Buscando un Mono Jojoy
Por Luis Sicilia
En su reciente visita a Buenos Aires, el general James Hill, Jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, expuso ante militares y funcionarios del ministerio de Defensa cuáles serán los ejes principales de su tarea en la región: dar un fuerte impulso al combate contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el terrorismo, en especial el generado por el fundamentalismo islámico que, según un informe de la CIA al que hizo referencia el visitante, estaría operando en la llamada Triple Frontera, donde se unen los territorios de Brasil, Paraguay y Argentina.
Hill, un texano al que le fastidian los modales diplomáticos, se reunió después a solas con los jefes del Estado Mayor Conjunto, teniente general Juan Carlos Mugnolo; del Ejército, teniente general Ricardo Brinzoni; de la Armada, almirante Joaquín Stella, y de la Fuerza Aérea, brigadier general Walter Barbero. Este fue, en realidad, el encuentro clave mantenido en estricta reserva. Allí, el veterano de Vietnam explicó a sus pares argentinos que la prioridad para el Pentágono se llama Colombia y la supuesta "ramificación de las actividades subversivas de las FARC en el subcontinente".
Ocurre que los informes antiterroristas de la CIA hacen permanentes referencias a la presencia de "instructores militares" de las FARC en el norte de la Argentina y en la zona de Brasil donde se registran las principales luchas reivindicativas de los "sin tierra", campesinos sublevados que, con frecuencia, toman por asalto latifundios y propiedades de los terratenientes, a veces con el aval de sectores de la iglesia brasileña que participan de sus multitudinarias marchas.
Las "preocupaciones preventivas" de Hill se expresan cada vez más en el terreno de los hechos: Washington tiene ya una base militar en Alcántara, Brasil, al igual que la CIA, que desde hace tiempo opera con agentes e instalaciones propias en ese país y en el nuestro. En función de esa estrategia, durante los ejercicios militares conjuntos conocidos como Cabañas 2000 y Cabañas 2002, realizados en la Argentina, las hipótesis de combate se llevaron adelante a partir de la confrontación imaginaria de las fuerzas armadas y de seguridad con los piqueteros que, en esos días, cortaban rutas y caminos en distintos puntos del país.
En los últimos meses, también la SIDE se sumó a la búsqueda de "asesores" de las FARC en el norte argentino, tarea que ahora retomó con más empuje a partir de la reconciliación del organismo que nuclea a los espías nativos con la CIA, la cual se había distanciado por razones nunca del todo explicadas, aunque algunas fuentes relacionan el hecho con actos de corrupción.
Entre otras cosas, este reencuentro de espías podría significar un fuerte aporte en dólares destinado a respaldar la búsqueda de subversivos propios e importados en el territorio nacional.
Hasta ahora jamás pudo ser detenido ningún miembro de a guerrilla colombiana en nuestro país, en Brasil o en Paraguay. Tampoco se constató la existencia de células terroristas de Bin Laden en la Triple Frontera, donde lo único que abunda es el contrabando, el tráfico de armas y de drogas, muchas veces digitados por las mismas fuerzas de seguridad a las que aconseja el señor Hill. Por ahora, el discurso blindado sólo sirve al propósito de encorcetar la protesta social. Si el enemigo es un fantasma, hay que hacerlo de carne y hueso, razón por la cual no vendría mal la detención de un aprendiz de Mono Jojoy en la casa del "Perro" Santillán. Jojoy es en realidad el guerrillero colombiano Jorge Briceño, uno de los principales jefes de las FARC. Por las dudas, sería conveniente alertar a la Mona Giménez, no vaya a ser que nuestros siempre despistados espías criollos lo confundan y lo arresten en plena bailanta cuartetera.