar... Mientras EEUU
podía compensar en parte esa apreciación con la evolución de su productividad
si que se resintiera en exceso su competitividad externa, Argentina no ha
disfrutado de esa revolución tecnológica, de esos crecimientos productivos
y se ha visto arrastrada por sus compromisos monetarios con el dólar.
¿Resumen? Un país del tercer mundo
subdesarrollado no puede compararse con EEUU ni con Europa, los países imperialistas
por excelencia, los padres de la globalización, ni muchos menos esperar mejorar
su situación aplicando la misma política económica. ¿Y para llegar a esta
conclusión hay que hacer un doctorado en economía?
La sección de Opinión de El País
dice "El país que antaño fue absolutamente obediente con las líneas marcadas
pro el FMI, adopta ahora guías propias del más rancio intervencionismo...
El compromiso de mantener el presupuesto federal equilibrado es la única decisión
a la que el Fondo puede mostrarse receptivo pero en ausencia de una reforma
fiscal, cabe dudar de la capacidad para cumplir ese propósito. Argentina no
dispone de una estructura tributaria propia de una economía moderna, y la
mayoría de los ciudadanos rehuye el cumplimiento de sus mínimas obligaciones
fiscales. Si toda Argentina ha de apretarse el cinturón, también tienen que
hacerlo las empresas españolas, pero penalizar a las empresas extranjeras
-y en particular a las españolas- responde a un populismo y a un nacionalismo
que ignora las nuevas realidades de la globalización". Pareciera que El País
no supiera que la "mayoría" de los argentinos no tienen trabajo ni empresas,
y por lo tanto, mal pueden pagar impuestos. En cuanto a "ajustarse el cinturón",
la mayoría de los argentinos hace rato que dejaron de tener cinturón. Por
las dudas, nos advierte en sus conclusiones sobre el Argentinazo: "la policía
fue literalmente desbordada por grupos perfectamente organizados" y si "algo
quedó meridianamente claro es que... Argentina no cuenta con una policía adiestrada
para impedir desmanes callejeros..." De ahí al golpe militar, un pasito.
¡Cómo quisiéramos que fuera cierto
eso de que en Argentina hay grupos perfectamente organizados para luchar contra
esta situación insostenible! ¡Qué necesidad tienen los Argentinos de abajo,
los trajadores, los parados, de un proyecto político claro y una organización
que permitiera cambiar definitivamente las cosas!
Mientras tanto, Aznar, actual presidente
de la UE, declara "Es fundamental un plan dialogado y consensuado". ¿Con quien?
" Con los principales agentes económicos y las autoridades internacionales
interesadas". La guinda la pone Prodi: "Argentina tiene que aprobar un plan
para salvarse a sí misma".
Mientras tanto, miles de personas
se agolpan ante los consulados para emigrar a España o Italia. No es la primera
vez que muchos argentinos deciden escapar. Sucedió en 1976, por la última
dictadura militar, en 1989, por la hiperinflación y desde el 2000 por la mayor
depresión económica de su historia. Los que por primera vez participaron en
una manifestación callejera, esa clase media que a pesar de todo, consiguió
estudiar y sobrevivir, no piensa quedarse en Argentina. "Me cagaron, Argentina
no va para atrás ni para adelante, este país me defraudó, no hay políticos
decentes"... El tango "La vida me engañó" en versión 2002.
Entonces ¿es cierto que Argentina
no tiene futuro? ¿Es cierto que peronismo en el gobierno intentará volver
al país perdido con el golpe antiperonista de 1955? ¿Es eso posible? Leyendo
toda la abundante información que publican los medios, y sobre todo recuperando
nuestra experiencia, podemos concluir que este sistema capitalista globalizador
no presenta otra salida para un país globalizado como Argentina. Las recetas
de los más sesudos y notables economistas de la burguesía y el capitalismo
internacional han llevado al país a esta situación y las propuestas que se
escuchan, absolutamente todas sólo toman en cuenta los intereses de unos pocos.
El gobierno peronista hará lo mismo que viene haciendo desde que el proyecto
peronista del 45-55 fue destruido por la lucha de clases interna y el imperialismo.
Es decir, más de lo mismo, aunque tal vez con alguna bolsa extra de comida,
alguna limosna para los más pobres y mucha represión.
La historia nos demuestra diariamente
que en ningún lugar del mundo "la gente" se puede dar el lujo de pasar de
la política porque la política no pasa de nosotros, se nutre y vive a costa
nuestra, y lo peor, nos organiza la vida. También nos indica que el problema
no pasa por tener políticos decentes sino políticas que defiendan nuestros
intereses en vez de los de los "principales agentes económicos y las autoridades
internacionales".
Prodi será un cretino pero dice
algo que nos puede servir: tenemos que hacer un plan para salvarnos a nosotros
mismos, consensuado entre los principales agentes sociales, los trabajadores,
los estudiantes, los piqueteros, los parados, los pobres y los no tan pobres.
Tenemos que hacerlo conteniendo la lucha de clases con las clases dominantes
internas y externas, el imperialismo, la globalización... Necesitamos un proyecto
económico distinto que, aunque suene trasnochado, deberá ser socialista. Porque
solo un sistema económico construido y controlado por los de abajo, adecuado
a nuestras necesidades y posibilidades reales puede proporcionar un presente
y un futuro mejor para todos.
Especial para La Haine