3 de septiembre del 2002
El New York Times falsea pretensiones separatistas de la Patagonia
Alejandro Blanca, Ciberoamérica
¿Alguien quiere separarse de Argentina? Un reportaje de Larry Rohter,
corresponsal del New York Times en Buenos Aires, en el que afirma que existen
serias pretensiones secesionistas en la Patagonia provocó airadas reacciones
de políticos y catedráticos argentinos, quienes negaron esa versión
y advirtieron que la nota entrañaba oscuras intenciones de Washington.
La Patagonia, una región de casi 790 mil kilómetros cuadrados
(similar en extensión a Turquía) ubicada en el extremo austral
del continente, está integrada por las provincias de Neuquén,
Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra de Fuego y es vital para el país,
pues abarca poco menos de la mitad del territorio argentino, gran parte de sus
reservas de agua potable, una importante infraestructura hidroeléctrica
y el 80 por ciento del petróleo y el gas natural.
En el reportaje, titulado "Algunos en Argentina ven la secesión como
una respuesta a la crisis económica", Rohter afirma que con la profundización
de la esta situación, se ha incrementado el interés de los patagónicos
de separarse de la República. Advierte que "la autonomía política,
la integración regional y hasta la secesión son abiertamente discutidas
como posibles soluciones". Sostiene que la independencia haría de la
Patagonia "un país escasamente poblado (menos del 5 por ciento de los
37 millones de argentinos viven allí) pero muy próspero". Señala
que tradicionalmente, el resentimiento hacia el gobierno federal es especialmente
fuerte en esa región, "que se ve a sí misma como una hijastra
descuidada por el resto del país". Hasta los años cincuenta, fue
administrado como un territorio federal; sus residentes no podían elegir
a sus propios gobernadores y legisladores.
El reportero estima que "mucho del deseo de un cambio en las relaciones con
el resto de Argentina ha sido provocado por la reciente propuesta del gobierno
de Eduardo Duhalde de fusionar las dos provincias ubicadas más al norte
de la Patagonia, Neuquén y Río Negro". Y ejemplifica: "Como una
señal del severo colapso económico del país, la localidad
de Carmen de Patagones, el condado más sureño de la quebrada provincia
de Buenos Aires, está buscando terminar esa afiliación para unirse
a la nueva provincia". Según la propuesta gubernamental, la unión
de dos o más provincias, que estaría sujeta a un plebiscito, es
una medida para reducir la burocracia y el gasto. Pero, Rother subraya, "como
la revista Parlamentaria advirtió recientemente: 'Hay también
sectores que advierten sobre la posibilidad de que ciertas provincias se estén
agrupando como un primer paso hacia una posible independencia de Argentina'".
Rother da algunos ejemplos de la supuesta intención secesionista en la
región. Así, cita al director del programa de estudios regionales
de la Universidad de Comahue, Gerardo Mario de Jong: "Lo que está ganando
espacio es una búsqueda de soluciones. La gente se está cuestionando
el concepto de un único centro de poder nacional al que muchos de nosotros
culpamos por nuestros problemas". En el artículo se destaca que en una
encuesta elaborada en mayo pasado, el 53 por ciento de la gente dijo que quería
una Patagonia independiente; el sentimiento por la separación fue más
fuerte entre la gente joven, el grupo con el mayor nivel de desempleo, de los
cuales 78 por ciento dijeron que apoyarían una secesión. Elfo
Kruteler, un profesor de francés y artista, habría explicado al
periodista los motivos en los que se apoya una presunta iniciativa independentista:
"Si comparamos el área norte del Río Colorado con el área
hacia el sur, veremos que ya tenemos dos países separados. Se llevan
todo de aquí, nuestro petróleo y gas, madera y minerales, y no
nos dan nada a cambio excepto problemas". Señala que como en el resto
de la Argentina, la mayoría de los residentes de la Patagonia son de
ascendencia española o italiana.
