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Argentina: La lucha continúa

LUIS ZAMORA Y EL DESAFIO DE UNA IZQUIERDA HUMANISTA

Días atrás un presunto comando de ultraderecha lo amenazó de muerte. Nunca cobró un peso mientras fue diputado. Se alejó de la política cansado de las autocracias partidarias. Rechazó su jubilación de privilegio y vendió libros para llegar a fin de mes. Hoy propone conformar un movimiento abierto al debate, sin caciques ni dogmas sagrados. Luis Zamora, de los discursos de barricada hacia nuevas formas de socialismo.

Por Federico Corbière

Los más jóvenes lo recuerdan por los jingles pegadizos de las campañas del MAS (Movimiento al Socialismo). Los más grandes por su crítica permanente. Los diputados que compartieron el recinto con él por haberlo insultado a coro cada vez que tomaba la palabra. ¿Quién es Luis Zamora? ¿Un talibán con banderas rojas? ¿El último socialista romántico? o ¿Un intelectual revolucionario?
En 1977, cuando aún no se sabía demasiado sobre la desaparición forzosa de personas Zamora comenzó colaborar en Derechos Humanos. Tenía 27 años, un título de abogado y estudiaba filosofía. Todavía estaba vigente el derecho de opción para los extranjeros detenidos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. "Mientras gestionaba la visa de una joven chilena, conocí en la puerta de Devoto algunas madres que averiguaban por la desaparición de sus hijos. Así empecé", cuenta.
Participó del "Seminario Juvenil de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos". Pero al poco tiempo comenzó a alejarse de la APDH por disentir en la política de no enfrentamiento que promovían Raúl Alfonsín, miembros del Partido Comunista y algunos sectores de la Iglesia. "No aceptaban que entraran las Madres de Plaza de Mayo y cuando se acercaba alguna organización a la izquierda del PC no los dejaban pasar porque decían que eran del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo)".
Un poco de casualidad el abogado Augusto Conte lo invitó a formar parte de lo que luego sería el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), junto a Emilio Fermín Mignone, Alfredo Galleti, Boris Pasik, Noemí Laguna, Carmen Lapacó y Norma Maratea.
Allí vio por única vez a Liborio Justo sin saber que diez años después homenajearía de la misma forma a un presidente norteamericano. A fines de 1936, en la inauguración de la Conferencia Panamericana de Consolidación de la Paz con la presencia de Franklin Delano Roosevelt, Liborio grito "Abajo el imperialismo". Medio siglo después Zamora haría lo suyo delante de George Bush (padre) en el recinto de la Cámara de Diputados. Claro está que Zamora no era el hijo descarriado de un presidente de facto y debió retirarse entre insultos y patoterismos.
"Me gritaba toda la Cámara, fundamentalmente el peronismo y la Ucede", recuerda. "El repudio a la presencia de Bush es una de las cosas que más me enorgullece de mi paso por el Congreso. Fue una actitud simbólica que expresó todo un programa".
Refundaciones
Norma es psicodramatista. Además de acompañarlo en las batallas quijotescas y de ser la madre de sus dos hijos, empezó a trasmitirle a su marido algunas preocupaciones sobre los problemas contemporáneos que no abordaron los autores clásicos. Zamora guardó por un rato los escritos Trotsky, Lenin y Marx, y empezó a estudiar las nuevas formas de resistencia, los imaginarios populares y las transformaciones en el campo laboral. "Si uno lo nombra a Castoriadis en el MAS (Movimiento al Socialismo) dice una mala palabra", rezonga.
En los años ´80 el MAS llegó a ser la fuerza de izquierda más multitudinaria. "Era una estructura de cuadros que yo no comparto hoy en día. Esa es una de las cuestiones que hay que reexaminar. La estructura le dio una consistencia homogénea al crecimiento partidario pero también explica el canibalismo al momento de la división en 1992. Ese aparato tan dogmático no pudo contener los debates frente a los golpes de la realidad de la década del ´80. Las cosas rígidas crujen y se rompen. El defecto nuestro fue no terminar de integrarnos. Nos dividía el aparato, no el sentimiento de la población. Nosotros llegamos al segundo y tercer cordón del Gran Buenos Aires. Eramos la segunda fuerza política en las fábricas. Entrábamos al corazón de los barrios populares y los trabajadores nos invitaban a pasar a sus casas".
