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De cómo Argentina pudo haber ganado en Malvinas
Si las fuerzas argentinas hubieran aguantado una semana más, podrían
haber vencido a las inglesas. Lo dijo un almirante inglés que participó
en la contienda.
La rendición ocurrió hace 20 años. Recién ahora
Inglaterra desbloquea información sobre el tema.
Por Miguel Bonasso /PAGINA12
Si las fuerzas argentinas hubieran aguantado una semana más, los ingleses
hubieran podido perder la guerra de las Malvinas. La sorprendente afirmación
es una de las tantas "revelaciones" que circulan en estos días
en la prensa británica, al cumplirse hoy el vigésimo aniversario
de la rendición del general Mario Benjamín Menéndez. El
intenso revival del conflicto, que se expresa en la aparición de numerosos
artículos periodísticos y varios libros de memorias, comenzó
el 2 de abril último, cuando ambos gobiernos evocaron, en poblaciones
distantes de las respectivas capitales, el desembarco argentino en las islas.
El diario inglés The Guardian ha denunciado, en un editorial titulado
"Veinte años después", que el público británico
ha podido acceder, recién en 2002, a la información que se le
negó hace dos décadas. Después de ese largo silencio, por
ejemplo, el almirante Sir John "Sandy" Woodward, comandante de la
Task Force que Margaret Thatcher envió a recuperar el archipiélago,
reveló a los periodistas del Guardian, Jeevan Vasagar y Alex Bellos:
"Ganamos la guerra con un importante grado de suerte. Cuando los argentinos
se rindieron, las pérdidas británicas iban en aumento y estábamos
a punto de quedarnos sin alimentos y municiones. Si ellos hubieran resistido
una semana más la historia hubiera podido terminar de manera muy diferente.
Imagínense qué diferente podría haber sido nuestra historia
política reciente".
El "Arenoso" ("Sandy") Woodward recordó también
que el 6 de junio de 1982 envió un mensaje desesperado a las fuerzas
de tierra, avisándoles que el grupo aeronaval bajo su comando estaba
literalmente "exhausto". Su revelación coincide con las afirmaciones
de otros jefes militares ingleses para quienes la guerra de Malvinas estuvo
muy lejos de ser el "paseo" que pretendían, en aquellos años,
ciertos propagandistas del tatcherismo. En 1996 este cronista entrevistó
en Londres a uno de los coroneles que comandó el Regimiento 2 de paracaidistas
y sostenía la misma tesis: si el alto mando argentino hubiera resistido
una semana más, las tropas inglesas hubieran debido enfrentar un colapso
logístico.
Las revelaciones del almirante Woodward adquieren especial relieve al conocerse
ahora lo que escribió en su diario en aquellos días de junio:
"Estamos al borde del abismo: si los argies nos soplan en la nuca nos mandan
al fondo. A lo mejor a ellos les pasa lo mismo: espero que así sea porque
de otra manera nos aguarda una carnicería".
Otro aspecto crucial del conflicto que ha sido sometido a revisión es
el del apoyo tácito, pero fuerte de Washington al gobierno de la señora
Thatcher, que suele contraponerse con la aparente duplicidad del gobierno socialdemócrata
del francés François Mitterrand. De acuerdo con las memorias de
Sir John Nott, entonces secretario de la defensa, el gobierno de Ronald Reagan
estuvo "lejos de ser un aliado confiable". En cambio, los franceses
le suministraron a Londres una información "invalorable" acerca
de los famosos misiles Exocet, que fueron uno de los dolores de cabeza principales
de la Fuerza de Tareas.
Las revelaciones de Nott y Woodward provocaron diversas reacciones de ira patriótica,
que incluyeron sorpresivamente a conocidos periodistas considerados por muchos
como progresistas y amigos de Argentina. Tal el caso de Jimmy Burns del Financial
Times, autor de un libro sobre la guerra de Malvinas ("The Land that Lost
its Heroes: How Argentina Lost the Falklands War") y una biografía
de Diego Armando Maradona. En una larga carta al Guardian, Burns ironiza acerca
de la revelación de Woodward: "Es una novedad para el general Menéndez
y otros comandantes argentinos que reconocieron que la guerra era imposible
de ganar desde que desembarcó la fuerza de tareas".
