Un detenido apareció ahorcado en una comisaría
Extraña muerte en el calabozo
Un joven de 21 años, detenido en la comisaría 1ª de San Martín,
apareció ahorcado con los cordones de sus zapatillas. Investigan si fue
víctima de un crimen o si alguien lo ayudó a matarse.
Los cordones habían sido pasados a través de los barrotes, y tenía
un lazo en el cuello. "Después se agachó, en posición
de rezo, con lo que el cordón se tensa y quita la respiración."
Por Horacio Cecchi / PAGINA 12
Un joven de 21 años, detenido por un robo sin armas en un supermercado
del partido de San Martín, fue trasladado a la comisaría primera
a pocas cuadras del lugar donde, poco después, apareció muerto.
En principio, el caso fue considerado como suicidio, aunque algunos datos abren
sospechas en otra dirección: casualmente, quienes lo introdujeron en
la celda olvidaron quitarle los cordones de sus zapatillas. Adivine usted cómo
se las arregló el joven para cumplir con su repentino rapto. De comprobarse
que alguien tendió una mano al detenido para atar sus cordones, el caso
se sumaría a las probadas prácticas de la Bonaerense.
Lo que por el momento es cierto es que Oscar Miño, de 21 años,
no hablará sobre sus contactos, si actuaba por su cuenta o contaba con
complicidades o amparo de algún tipo. El joven fue detenido ayer, alrededor
de las dos de la tarde, mientras asaltaba un supermercado Día %, a pocas
cuadras de la comisaría primera de San Martín. Cuando acudió
la policía, Miño no opuso resistencia. No tenía cómo:
estaba desarmado.
Los uniformados lo trasladaron a la comisaría, donde después de
asentar sus datos en el libro de entradas, como corresponde, lo instalaron en
una celda para contraventores. "Lo alojaron en esa celda porque se trataba
de un hecho simple –dijeron a Página/12 fuentes judiciales–, estaba desarmado.
Y lo más probable es que el fiscal interviniente (Rubén Moreno,
de la fiscalía 6 de San Martín) lo hubiera excarcelado después
de la averiguación de antecedentes". Pero a Miño no llegaron
a excarcelarlo. Las autoridades aún no habían tenido tiempo, siquiera,
para concluir la averiguación de antecedentes que quizás lo hubiera
dejado libre.
No habían pasado más de dos horas cuando uno de los uniformados
a cargo de la guardia descubrió a Oscar Miño, en la misma celda
de contraventores, pero muerto. "Se había atado con los cordones
de sus zapatillas de un modo particular –describió la fuente judicial–.
Pasando los cordones a través de los barrotes de la celda, haciendo lazo
en el cuello. Después se agachó como en posición de rezo,
en forma brusca, con lo que el cordón le quitó la respiración.
Eso deriva en un paro cardiorrespiratorio y la muerte".
Podría considerarse como un arrebato suicida en un chico asustado. Pero
en el caso asoman dos detalles que impiden eludir la sombra de una sospecha.
El primero es que no se trataría del primer caso en que hombres de la
Bonaerense aparezcan mezclados en supuestos suicidios de jóvenes que
participaban en bandas con anuencia policial. No es posible determinar, por
el momento, que el de Miño sea uno más de estos casos. Es más,
la misma fuente judicial señaló que el joven no presentaba marcas
de haber sido esposado ni golpeado. Quedaría enmarcado en "averiguación
de causales de muerte", como fue caratulada la causa, si no fuera por el
segundo detalle:
–¿Es habitual que les dejen los cordones a los detenidos?
–De ningún modo –respondió el vocero judicial–. Cuando los detienen
les deben sacar cintos, cordones, todo lo que represente un riesgo para el detenido