18 de septiembre del 2002
Argentina: Ante la crisis, otra economía es posible
Dafne Sabanes Plou
Servicio Informativo "alai-amlatina"
Mientras el gobierno nacional, totalmente debilitado y sin políticas
económicas ni sociales claras para salir de la crisis, continúa
sin reaccionar ante las agresiones de los funcionarios del Fondo Monetario Internacional,
miles de argentinos intentan nuevos caminos para enfrentar el desempleo y el
cierre de fábricas. El esfuerzo está en recuperar y crear fuentes
de trabajo capaces de devolver la dignidad y la esperanza a un pueblo golpeado
por cinco años de recesión económica y la aplicación
desde el poder de políticas de saqueo de los bienes públicos y
de los ahorros privados.
Hace seis meses se constituyó formalmente el Movimiento Nacional de Empresas
Recuperadas por los Trabajadores (MNER) que reúne en la actualidad a
100 firmas en las que trabajan unas 10 mil personas. La mayoría de ellas
son cooperativas con control obrero y en este momento impulsan la creación
de leyes que contemplen esta nueva modalidad de trabajo que nació a partir
de que muchas empresas nacionales se declararon en quiebra y sus empleados decidieron
continuar con la producción para impedir el cierre definitivo y la pérdida
de los puestos de trabajo. "Nuestro lema es: ocupar, resistir y producir", dijo
al matutino Página 12 José Abelli, uno de los fundadores y secretarios
de este movimiento.
En general se trata de mediadas empresas dedicadas a los más diversos
rubros: alimenticio, textil, indumentaria, industria del vidrio y del papel,
reciclado de aluminio, entre otros, y hasta una fábrica de tractores,
Zanello, que en este momento ante el cierre de importaciones, está abasteciendo
al 80% del mercado local. El caso de esta empresa ha tenido resultados sumamente
exitosos. No se constituyó como cooperativa, sino como sociedad anónima
en la cual los trabajadores tienen el 33 por ciento, los concesionarios otro
33, y son los que pusieron el capital necesario, y el personal jerárquico
y superior, otro 33 por ciento. El 1 por ciento restante lo tiene el estado
municipal local que dictó las normativas que hicieron posible la expropiación
de la planta. Todos los trabajadores cobran el mismo salario, que equivale a
unos 150 dólares mensuales, desde el más alto ejecutivo hasta
el personal de maestranza. Con este plan lograron recuperar y aumentar la producción
y además, subir el número de puestos de trabajo. Cuando el nuevo
esquema se puso en marcha en marzo pasado, trabajaban 60 personas; ahora lo
hacen 240.
La lucha de los trabajadores que integran el MNER no ha sido sencilla. La ocupación
de las fábricas, si bien habían sido abandonadas por sus dueños,
desató en todos los casos una batalla legal, la intervención de
la fuerza pública y no fueron pocos los que durante semanas prefirieron
vivir en las fábricas custodiando las maquinarias y los insumos para
impedir que los antiguos dueños provocaran un nuevo vaciamiento. Muchos
también soportaron ver sus fuentes de trabajo rodeadas por las fuerzas
policiales, como una amenaza constante a sus esfuerzos por recuperar la producción.
Pero también tuvieron la satisfacción de obtener el claro apoyo
de las asambleas barriales, que crecieron en representatividad y conciencia
política a partir de la crisis de diciembre de 2001. En muchos casos,
los vecinos hicieron suya la reivindicación de los trabajadores y colaboraron
con ellos en las protestas y petitorios ante las autoridades.
La necesidad de políticas públicas adecuadas
Si en algo se destacó la política económica neoliberal
aplicada por Domingo Cavallo fue en la destrucción de las cooperativas,
sobre todo las de ahorro y préstamo, pero también las dedicadas
a la producción. Este ensañamiento fue palpable durante los primeros
años de la década del 90, en pleno auge del gobierno de Carlos
Menem, cuando los argentinos creían en el sueño de haber entrado
al "primer mundo". Así el Instituto Nacional de Acción Cooperativa
se convirtió en un ente sin recursos ni influencia y la Secretaría
de la Pequeña y Mediana Empresa sólo mantuvo su discurso a favor
del fomento de las Pymes, pero sin el poder ni los créditos suficientes
como para lograr resultados.