Burns no se queda en la polémica con sus connacionales, también
se permite darle un consejo a la Argentina: "No es Gran Bretaña
la que necesita nuevas reflexiones acerca de las Falklands (Malvinas), Argentina
debería dejar caer sus reclamos acerca de las islas, ganarse el respeto
de la comunidad internacional y avanzar en la gestación de políticos
reconocidos por su propio pueblo. El derecho de los isleños a su propia
determinación debería ser respetado".
Sin embargo, la propia Thatcher en sus memorias (Los años de Downing
Street) desliza algunas revelaciones que parecen darle la razón, aunque
sea parcialmente, a su ex secretario de Defensa, John Nott. "Los americanos
–escribe– podrían hacerle un enorme daño a la economía
argentina si se propusieran. Yo le envié un mensaje a Ronald Reagan urgiéndolo
a tomar represalias económicas pero no estaban preparados para eso. Habían
interrumpido sus ventas de armas (a la Junta Militar) pero no querían
jugarse de manera decidida en contra de Argentina. No querían perder
su influencia sobre Buenos Aires ni que (el general Leopoldo Fortunato) Galtieri
cayera; pretendían una solución que le salvara la cara" ("The
Americans wanted a solution to save Galtieri’s face").
La ex premier recuerda que recibieron al general Alexander Haig como "amigo
y aliado" y se resistieron a verlo como "mediador" entre ambos
países, que es como aparecía formalmente. Pero les molestaron
algunas actitudes. Aunque el general, que había sido comandante de la
OTAN, no desconocía que Inglaterra era el principal aliado de Estados
Unidos en el mundo, trató de persuadirlos acerca de alguna suerte de
administración neutral e interina en las islas, mientras las partes enfrentadas
negociaban el diferendo. En alguno de sus encuentros en Downing Street, Al le
dijo a Maggie que Washington debía mostrarse "cauteloso" acerca
de su perfil. Haig le explicó a la primer ministro británica que
el encargado de Relaciones Exteriores de Argentina (Nicanor Costa Méndez)
había sugerido la posibilidad de aceptar asistencia militar soviética
y que esto le preocupaba sobremanera al gobierno norteamericano.
La Dama de Hierro observa con inocultable criticismo las concesiones diplomáticas
de Haig y las contrapone indirectamente con la actitud más firme de otros
hombres de Washington, como el entonces secretario de Defensa, Caspar Weinberger
que desde el comienzo comprometió un decidido apoyo logístico
a los ingleses.
Pero, a pesar de su condición metálica, la propia Dama confiesa
que pasó malos momentos. Su "peor noche" durante la guerra
fue la del 25 de mayo, cuando la aviación argentina hundió el
destroyer "HMS Coventry" y murieron sus 19 tripulantes. Esa misma
noche un ayudante le avisó que un Exocet había hecho blanco en
el transporte Atlantic Conveyor, que llevaba aviones Sea Harrier y helicópteros.
Para colmo, noticias de fuente argentina aseguraban que el portaaviones HMS
Invincible había sido dañado por otro misil. La premier –que estaba
en vela, revisando papeles en su despacho de los comunes– temió que el
"QE2" (Queen Elizabeth) que transportaba 3000 soldados fuera avistado
también por la fuerza aérea argentina.
Hoy el "Invencible" ha pasado a ser "víctima de los recortes
presupuestarios"; en abril se anunció que sería vendido a
la India. La fiebre revisionista no deja siquiera descansar a los héroes,
como el legendario coronel "H" Jones que cayó bajo fuego argentino
en Darwin Ridge. Un documental de Canal 4 lo mostró como un "cabeza
caliente" que "se hizo matar innecesariamente", mientras un libro
de John Wilsey, su amigo y camarada de armas en el cuerpo de paracaidistas,
lo eleva a las alturas de "un héroe inusual".
La guerra sigue, como se ve, en la memoria de sus protagonistas.