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25 de junio del 2002
¿Qué le están haciendo a Argentina?
Mark Weisbrot
Traducido por Manuel Talens; revisado por Germán Leyens
Descripción: El Fondo Monetario Internacional está impidiendo
deliberadamente la recuperación de Argentina.
Los reporteros de un popular e insolente programa de la televisión
argentina arrinconaron hace poco ante la puerta de su hotel al jefe de la delegación
del FMI en ese país y le entregaron unos enormes dientes de vampiro.
"El presidente Duhalde los tenía clavados en cuello", le dijeron, "y
hemos venido a devolvérselos".
Opiniones así sobre el FMI son frecuentes en Argentina y contrastan con
las expresadas en los medios de comunicación y en el entorno político
de Washington. Aquí, el debate se centra en si el FMI debiese "ayudar"
Argentina, que desde hace cuatro años sufre una bancarrota económica,
un colapso de su moneda y de su sistema bancario y no puede pagar su deuda externa.
Las palomas dicen que sí, porque el país está en un estado
crítico; los halcones dicen que no, al menos hasta que el gobierno demuestre
su voluntad de "reforma".
Ambos lados se equivocan. El FMI no está ofreciendo ayuda alguna a la
economía argentina. Incluso si se alcanzase un acuerdo, no habrá
dinero adicional, únicamente el necesario para pagar al Fondo y a otros
acreedores oficiales, tales como el Banco Mundial.
Más aún, Argentina no se enfrenta a la simple elección
de aceptar o rechazar esta "ayuda", sino a algo mucho peor: el FMI está
utilizando su poder a la cabeza del monopolio de acreedores internacionales
para prolongar la agonía del país. Los créditos provenientes
del Banco Mundial, de los gobiernos europeos e incluso los préstamos
diarios que cualquier negocio necesita para llevar a cabo el comercio internacional
están siendo retenidos hasta que el FMI dé su consentimiento.
Este punto es fundamental. Imaginemos que una persona se está ahogando
y que otra que pasa por allí no hace nada para salvarlo. Sería
algo moralmente reprochable. Pero, ¿qué diríamos si el que se
está ahogando está a punto de llegar a la orilla y el otro le
da una patada y lo tira de nuevo al río?
El segundo caso es mucho peor, no sólo desde el punto de vista moral,
sino también práctico: el que se ahoga podría haberse salvado
de no ser por esta intervención exterior.
Es muy sencillo, el FMI está practicando una suerte de extorsión
bastante brutal. Hace dos meses, el Banco Mundial debía liberar unos
700 millones de dólares de fondos para los desempleados, que en estos
momentos representan un cuarto de la fuerza de trabajo argentina. Pero decidió
esperar la aprobación del FMI.
En una reciente visita a Argentina, me entrevisté con el doctor Néstor
Oliveri, un médico que dirige un consultorio para los pobres en el partido
de la Matanza, en las afueras de Buenos Aires. Señaló con el dedo
a unos niños que estaban atravesando un desagüe a cielo abierto.
"Luego se tocan la boca y se contagian con parásitos. En este barrio
la desnutrición entre los niños alcanza el 30%." Y cada vez es
peor, en un país que hasta hace poco era de los más ricos de América
Latina.
¿Qué está buscando el FMI en Argentina? Tras más de seis
meses de conversaciones y presiones, la cosa sigue sin estar clara. El gobierno
ha dado su acuerdo prácticamente a todo lo que le exigió el Fondo,
incluidos los drásticos recortes del gasto público (en especial
el de los gobiernos provinciales), y está reformando sus leyes sobre
la bancarrota para hacerlas más favorables a los acreedores. Y, sin embargo,
el FMI continúa cambiando sus objetivos y poniendo sobre la mesa nuevas
exigencias. Algunos analistas financieros están convencidos de que el
FMI está castigando deliberadamente al país por no haber pagado
su deuda externa, con vistas a desanimar a otros que pudieran seguir el mismo
camino.
Las condiciones impuestas por el Fondo probablemente empeorarán la crisis,
dejarán sin empleo a cientos de miles de trabajadores y reducirán
la demanda conjunta en la economía. Durante cuatro años, el FMI
ha estado diciendo que ésta únicamente empezará a crecer
si se restaura la confianza de los inversores, sobre todo de los extranjeros.
Pero las medidas que ha recomendado para lograrlo, tales como el recorte del
gasto público, han debilitado todavía más la economía.
Estas políticas, por lo tanto, han logrado el efecto contrario. Y ahora,
al cortar el crédito de la mayoría de las fuentes mediante la
extorsión, el Fondo está acelerando el declive.
Contrariamente a la mayoría de los países que llaman a la puerta
del FMI, Argentina tiene una balanza comercial excedentaria, lo cual significa
que en realidad no necesita financiación externa. Tampoco necesita dólares
para recomponer su sistema bancario, que ahora funciona en pesos.
En otras palabras, el país es capaz de recuperarse por sí solo.
En estos momentos, el mayor obstáculo para reiniciar el crecimiento puede
que sea el propio Fondo. Conforme la crisis se acentúa, es posible que
Argentina necesite encontrar una manera de eludir al FMI.
Mark Weisbrot
es director adjunto del Center for Economic and Policy Research, en Washington,
D.C.
Es autor (junto con Dean Baker) de Social Security: The Phony Crisis (University
of Chicago Press).