Debido a ello, el MNER también está embarcado en una batalla legal,
para lograr políticas públicas que beneficien la recuperación
de empresas. En la provincia de Buenos Aires, lograron que se sancione la Ley
5708 que permite que el gobierno expropie los bienes inmuebles y los otorgue
a los trabajadores en comodato y, según el caso, en donación.
Hasta el momento se han realizado unas 20 expropiaciones de esta índole
en la provincia.
El jueves último, el MNER obtuvo un triunfo significativo en la legislatura
de la Ciudad de Buenos Aires, cuando la cámara votó por unanimidad
la ley de expropiación de dos fábricas que funcionaban autogestionadas
por los trabajadores. El lobby bien planeado que montaron los trabajadores en
el ámbito legislativo y del gobierno de la Ciudad, logró que se
gestara una interesante negociación en la cual el Gobierno, los legisladores
y los trabajadores encontraron una respuesta adecuada, capaz de convertirse
en una política pública eficaz que pudiera ser aplicada en situaciones
similares. En este primer paso, las empresas en cuestión son una imprenta
de excelente producción, como libros de arte, y una fábrica de
materia prima de postres helados, que ya está por comenzar a exportar.
Estas nuevas leyes dispusieron dos tipos de expropiación: la primera,
temporaria por dos años, de los edificios donde funcionan las firmas.
La segunda, definitiva, para las maquinarias y otros bienes imprescindibles
para la producción. Los equipos son cedidos en comodato a las cooperativas
de los trabajadores. Durante dos años, el gobierno pagará el alquiler
de los edificios a los acreedores de cada quiebra y luego de este período,
las cooperativas de los trabajadores tendrán prioridad de compra de la
fábrica.
Según declararon los funcionarios de la Ciudad a los medios periodísticos,
para el erario público es más beneficioso financiar este tipo
de emprendimientos que continuar dando subsidios y bolsones con comida a los
desempleados. Para los trabajadores, esto significa un reconocimiento a su lucha
y un desafío laboral de envergadura que puede permitirles alcanzar la
meta deseada: el logro del control definitivo de las fábricas-cooperativas.
Además, la sanción de esta normativa permite que otras fuentes
de trabajo recuperadas también puedan contar con beneficios similares.
Esto será debatido en la legislatura en las próximas semanas.
Los emprendimientos en los barrios populares
La creación de fuentes de trabajo también es una preocupación
del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) y de la Coordinadora de Trabajadores
Desocupados Aníbal Verón que reúnen a decenas de agrupaciones
barriales en el otrora cordón industrial que rodea a la Capital Federal,
en la provincia de Buenos Aires, y que es el área más densamente
poblada del país. Estos obreros desempleados no quieren perder su dignidad
ni la posibilidad de sostener a sus familias y por ello han organizado una intensa
labor comunitaria, en la que participan con entusiasmo mujeres y hombres por
igual. Ambas organizaciones son parte del amplio movimiento piquetero que, con
diversos matices y posturas políticas, se ha desarrollado en todo el
país en el último lustro como resistencia a las políticas
de exclusión social y económica que han predominado en Argentina
en este tiempo.
La tarea en los barrios abarca diversos tipos de emprendimientos productivos:
centros de panificación, talleres de variados oficios, fábricas
de ladrillos y bloques para la construcción, reciclado de papel, de envases
plásticos y de aluminio, entre otros. Pero la labor de los integrantes
de estas agrupaciones no se detiene aquí. También montaron guarderías
y comedores infantiles, talleres para el aprendizaje de oficios y de formación
y educación popular. Algunos barrios cuentan con orgullo con una biblioteca
popular. La alfabetización y el apoyo escolar son también prioritarios
y colaboran en ellos estudiantes secundarios y universitarios voluntarios.
Pero por su origen humilde y por provenir de barrios marginados, a estas agrupaciones
les es muy costoso obtener las maquinarias, herramientas e insumos necesarios.
El gobierno provincial ignora sus reclamos y los funcionarios políticos,
muchos de ellos acostumbrados a la prebenda y al clientelismo, prefieren no
prestar atención a movimientos independientes, con liderazgo y pensamiento
propio, que cuestionan con dureza los continuos privilegios otorgados al sector
del capital financiero en la última década, que favorecieron la
instauración de una economía que pareciera preferir desarrollarse
sin trabajadores, sin consumidores y sin mercado interno.
Ante esto, los trabajadores desocupados y de empresas recuperadas están
dispuestos a continuar construyendo organización y reforzando una economía
solidaria capaz de apostar al crecimiento del país, más allá
de los dictámenes del FMI.