Pero en esta región, hay un mayor porcentaje de europeos de otros orígenes,
yugoslavos, galeses, alemanes y franceses. Jorge Sobisch, el gobernador de Neuquén,
tiene ascendencia croata. Y explica: "No es claro si esto es un factor importante,
pero los habitantes de la Patagonia se consideran a sí mismos diferentes
de los demás argentinos por la topografía de la región,
su lejanía y por el hecho de que la mayor parte de la inmigración
comenzó a principios del siglo pasado". Pero el diario Río Negro
se abocó a verificar la información del reportaje del New York
Times y encontró testimonios que contradecían al corresponsal
estadunidense, además de que en las provincias australes parece no haber
indicios de algún movimiento separatista. El gobernador Sobisch aseguró
que la independencia de la Patagonia del resto del país "no existe en
mi cabeza, ni en la de ningún argentino. De hecho, la secesión
está en las antípodas de la integración". Si bien consideró
que es necesario negociar una nueva relación entre la provincia y el
gobierno central, "nadie está hablando de eso (la secesión)".
En el Congreso, diputados y senadores de la región negaron categóricamente
que semejantes intenciones estuvieran en los planes de los gobiernos y los ciudadanos
patagónicos.
Por su parte, el profesor De Jong desmintió las declaraciones suyas que
publicó el diario estadunidense y atribuyó ese artículo
a "una intencionalidad del Departamento de Estado para quedarse con las riquezas
naturales de la región". Explicó que "lo que yo le dije al periodista
estadounidense es que los localismos no deben ser interpretados como una tendencia,
si él insistía en presentarla como me dijo a mí e hizo,
es algo que obedece a alguna intencionalidad que habría que analizar
de dónde viene". El catedrático agregó que le parecía,
"al menos, sospechoso el artículo de Rother, pues yo no dije lo qu! e
escribió, lo que si dije es que hay dos provincias que están proyectando
fusionarse y que hay un federalismo en el país que viene desde nuestros
propios orígenes".
De Jong se quejó porque "se utilizaron sus declaraciones para forzar
esa idea". Por lo pronto, apuntó, lo cierto es que "existen denuncias
justamente sobre esta intencionalidad del Departamento de Estado con respecto
a favorecer las integraciones regionales a los efectos de un mejor manejo del
mundo, que de alguna manera contribuye al desarrollo de los países".
El diario estadunidense no ha hecho ninguna aclaración respecto a los
desmentidos de De Jong y de los funcionarios patagónicos.
Pero la acusación sobre las intenciones de EEUU sobre la Patagonia no
es nueva. De hecho, analistas señalan que los rumores sobre secesión,
los proyecto de unir dos o más provincias en una sola y la compra de
grandes extensiones de tierra en Argentina y Chile por magnates es! tadunidenses
están relacionados con un plan impulsado por el Departamento de Estado
para desestabilizar la región, aprovechando el caos en Argentina.
El tema de la adquisición de terrenos en los países del sur del
continente por parte de magnates estadunidenses es algo que preocupa a las autoridades
de los gobiernos de la región, pues esta tendencia ha sido especialmente
intensa en los últimos años. En 1998, el multimillonario Douglas
Tompkins compró unas 330 mil hectáreas de la provincia de Palena,
ubicada en la décima región de la Patagonia chilena, y 146 mil
925 hectáreas en Santa Cruz, Argentina. Y hay más: la compañía
de ropa Benetton, dueña de más de dos millones de acres de estancias
con ovejas en la Patagonia es el mayor terrateniente de la región, y
otros extranjeros como el multimillonario Ted Turner, han comprado extensos
ranchos y complejos de deportes invernales. En respuesta a esa fiebre mercantil,
varios legisladores argentinos presentaron el año pasad! o una propuesta
de ley para detener la venta de tierras privadas y fiscales a extranjeros, por
considerar que esas operaciones atentan contra la soberanía nacional.
Los parlamentarios acudieron al doctor Juan Enríquez, del Centro David
Rockefeller para Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Harvard, para
fundamentar su iniciativa. Enriquez, de origen mexicano, les presentó
un informe al respecto y aseguró que, "en el futuro, la fragmentación
territorial cumplirá una función destacada para el reordenamiento
global, en cuyo marco es posible que surjan nuevos países en América
Latina:
en Chile, Argentina y Brasil específicamente".
El especialista en temas geopolíticos explicó que existen "afinidades
preocupantes" entre la adquisición de tierras en Chile y Argentina con
otras operaciones en el continente que fragmentaron a varios países,
por ejemplo, "las tierras de Tompkins están bajo régimen de las
leyes de Impuesto y Renta de los Estados Unidos, y no bajo la legislación
chilena y argentina".