En su autocrítica Zamora explica que tenía una posición equivocada al sostener que quienes iban a transformar la sociedad eran los partidos de cuadros profesionales rentados. Señala que "la formación de dirigentes rentados lleva a la construcción de sectas" y dice que el siglo demostró la poca viabilidad de las organizaciones rígidas, verticales, que mantienen una relación de poder de profesor-alumno y que son sustitutivas de los movimientos populares. Además agrega que "habría que llevar el péndulo hacia otro lado, el de la horizontalidad".
Hace un año con la iniciativa de algunos intelectuales, artistas y militantes rebeldes a las izquierdas autoritarias, conformó un espacio de debate conocido como Autodeterminación y Libertad. No tienen un plan a seguir ni les interesa elaborar una estrategia de cooptación ideológica. Apuestan a la participación popular y a las decisiones colectivas. "Tenemos que construir entre todos una contracultura y un contrapoder para aspirar a derrotar al capitalismo. El cómo se hace es un problema abierto", señala Zamora.
No quieren dirigentes estables, piensan que será una conducción rotativa. Para darse a conocer y abrir juego a la discusión plantean algunos puntos de convergencia:
Anticapitalismo
Búsqueda de nuevas formas de socialismo
Horizontalidad
Búsqueda de nuevas experiencias como el zapatismo, los Sin Tierra o los movimientos antiglobalización
Reivindicar la identidad latinoamericana
Rescatar el término imperialismo y la denuncia de la dominación económica y cultural
Zamora cuenta que a veces se da el momento en el que uno está en la estación, pasa el tren de la resistencia y siente la necesidad de tomarlo. El lo tomó tiempo después de morir su compañero de escuela Lalo Alsogaray en el monte tucumano, en manos del general Bussi. Zamora no compartía la lucha armada de los ´70 ni el autoritarismo de los ´90. No acepta etiquetas. Por ahora ayuda a poner en marcha una locomotora que palpita a un ritmo cada vez más fuerte. Ya se acercaron algunos jóvenes músicos y murgueros de esos que patean y pululan por los barrios.
¿La nueva izquierda?
Autodeterminación y Libertad obtuvo dos bancas en las elecciones de octubre. Zamora tomó notoriedad pública luego de criticar duramente al establishment político. Participa de las asambleas populares y defendió a los piqueteros durante la jornada del 26 de junio en la que las fuerzas de seguridad crearon dos nuevos mártires con balas de plomo.
Quién es ese hombre que entregaba su dieta al partido y que prefirió desistir de una jubilación de privilegio a pesar de serias dificultades económicas. Seguramente no se trata de uno de esos políticos que prefieren dar vueltas carnero en el aire con tal de caer bien parados.
Hoy, Luis Zamora ocupa un papel estelar en la agenda periodística. Parece no llevar ninguna cruz atada a su pasado militante ni propone un discurso converso a prédicas complacientes. Sin embargo algunos comunicadores que suelen jugar a la mancha venenosa quisieron transformarlo en una pieza decorativa del actual ajedrez mediático. Y por si acaso, el reciente llamado a elecciones antes de lo previsto intenta dejar fuera de juego a un movimiento que en caso de consensuar un proyecto debería cumplimentar contra reloj farragosos trámites judiciales.
Actualmente Autodeterminación y Libertad está debatiendo una plataforma que contemple una transformación económica con políticas claras respecto a la nueva realidad social y cultural que transita la Argentina, que indefectiblemente quebraría el perfecto andamiaje de contrapesos que los poseedores del poder digitan detrás de los gobernantes de turno.
Pero la suerte de Zamora transita por caminos peligrosos. El jueves 18 de julio recibió una sentencia de muerte que se cumpliría en caso de que el diputado no deje el país en diez días. Llegó vía dos correos electrónicos firmados por un supuesto comando autodenominado "Fuerzas Armadas Republicanas, Guerrilleros de Cristo, Julio Glorioso". A diferencia de las denuncias de persecución hechas por Adolfo Rodríguez Saá y Néstor Kirchner, el formato de tal amenaza utilizó la retórica propia de los cultores de la Doctrina de la Seguridad Nacional y repitió los mismos términos empleados por la Triple A, entre las cuales rezaba "Vamos a cortar la cabeza de la hiedra roja". Este grupo de provocadores, es decir la reacción argentina, no pierde sus mañas fascistas.

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