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Argentina: La Lucha continúa

LA ELECCIÓN DE UN DESTINO PROPIO


Sin el concurso del pueblo ningún gobierno puede desenvolverse en la Argentina. El desastre económico y la anarquía social son sólo consecuencias. Los que pretenden solucionar este problema con empréstitos o arreglos económicos y sociales, sin ir a las causas fundamentales del mismo, se pasarán la vida gastando en aspirinas en una acción inoperante e intrascendente, como resulta toda acción que intente solucionar las consecuencias dejando subsistentes las causas que lo ocasionan. (*)
Estamos viviendo momentos excepcionalmente dolorosos en los que ya es inaceptable cualquier tipo de continuismo dentro de las causas originarias de nuestros males e inexcusable el deber de asumir la responsabilidad de recuperar el camino de la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Nación.
Se ha terminado la tolerancia a un modelo de país donde tanto en lo social, como en lo económico y en lo político ­en definitiva: en lo cultural­ hemos sido desconsiderados como personas, burlados como ciudadanos y excluidos de toda participación decisoria.
Decimos "en lo cultural", porque es en el entramado de esa red de la identidad donde se articulan las partes en las que los promotores y ejecutores del "pensamiento único" han desarrollado su estrategia de desarticulación, cuya expresión más acabada está en ese individualismo desaprensivo que rige sus inapelables "leyes de mercado", carentes de todo principio humanista y cristiano.
Sin duda, ellos han sabido actuar sobre nuestras conciencias al par que instrumentaron, bajo su discurso tecnocrático y economicista, las medidas causantes de la aberrante concentración de bienes ­que a todos pertenecen­ en unos pocos privilegiados logrando, casi, la resignada aceptación de la exclusión y la marginalidad por parte de las mayorías saqueadas.
Hay, sin embargo, un saqueo mucho más grave y condenable: el de la estafa moral, espiritual, ética, con que se invade lo más íntimo del ser, degradándolo y haciéndolo objeto de humillación, sin el más mínimo pudor o sensibilidad.
Pero, como se sabe, cuando los pueblos agotan su paciencia suelen hacer tronar el escarmiento... y el escarmiento está tronando. Y ya no dejará de tronar porque, conjuntamente con el estallido impotente, despierta la conciencia adormecida; y en esa conciencia rediviva se activa el reclamo de la dignidad que, aún en su último vestigio, provee la fuerza suficiente para enfrentar cualquier tipo de contingencia.
Las grandes crisis son indicadoras de la necesidad de los grandes cambios: cuando se notan los efectos de la descomposición es indispensable que todos se empeñen en aplicar las medidas necesarias para neutralizarlos. (*)
Nuestra inicial afirmación cobra así forma de consigna:
RESISTENCIA ACTIVA A CUALQUIER CONTINUISMO DEL MODELO DE ENTREGA Y DE EXCLUSIÓN
ACCIÓN DECISIVA PARA LA REFUNDACIÓN DIGNIFICANTE

