"POR
UN NUEVO PAÍS: HABLEMOS CLARO"
Obispo (E) Federico J. Pagura
Servicio Informativo "alai-amlatina"
Corrían los años de la década del 80 y los Estados Unidos,
eran gobernados por el presidente Reagan, tan soberbio e hipocrática
como los Bush, padre e hijo, que pasarán a la historia (como ya lo anticipara
un destacado pensador norteamericano), como los gobernantes más perniciosos
y retrógrados, para su pueblo y para la humanidad. La forma artera y
cruel que combatieron al gobierno sandinista de Nicaragua, que había
interrumpido el largo y nefasto período de los Somoza, despertó
en toda América Latina y en el mundo entero, una ola de simpatía
y solidaridad con Nicaragua, cuando la potencia del Norte, minaba los puertos
de la tierra de Rubén Darío, enviaba sus aviones espías
a violar el espacio aéreo de la flamante república de Sandino,
mientras simultáneamente armaba, dentro y fuera de ese territorio, el
ejército de la Contra, que tanto terror y daño produjo, y tanta
mentira sembró. Así logró, con el apoyo sin reservas del
Cardenal Obando, el deterioro y la caída del gobierno sandinista, que
contaba en su seno con tres brillantes sacerdotes, el P. Ernesto Cardenal, su
hermano Fernando, educador extraordinario y el P. Miguel D´Escoto, canciller
y admirador apasionado de Martín Luther King. Un gobierno creativo y
revolucionario, que sin estar libre de fallas y limitaciones, había abierto
un horizonte nuevo y esperanzador, para el sufrido y esforzado pueblo nicaragüense.
La Comisión de Solidaridad que fui invitado a presidir, acompañado
en las vicepresidencias por nuestro premio Nobel, Pérez Esquivel y el
Dr. Frugoni Rey, (de gratísima memoria en nuestro Movimiento Ecuménico
por los Derechos Humanos), desarrolló una importante labor de apoyo al
pueblo nicaragüense y de información veraz a nuestro pueblo, a pesar
de todos los obstáculos que debió enfrentar. Formaban parte de
ese cuerpo solidario, entre muchos otros, el Dr. Juan Pablo Cafiero, el P. Luis
Farinello, el actual concejal rosarino Alberto Cortés, y como secretario
ejecutivo, don Félix Granovsky, además de la asesoría jurídica
que estaba a cargo del Dr. César Arias, quien representaba al entonces
gobernador de la Rioja, Dr. Carlos Saúl Menem. Esa fue la etapa anti-imperialista
del dirigente riojano, dispuesto a apoyar, al menos de palabra, con todos los
recursos de su provincia, la lucha heroica y desigual del pueblo nicaragüense,
que había encendido otra luz de esperanza liberadora, en nuestro continente
americano y caribeño.
En esos mismos días, una organización armenia nos concedió
al Dr. Menem, al Obispo Ortodoxo Armenio, a un Obispo Católico Romano,
y a quien esto escribe, el título de ciudadanos ecuménicos del
año, por nuestra lucha por la justicia, la unidad y la paz en nuestros
pueblos. Y en una cena convocada en el Hotel Bauen de la Capital Federal, con
ese motivo, se le solicitó al gobernador, entonces de largas y frondosas
patillas, un mensaje de contenido ético-religioso, de tanta claridad
y compromiso, que yo lo hubiera podido suscribir, sin menor reserva.
Luego vino la campaña presidencial del dirigente riojano, con la reiterada
promesa "hasta el hartazgo" de la "revolución productiva" y el "salariazo",
y la infaltable muletilla del: "Síganme, que no los defraudaré!"
Se acortaron las patillas, se archivaron las promesas, nacieron las relaciones
carnales con el Imperio del Norte, se incorporaron las citas religiosas, y se
hizo ritual la bendición característica de los predicadores: "Que
Dios los bendiga"... con las posteriores consecuencias socio-políticas-económicas
y morales a la vista, y que el ex-presidente Menem, parece ignorar o minimizar.