Así, explica el académico, "las concesiones madereras otorgadas
por Guatemala al Reino Unido en las costas del Mar Caribe condujeron a la independencia
de la Honduras Británica en 1981, un proceso que acabó convirtiendo
este territorio guatemalteco en la nación independiente de Belice. Definitivamente
la fragmentación encargada a la iniciativa privada, como en el caso de
Belice, se ajusta perfectamente al proceso que vive hoy la Patagonia. De hecho,
no es un secreto que Tompkins tiene fuertes vínculos con el Departamento
de Estado tal como los tuvieron en su momento los magnates de la industria maderera
(con el Reino Unido)".
Para Domingo Schiavoni, ex diputado provincial del Partido Justicialista (PJ),
las negociaciones entre los gobiernos de Río Negro y Neuquén,
por una parte, y de Salta, Jujuy y Tucumán, por otra, para conformar
dos provincias y ahorrar gastos adm! inistrativos, no son iniciativas de austeridad
para acotar el gasto político.
"Hay que descubrir en ello la punta de un iceberg perverso que reconoce otros
antecedentes", señaló Schiavoni y citó a un renombrado
geoestratega árabe, quien en un programa de TVE, de España, denunció
que "ya circulan en oficinas estatales de los Estados Unidos mapas del Brasil,
donde no figuran ni su parte de la Amazonia ni las ricas y fértiles tierras
del Pantanal". En cuanto a Argentina, el ex legislador advierte tajantemente
que, uniendo todas las partes, ese proyecto de regionalización no es
otra cosa que un intento "obsceno" de desmembrar el país y destruir su
identidad. Y Explica: "Si esas regiones alcanzaran autonomía administrativa
podría darse el caso de que renegociaran unilateralmente sus respectivas
cuotas de la deuda externa, concesionando servicios públicos esenciales
a compañías extranjeras, entregando territorio a empresas vicarias
del imperio y liquidando su patrimonio, sin participación alguna de la
nación Argentina.
"En ese dibujo arbitrario y diseñado por la extranjería y sus
socios locales, figura desde hace varios años la intención de
anexar Santiago del Estero a San Luis y Córdoba, desmembrando el noroeste
argentino", concluye el ex legislador.
Los dirigentes del Sindicato Unificado de los Trabajadores de la Educación
Fueguina advierten que un signo de las "malas intenciones de los norteamericanos"
es el decreto firmado en 2001 por Carlos Manfredotti, gobernador de Tierra de
Fuego, la provincia más austral de Argentina, para ceder tierras en el
centro de la región para la instalación de una base estadunidense
que realizará "estudios nucleares con fines pacíficos". El sindicato
asegura que, posteriormente, los estadunidenses establecerán instalaciones
de misiles en esa base, "como una cabeza de playa para controlar la región".
La estrategia estadunidense estaría vinculada a la creación del
Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y "el desmembramiento del
país".
Quienes advierten de esta "jugada" de Washington alertan que las intenciones
van más allá de una división territorial. Heinz Dieterich,
periodista experto en geopolítica, señala en un artículo
publicado en el diario digital Unilatina 21 que el objetivo, en el mediano y
largo plazo, de esa política de Washington es "garantizar Estados sumisos
y controlables en la región". La estrategia contempla, en el corto plazo,
"asegurar el fracaso del Mercosur, impedir el triunfo del Partido de los Trabajadores
en Brasil, derrocar a Hugo Chávez en Venezuela, ampliar el Plan Colombia
a los países vecinos e imponer el ALCA", asegura Dieterich.
Ante señalamientos como el de este periodista de izquierda, la derecha
reacciona con escepticismo y considera que hablar de imperialismo en estos tiempos
suena anticuado y es un delirio más que un análisis serio.
Sin embargo, la abierta intervención de las representaciones diplomáticas
de Estados Unidos en la crisis que derivó en el efímero golpe
contra Chávez, en la promoción del componente militar del Plan
Colombia en los países del Cono Sur y en los recientes comicios presidenciales
de Bolivia -donde el embajador llamó abiertamente a la población
a no votar por el candidato cocalero Evo Morales-, así como las presiones
en el mercado bursátil de Brasil ante el avance electoral de Lula, el
candidato más fuerte de la izquierda, no parecen coincidencias inofensivas.
Que el diario más influyente de Estados Unidos plantee el tema de la
secesión en la Patagonia sin que exista un verdadero debate en la región,
también da que pensar.