Cuando las dirigencias carecen de la grandeza, el desprendimiento o la honestidad indispensables, es preciso echar mano enseguida al cambio generacional. La juventud suele ser el mejor instrumento de regeneración y la que tiene el inalienable derecho de hacerlo, porque en último análisis, será ella la que ha de sufrir las consecuencias. (*)
Nuestra actitud de resistencia no se sostiene en la sola negación y denuncia de lo existente; forma parte de los legítimos reclamos de los más pero elige la propuesta en lugar de la protesta; se plantea, en definitiva, ser protagonistas de la transformación y no meros espectadores, porque ya no se está dispuesto a correr más riesgos de nuevas frustraciones.
Nuestra convicción de una refundación posible y necesaria no es ilusoria porque, aunque hayan cambiado condiciones objetivas de la realidad, en el fondo se trata básicamente de recuperar lo que hemos tenido y nos han quitado; y todo ello reside en la intacta potencialidad de nuestra generosa tierra y en la dignidad soterrada de quienes la habitamos con sentir y pensar nacional y popular.
Nuestra propuesta de acción se sustenta en reinstalar sin prejuicios las antiguas pero esenciales y siempre vigentes verdades de las que nos han hecho dudar, con su insidia, los personeros vernáculos de ese "pensamiento único" que nos han impuesto bajo la lógica insectificante de la globalización; queremos trabajar con el conjunto del pueblo para reconstruir lo destruido y organizarnos para crear las nuevas herramientas liberadoras que la mediocridad sometida no ha sabido o no ha querido afrontar.
Organizar no es juntar gente, es aunar voluntades conscientes con una finalidad, es decir, con un objetivo... No interesa lo que se grite, interesa lo que se siente y lo que se piensa, y principalmente lo que se hace. (*)
Nos expresamos a través del sentir y del pensar de la línea nacional y popular que reivindicamos; lo hacemos porque queremos presentarnos con absoluta honestidad, sin subterfugios, porque las nuevas generaciones tienen derecho a conocer de qué se habla cuando se habla desde esta concepción, para que ellas ­protagonistas del cambio generacional necesario­ puedan elegir con propiedad el rumbo a seguir; lo hacemos porque, más allá de lo anecdótico que puede a veces dividirnos y hasta enfrentarnos, entendemos que esa concepción filosófico política expresa la mayor parte de las aspiraciones de nuestra comunidad.
En un plano más específico, nos expresamos como trabajadores de la cultura, entendida ésta como todas y cada una de las manifestaciones que el pueblo nacional produce en la afirmación de su propia historia y en la búsqueda del destino del cual es merecedor. En consecuencia, y atento al carácter determinante de la cultura para la felicidad de los pueblos y la consolidación de las naciones, comprometemos nuestro accionar para fortalecer, a partir de ella, la fe en nuestra personalidad intransferible, sin sujeción a modelos enajenantes de nuestra identidad.
En este marco, las expresiones artísticas, artesanales, intelectuales, educativas, comunicacionales, científicas, tecnológicas, etc., de las que formamos parte, son manifestaciones que cobran sentido y se ennoblecen cuando son capaces de expresar y de servir a los objetivos de ese pueblo que naturalmente integramos. Por ello y para ello, afirmamos que en el quehacer cultural, en cualquiera de sus expresiones, ­hoy más que nunca­ no se trata ni de adoptar ni de adaptar, sino de crear.
Desde esta toma de posición recuperada y con una mano extendida fraternalmente a todos los argentinos que estén dispuestos a que hagamos, entre nosotros, lo que otros no harán por nosotros, proclamamos:
NO HAY SALIDA SI NO ES A PARTIR DE UN PROYECTO AUTÓNOMO QUE, BASADO EN LOS RECURSOS HUMANOS Y MATERIALES QUE POSEEMOS, DEFINA UN DESTINO DE JUSTICIA, DE INDEPENDENCIA Y DE SOBERANÍA QUE NOS INSERTE EN EL MUNDO CON ENTIDAD E IDENTIDAD, SIN SUMISIÓN A NINGÚN DICTADO UNILATERAL.
Para ello es necesario liberarse de patrones a-culturales que la incapacidad, la genuflexia y la corrupción de la mayoría de las dirigencias han adoptado bajo argumentos de "imposibilidad", pretendiendo y logrando ­en gran medida­ enervar voluntades que se sustentan en reales posibilidades de lograr un destino mejor, para nosotros y para los que esperan en nosotros.
Tres son los principios político-culturales desde los cuales podemos y debemos redefinir las bases de un Proyecto Nacional y Popular:
… JUSTICIA SOCIAL, es decir, equidad en la distribución de la riqueza; igualdad de oportunidades para la realización de las personas; rectitud en la administración de los bienes; ecuanimidad en la consideración de los derechos sociales individuales, sectoriales y generales.
Los circunstanciales programas asistencialistas han de ser trocados en planes dignificantes de la condición humana, dando a cada uno lo que le corresponde en función social.
… INDEPENDENCIA ECONÓMICA, es decir, libertad en la elección de los recursos y medios que definan nuestro perfil productivo; emancipación de los condicionantes de nuestro propio desarrollo; recuperación del patrimonio enajenado; liberación de nuestras potencialidades naturales.
Las amorales "leyes de mercado" han de ser sustituidas por las de los derechos básicos de las personas, poniendo el capital al servicio de la economía y ésta al servicio del bienestar social.
… SOBERANÍA POLÍTICA, es decir, autoridad fundada en el respeto a la voluntad popular; poder legitimado con el respaldo del pueblo y ejercido de frente a toda relación internacional; gobierno capaz de conducir en la estrategia, de ejecutar en la práctica y de avanzar hacia una democracia superadora del mero acto electoral y la libertad de expresión parcializada.
La democracia formal de la partidocracia ha de ser sustituida por una verdadera democracia social, que es aquella en la que se hace lo que el pueblo quiere y se defiende un solo interés: el del pueblo.
Estas tres banderas históricas que recuperan su calidad de objetivos, no se podrán consolidar si no es en el marco de la recuperación del proyecto emancipador de Latinoamérica, donde una cultura común de origen nos hermana mucho más allá de los aspectos formales de meras integraciones comerciales, que terminan socavando la solidaridad de pueblos y naciones que se deben un destino en común a partir de una historia que los compromete.

UNA ARGENTINA JUSTA, LIBRE, SOBERANA Y SOLIDARIA,
SIEMPRE ES POSIBLE

República Argentina ­ Agrupación Nacional "Carlos Carella" ­ Mayo de 2002
(*) Citas de Juan Domingo Perón, 1895-1974.
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