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9 de junio del 2002
No basta con voltear a Duhalde
Necesitamos un nuevo sistema político
Grupo Socialista Guernica
El espectacular robo del 2001, instrumentado por Cavallo para beneficiar
a la burguesía nativa y los imperialistas a costa de la pequeña
clase media y los trabajadores, desembocó en las jornadas de diciembre.
Los logros alcanzados en esas jornadas por los sectores populares han entrado
en una meseta, no por falta de determinación para dar una pelea por sus
necesidades, sino porque ante la permanente traición de sus direcciones
no encuentran un eje político que los unifique. El gobierno de Duhalde,
sostenido por el radicalismo, el Frepaso y la iglesia, es el intento por recomponer
el sistema de saqueo permanente después del gran robo. Las tareas de
los socialistas revolucionarios pueden resumirse en dos grandes líneas:
impulsar los mecanismos que apunten a dar una salida política a las luchas
que hoy no sobrepasan el reclamo sectorial y dar pasos firmes hacia la construcción
de un partido sin patrones ni burócratas.
El inusitado agravamiento en las condiciones de vida de los sectores populares
va mostrando signos de barbarie, como el faenamiento de un caballo muerto depositado
en un basurero o una muchedumbre tratando de rescatar alimentos entre los escombros
que dejó el incendio de un supermercado. No falta conciencia de esta
injusticia entre los sectores populares que hasta no hace mucho lograban satisfacer
aunque sea malamente sus necesidades básicas. Tampoco falta convencimiento
para tratar de defenderse peleando. Hay sobradas muestras de determinación
para pelear y en este camino son siempre los sectores populares los que vamos
poniendo los muertos. La limitación de estas luchas está impuesta
por sus direcciones que las mantienen aisladas y las conducen a la vía
muerta del reclamo a las repodridas instituciones de la democracia burguesa,
las mismas que organizan el saqueo y la miseria cotidiana, o están reagrupando
fuerzas para una hipotética salida electoral.
La finalidad del sistema capitalista es generar ganancias y esta es la pared
infranqueable que destroza todas las ilusiones que siembran los que pretenden
reformarlo, darle un "rostro humano". La única solución realista
para los trabajadores y los sectores populares es que consigamos poner todos
los recursos sociales en función social, bajo la dirección de
las organizaciones de democracia directa que ellos mismos generen. Poner todos
los medios de producción y de cambio social al igual que todas las riquezas
al servicio de la sociedad que los produce, no para que generen ganancias para
los capitalistas. Y cuando hablamos de medios sociales no nos referimos al tallercito
de la esquina sino a los grandes monopolios que determinan qué se produce
y para qué, a los que determinan socialmente la producción. Pero
no es posible poner a nuestro servicio la producción sin una pelea feroz
contra los que se roban día a día nuestras riquezas y nuestro
trabajo, y para pelear es preciso organizarse sólidamente.
El estado de organización actual de las luchas no alcanza porque lejos
de unificar, divide y lleva a enfrentamientos. Se enfrentan trabajadores de
los bancos con ahorristas, piqueteros con changarines del mercado central, empleados
de supermercados con quienes van a pedir comida, desocupados pidiendo trabajo
con los trabajadores que son llamados a defender "su" fuente de trabajo. Estos
son los límites de las luchas sectoriales en estos momentos de crisis
en los cuáles la única solución puede ser política,
nacional y generalizada en función directa por manejar todos los resortes
de las políticas económicas y sociales, justamente para ponerlas
en función social y no para generar ganancias. Las direcciones actuales
del movimiento obrero y de masas son las directas responsables de esta situación
porque para defender sus privilegios burocráticos encierran las luchas
en sus límites sectoriales, sean locales o sindicales. Direcciones que
tienen nombres por todos conocidos: CGTs, CTA, CCC y Bloque Piquetero.
La única forma de darles una salida de conjunto a los reclamos sectoriales,
es encontrar una forma de organización política para la lucha
del tipo de las coordinadoras de la década del '70, que permita romper
con los aparatos de los burócratas de distinto pelaje. Para responder
a las necesidades de la lucha revolucionaria actual, es necesaria una organización
amplia y prestigiosa que pueda contener en su seno a todas las organizaciones
de lucha por encima de las separaciones políticas, nacionales, provinciales
y sindicales existentes. Una organización prestigiosa por ser elegida
democráticamente por los trabajadores de las fábricas, los talleres,
las minas, los establecimientos comerciales, el transporte y todos los sectores
populares, que se eleve así sobre las disputas de las sectas y fracciones
para llevar a acciones conjuntas nacionales, acciones políticas. Las
luchas desde diciembre han dado, en forma embrionaria e incompleta, organizaciones
políticas de este tipo, opuestas por el vértice al régimen
de la actual constitución, y son las Asambleas Populares. Es preciso
ampliarlas a todos los sectores de trabajadores en lucha, reconocer a las asambleas
de estudiantes y de fábricas o talleres como parte de estas asambleas,
llamar a las comisiones internas a participar, a todos ellos con el tipo de
representación que quieran darse. Pero también hay que explicar
pacientemente los límites de todos los reclamos sectoriales y la necesidad
de sumarse a las organizaciones de lucha política que son las Asambleas
Populares. Por ser organizaciones políticas, democráticas e independientes,
son potencialmente los organismos capaces de contener a todos los luchadores
y destrozar a los burócratas.
La tarea que hoy está planteada no es la toma del poder, aunque esta
sea la perspectiva, sino la de ganar a las más amplias masas para organizaciones
políticas democráticas que cambien la forma y el contenido de
la política cuando los echemos a todos.