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27 de junio del 2002
El Titanic latinoamericano
Heinz Dieterich Steffan
Una vez más el Titanic latinoamericano se está hundiendo.
Tripulado por la elite criolla y los capitanes del grupo G-7, la nave repite
cada tres a cuatro años la misma peripecia: sale de una colisión
con el iceberg, tan sólo para enfilarse hacia otra. Y con cada catástrofe,
el grupo de banqueros y naufragos adinerados en Miami crece, mientras los pueblos
se sumen en las profundidades de la miseria.
De las economías "emergentes", tan cacareadas en su tiempo por los teólogos
del sistema que solemos llamar "economistas", ya no emerge nada más que
la verdad: que el Titanic está programado de tal manera que las periódicas
colisiones con el iceberg de los intereses de la oligarquía mundial son
inevitables. Y la aparente paradoja de un sistema económico que está
programado para generar violentas crisis de acumulación no es tal, cuando
se entiende la función de esas crisis.
Más allá de la naturaleza semi-caótica o anárquica
de las economías nacionales de mercado, las crisis son mecanismos fundamentales
de la alta burguesía estadounidense y europea, para apropiarse del patrimonio
nacional de los países neocoloniales. En cada "default" (incapacidad
de pago) de las economías latinoamericanas, sus gobiernos piden apoyo
al Fondo Monetario Internacional (FMI). Este acude con paquetes de "ayuda",
que aumentan la deuda externa. Con los gobiernos en bancarrota, no hay divisas
para pagar esa deuda y, por lo tanto, se liquida con la enajenación del
patrimonio nacional; es decir, con la privatización transnacional de
las riquezas y potenciales del futuro que tienen los países víctimas.
A cada default sigue una ola de privatizaciones que empobrecen en escala creciente
a los países neocoloniales, empujándolos cada vez más hacia
el abismo de la inviabilidad y al estatus político de los protectorados
de los años veinte.
El punto final de este remolino será el desmembramiento de las naciones
latinoamericanas y su reconfiguración imperial en enclaves de materias
primas ricas, como la Patagonia y la Amazonía, bajo el control multilateral
o bilateral directo de las potencias dominantes. Las demás zonas se entregan
a la africanización, donde las enfermedades y el hambre resuelven el
problema de esas poblaciones "superfluas". Coinciden las lógicas del
capitalismo de mercado con las lógicas del capitalismo terrorista de
Estado, tal como fue plasmado en los planes estratégicos del nacionalsocialismo.
América Latina se encuentra en la última fase de ese proceso,
que se inició hace cincuenta años con la primera etapa del neoliberalismo,
las dictaduras militares, para continuar con el neoliberalismo de hoy que ha
llevado la región a la agonía actual. En esta última etapa,
el proyecto del Gran Capital muestra abiertamente su cara fascista, tal como
vemos en el caso de Argentina, donde los ciudadanos discuten, si la dictadura
de los militares, que entre 1976 y 1983 desapareció a más de treinta
mil argentinos, o la del Fondo Monetario Internacional (FMI) que le siguió,
han cobrado más vidas. El candidato a ganar esa competencia de horror
es el FMI, que junto con la oligarquía y los gobiernos neoliberales del
país es responsable de la muerte diaria de más de sesenta niños
que no tienen lo básico para sobrevivir.
Sin embargo, no contentos con esta estadística del terror, el FMI, dirigido
por el Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Paul O´Neill, pretende colmar
ahora la desesperación de los ciudadanos argentinos con un programa de
"ajuste" que no merece otro calificativo que no sea "fascista", porque planea
fríamente elevar la cantidad de niños muertos aun más allá
de los que ya pagan con su vida las injusticias del sistema.
La misión del organismo en Buenos Aires, encabezada por el economista
John Thornton, proyecta para el año en curso una caída del Producto
Interno Bruto (PIB) del quince por ciento, una inflación del cien por
cien y un aumento del desempleo al 29 por ciento. Todas estas cifras, agravadas
por un trasfondo de años de decrecimiento y pauperización del
país. Y pese a la apocalíptica situación social que creará
tal política, el FMI se niega a inyectar fondos frescos a la economía,
ofreciendo sólo la prórroga de los vencimientos.
La situación argentina se repite en Brasil, Uruguay, Paraguay, Perú,
Ecuador y, de hecho, en todos los países latinoamericanos, con la excepción
de Chile y Cuba, porque todas esas economías están en bancarrota.
Sin embargo, esas bancarrotas recurrentes y sistémicas no motivan a la
tripulación del Titanic de cambiar el rumbo. Los gobiernos siguen jugando
conforme a las tres reglas de oro del juego: 1. no rebelarse; 2. "arreglar"
la crisis caso por caso (case by case) y, 3. tener las fuerzas de opresión
listas para reprimir a los que se insurreccionan. Los partidos políticos,
a su vez, siguen con sus proyectos electoralistas de salvación nacional
que son quimeras. Mientras tanto, sólo los movimientos sociales están
avanzando hacia una nueva civilización.
Fue dentro de esta dinámica de construcción de lo nuevo que el
sábado 15 de junio, se reunieron más de mil participantes de varios
países latinoamericanos y conferencistas de Brasil, Venezuela, México
y España en el Primer Cabildo Abierto Latinoamericano, en el sindicato
ATE (Asociación de Trabajadores del Estado) de la ciudad de Buenos Aires,
para constituir, de hecho, el Movimiento por la Democracia Participativa en
Argentina. Participaron Breno Altman, miembro de la dirección del PT
brasileño y "embajador especial" de Ignacio "Lula" da Silva; el Teniente
Coronel (ret.) Wilmar Castro, cofundador con Hugo Chávez del Movimiento
Bolivariano en Venezuela y uno de los principales protagonistas de la "Operación
Dignidad" que derrotó a los golpistas del 11 de abril; el padre Jesús
Olmedo de la norteña provincia argentina de Jujuy; el economista Juan
de Castro, director del Centro de Estudios de Metaeconomía (CEM), de
Madrid que participa desde Europa en la construcción del Movimiento Mundial
por la Democracia Participativa y el que suscribe este artículo.
El Primer Cabildo Abierto Latinoamericano en Buenos Aires fue organizado por
unos 25 delegados de las Asambleas de Barrio, sindicatos, organismos históricos
de los derechos humanos, como las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo, de los
diferentes movimientos de "piqueteros", de grupos estudiantiles, y de personas
sin afiliación política como amas de casa y mujeres profesionales,
entre otras. La repercusión positiva fue tal, que en la primera semana
después del Cabildo hubo trescientos correos electrónicos y 150
llamadas telefónicas de personas y entidades que quieren participar en
el movimiento y que se sumaron al acuerdo del Cabildo, de realizar el segundo
evento de esta naturaleza en Buenos Aires a inicios de octubre (cabildoabiertolatinoamericano@hotmail.com).
Con este Nuevo Proyecto Histórico de las mayorías ---la sociedad
global post-capitalista de la Democracia Participativa--- apareció, finalmente,
en la ruta libertadora de la humanidad un vehículo, capaz de hundir al
iceberg de la oligarquía burguesa que ha bloqueado durante demasiado
tiempo ya la felicidad de los pueblos.
21.6.2002