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La política en la semana
SUBORDINACION Y VALOR:
¿QUE APRENDEN LOS CADETES EN EL LICEO MILITAR? HIJOS DEL RIGOR
"El terrorismo en la Argentina", así se titula el libro
que circuló los últimos años entre los cadetes del Liceo
Militar que hoy forman los nuevos cuadros de las Fuerzas Armadas. El texto reivindica
la Doctrina de la Seguridad Nacional y justifica su avanzada criminal sobre
la sociedad civil.
La década del ´90 fue testigo de un nuevo proceso al que algunos militares
con gusto llamarían de "reconciliación nacional". Hicieron borrón
y cuenta nueva. Se atrincheraron en sus cubículos habituales y por la
misma demencia senil que acusa el dictador chileno Augusto Pinochet cada vez
que le conviene, fingieron no recordar nada durante los Juicios por la Verdad.
Sin embargo, a la hora de formar a sus cadetes desempolvaron algunos libros
de texto que no se mencionan en los programas oficiales del colegio Militar.
Entre ellos figura "El terrorismo en la Argentina", que fue editado por las
Juntas en 1980 y, según dice, trata sobre "la evolución de la
delincuencia terrorista". Su existencia se menciona en un informe de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos e, incluso, fue blandido por una abogada
defensora de pobres y ausentes genocidas durante un debate emitido por el ciclo
Hora Clave, conducido por Mariano Grondona.
Sus 372 páginas están dirigidas a fundamentar la urgencia del
golpe del 24 de marzo de 1976, para frenar el supuesto "caos generalizado" producido
por una insurgencia armada que para esa fecha ya había sido diezmada.
Este libro sin firma de autor no sólo olvida incluir los asesinatos,
desapariciones, torturas, violaciones y robos de bebes, entre otras atrocidades
cometidas por "amor a la vida" y "gracia de Dios", según reza el prólogo.
También señala que el accionar violento de las "AAA" fue una "reacción
espontánea", en vez de un plan debidamente organizado para acceder al
poder por la fuerza.
La letra con sangre entra
Según indica una gacetilla informativa del Liceo Militar Gral. San Martín,
los estudiantes reciben la misma educación que cualquier alumno de otra
escuela, pero con la única diferencia que "esos chicos y chicas de entre
trece y diecisiete años se entrenan muy duramente para defender a su
Patria. Visten uniforme y portan armas. Aprenden su manejo, se mimetizan, se
arrastran entre los cardos, hacen guardias y están dispuestos a matar
o morir si en una causa justa, su Nación lo requiera".
Estas mentes que pregonan la muerte en nombre de un fundamentalismo militar,
que subsisten en sus cargos gracias a las leyes de Obediencia Debida y de Punto
Final, al parecer gustan todavía de los vicios de la ilegalidad, reparten
por lo bajo libros como este para formar a las nuevas generaciones, mientras
reivindican los indultos y su pasado nefasto.
Son los mismos sujetos que mataron estudiantes secundarios por reclamar un boleto
estudiantil acusándolos de pertenecer a Montoneros y de tener una formación
"marxista-leninista pro-soviética". Sólo así resulta posible
entender como dentro de éstas instituciones de enclaustro encierran cinco
noches a la semana a chicos de trece años, les enseñan a disparar
y entregan estos materiales de lectura. Aquellos viejos soldaditos de plomo
saben bien que lo que se aprende en la adolecencia queda grabado en piedra.
Según estadísticas propias del Liceo, menos de un 10 % de sus
egresados prosiguen la carrera militar. El sargento por medio del cual Argenpress.info
accedió a este material, es uno de ellos. Sus directores fueron los coroneles
Roberto Obdulio Godoy (1989-1990), Luis Armando Schaller (1991-1992) y Carlos
Alberto Anun (1993, hasta su egreso). Hoy tiene 26 años y una sólida
formación reaccionaria. Pide por la liberación de Mohamed Alí
Seineldín y auspició en un primer momento el crecimiento del Modín,
fundado por Aldo Rico luego de su fallida asonada.
Los hombres del rifle
Son hombres felices. Sonríen cuando un gobierno nacional incluye en la
lista de ascensos a oficiales del Ejército que participaron del levantamiento
de Campo de Mayo. Sonríen cuando esos representantes dejan a sus policías
la zona liberada. Y sonríen aún más cuando ven sentado
al canciller Ruckauf en una foto junto a Rafael Videla. Afilan los dientes cuando
escuchan al ex ministro de Defensa, Ricardo López Murphy, quien sostuvo
mientras conducía esa cartera, que "la pobreza extrema" es una de las
"nuevas amenazas" en medio de la inauguración del Curso Superior de las
Fuerzas Armadas. Sonríen cuando ven cumplida la obra de Enrique Mathov.
Y llegan al éxtasis cuando en sus cabezas sordas resuenan los golpes
en los cuarteles.
Los viejos tiranosaurios están ahí, agazapados. Se esconden tras
el sello protector del Círculo Militar. Murmuran, confabulan y se reproducen
como renacuajos desde los colegios militares. Observan como las apetencias de
poder de la clase política permiten que la violencia institucional se
profundice. Se deleitan con los excesos policiales y disfrutan del lenguaje
del miedo. Sonríen porque saben que mientras las instituciones no se
democraticen ellos seguirán caminando entre nosotros.
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