El desastre a que la dictadura militar, y luego la década menemista han
conducido al país (sin desconocer las frustraciones que la última
parte del gobierno alfonsinista, y la traición delarruista al programa
de la Alianza, nos trajeron), nos han llevado a este tiempo de miseria, de indignidad,
de deterioro moral y de escepticismo, que va a ser muy difícil remontar...
aunque no imposible.
Ante los acontecimientos que se han ido desarrollando, a partir del 19 y 20
de Diciembre del año pasado, el "ave fénix" riojano, con su enfermiza
ambición y obsesión presidencialista, (que alientan todos los
obsecuentes y beneficiarios impunes de su entorno), vuelve a invadirnos con
las nuevas fantasías como la que han caracterizado sus gestiones presidenciales:
"el mejor presidente de la historia" , "¿comparable o mayor que Jesucristo?",
"ahora llega el momento de ocuparse de los pobres"... y todo en ese tono bíblico
que tiende a atrapar a ingenuos, incautos o fanáticos mezquinamente interesados,
pero que, a los que estamos acostumbrados al lenguaje y a los verdaderos contenidos
bíblicos, no solo no nos engaña, sino que nos repugna e indigna,
porque tenemos siempre presentes, las advertencias bíblicas que nos hablan
de "Lobos con piel de ovejas" y de "estratagemas de hombres que para engañar,
emplean con astucia, las artimañas del error" (Efesios 4:14).
Por eso los que soñamos y trabajamos ardua y empecinadamente por un nuevo
país posible, sin corrupciones e impunidades, sin exclusiones, ni los
odios y violencias que generan: un país con destino de justicia y libertad:
con pan, con trabajo y con paz, ya no podemos seguir prestando oídos
a cínicos y embusteros, que nos llevarán a desastres aún
mayores (aunque, por momentos fugaces y bien calculados, nos permitan recoger
algunas migajas del "festín" de los opresores y corruptos"). Como, a
raíz de la crisis provocada por la denuncia global del "New York Times",
escribe uno de nuestros sociólogos más lúcidos y coherentes:
"En la actualidad, el carácter ilusorio, el "éxito económico"
del menemismo es incuestionable"... "aún los que fueron sus más
fervientes apoyos internacionales, procuran rápidamente tomar distancia
de él"... "ante una sucesión de interminables evidencias que lo
caracterizan como el gobierno más corrupto de la historia argentina y
responsable principal de la crisis actual." Sólo una convergencia de
mentes y voluntades dispuestas a romper con lo viejo y engañoso, y crear
lo nuevo y esperanzador que Dios quiere para sus criaturas, sin odiosas discriminaciones
y exclusiones podrá quebrar el maleficio de tantas décadas perdidas.
Sólo esta unidad patriótica, superadora de fundamentalismos, caudillismos
vetustos y egoístas, y soberbias enceguecedoras, podrá engendrar
el programa que nuestro pueblo reclama y necesita, en esta hora angustiosa y
fecunda a la vez, de nuestra historia. Sólo esa convergencia y unidad
nos permitirá reunir a aquellos hombres y mujeres coherentes, visionarios,
idóneos y valientes que necesitamos, y que el pueblo mismo -no los "patrones"
del Norte o los "patroncitos" de cuño local- irá distinguiendo
y convocando. Para el fin de tantos dolores, frustraciones y angustias, comience
a levantarse nuevamente, a la faz de la tierra, "una nueva y gloriosa nación",
no al humillante servicio de ningún imperio, sino en aras de esa patria
indígena-afro-latinoamericana, que soñaron, entre muchos otros,
San Martín y Bolívar. Al servicio de un continente liberado y
de una nueva humanidad, humanizada y transformada. Por esa visión y esa
meta de auténtica grandeza, como bien nos desafiaba Ortega y Gasset:
"¡ARGENTINOS, A LAS COSAS!".
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